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-¡Muerte, muerte al unicornio! - vociferaba el padre en esa misa especial para los reclutas.
-¡Muerte al unicornio!- Ellos alzaban también la voz imitando la acción del oso diciendo aquello, siendo el Sargento Caricias no partícipe de ello, solo limitándose a mirar desde la entrada, puesto a que no creía en la iglesia ni tampoco en ningún Dios.
Al término del la celebración, todos los reclutas fueron directo hasta la puerta dónde saldrían de aquel lugar sagrado para continuar con sus entrenamientos, algunos ositos se acercaban al padre para que los bendijera, otros se despedían de él con respeto.
-Vayan con Dios, hijos míos. - decía mientras se despedía de cada osito de colores que se acercará a él. Cuando el último oso se fue del lugar el Sargento Caricias entró al templo, no sin antes verificar que no haya algún osito cerca de su área, acercándose al de pelaje lila, tomándolo de la cintura por detrás de una forma muy cariñosa.
Acercó de más su cuerpo al cuerpo del padre, quien no parecía molesto o sorprendido de aquello, era normal para él, pues al fin y al cabo ellos desde hace meses que tenían sus encuentros y no meramente se hablaba de unir al Sargento con ellos a la religión.
Estaba consiente de lo que ambos hacían era un grave pecado, una ofensa a su religión, un grave problema si sale a la luz... Pero no podía resistirse a la tentación, todos somos débiles al placer carnal y amar prohibidamente.
-¿No irás a entrenarlos, Sargento? - Sonrió, dió una vuelta para estar cara a cara con su amante, tomándolo de los hombros para acto seguido depositar un beso pequeño en sus labios que dejaba en claro lo mucho que deseaba el padre de tenerlo con él entre las sabanas.
-Les daré el día, no creo que afecte. - contestó tranquilo, correspondiendo al beso del menor, agarrando fuertemente de la cintura a su amado. La respuesta del Sargento hizo feliz al padre.
El beso escalaba a algo más, el Padre fue el primero en introducir su lengua en la cavidad bucal del Sargento haciendo sorprender a este, primera vez que el Padre tiene la iniciativa en esto, dejándose llevar por sus impulsos y el placer metió lengua al beso por igual, agarrando de forma brusca las caderas del de pelaje lila para juntarlas con su cuerpo, haciendo que ambos miembros todavía cubiertos de telas se toquen, el padre se separó del beso mientras soltaba un jadeo por la acción del más alto, estaba ansioso por ir a más.
-No podemos continuar aquí, debemos ir a mi habitación.- tomó la mano del Sargento y lo dirigió a unas habitaciones que se situaban más adentro del templo, lugares a donde el padre tenía acceso ya que él vivía ahí y que el sargento ya tenía conocimiento ya que siempre recurría aquí a tener intimidad con él. Abrió la puerta de la que era su habitación invitando al Sargento a pasar, era un lugar algo sencillo pero acogedor.
El padre se sentó en la cama mientras desabrochaba aquello botones de su túnica con cuidado, sus mejillas estaban coloridas, sabía que el Sargento lo estaba mirando con deseo al quitarse aquella prenda. Se dejó solamente su camisa blanca y sus pantalones negros que usaba a diario y en seguida se movió un poco de la cama para acomodarse quedando recostado abriendo sus piernas, el sargento claro que captó y con cuidado se acercó a él y se reacomodó en la cama para continuar el beso.
El padre abrazo por la espalda al oso grande mientras este le quitaba aquella camisa, dejando pequeños besos y mordidas en el pecho durante el proceso, esto a el osito debajo de él le encantaba, pero también procuraba de que no fueran en zonas tan visibles y eso lo tenía claro Caricias.
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Amantes (one-shot)
FanfictionA finales de misa, el Padre y Sargento tienen "reuniones" privadas, sin que los demás ositos de la villa lo sepan. ➵ One-shot. (No pidan continuación que no se como hacerla) ➵Contenido altamente explícito. ➵Posible ooc. ➵El Sargento, Padre y demá...