#347

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Mia fue una persona tranquila toda su vida, se le descubrió que tenía esquizofrenia a edad temprana pero nunca afectó su vida, hasta que a sus 17 años recién cumplidos, comenzó teniendo escenas de agresividad hacia ella y los demás, ansiedad por unas llamadas "voces" que le hablaban.
Estás escenas empeoraron a tal punto que provocó la muerte de su padre, ella lo único que decía era que "las voces lo hicieron!" Ella afirmaba que el padre no era él, si no un abusador y la quería lastimar.

Era espléndido.
Todo se había arruinado.
¿Cómo, a mis 17 años casi cumplidos, vengo a darme cuenta que mis "problemas" no eran solo eso? Resultaron ser nada más que unos estúpidos transtornos psicológicos.

He de admitir que nunca me pareció del todo normal tener una especie de "subconciente" que me susurra cosas fuera de toda moral con mi propia voz, tampoco que mi "amigo imaginario" esté presente a mi edad y aparezca cada vez que quiero alejarme de la sociedad.

Estaba cayendo más y más hondo en una profunda oscuridad y a este punto nadie creería si les dijera "soy una enferma mental que siempre se ah sabido controlar", no señor, nadie lo creería.

Las escenas de depresión sin ninguna causa aparente ahora tenían sentido, el placer de ver heridas eran algo que podrían explicarse, el padecer falsas enfermedades, el odio por personas que no conozco, el aislamiento social, traumas estúpidos, extremas agresividad e infinidad de cosas.

Todo era demasiado simple ahora, "estoy loca" y todo se jodió completamente cuando lo descubrí.

En un ataque de pánico quise atacar a mi padre pensando que era un psicópata que quería asesinarme. Yo solo "me defendí", como había tratado de excusarme.

Ahora, que vivo aislada y encerrada por cuatro malditas paredes blancas y con una camisa de fuerza, puedo asegurar que todo había acabado para mi.

Y las malditas voces en mi cabeza eran insoportables.

...

Un día como cualquier otro desperté en el mismo solido y frío piso de manicomio, pero esta vez no estaba sola.

Un chico, él vestía el mismo traje que yo, un conjunto completamente blanco de algodón aparentaba tener más o menos mi edad.
Tenía cabello castaño claro y desaliñado. Sus ojos, unos hermosos ojos grises, con una inusual mirada muerta que acompañaba a su piel bastante pálida, todo junto podría decirse que era un zombie solo que sin asquerosas putrefacciones en la piel.

-Oye- lo llamé sin pensarlo y no obtuve respuesta alguna, ninguna reacción de su parte, solo se quedó completamente inmóvil.

Me alejaría y lo dejaría, no parecía querer hablar conmigo, yo solo quería distraerme de las voces en mi cabeza que me harían perder el juicio en cualquier momento y ¡oh no! Por supuesto que no quería que pasara de nuevo.

...

Pasaron días, meses y yo había encontrado la manera de evitar esos malditos susurros en mi cabeza. Hablar con aquel lindo desconocido de ojos grises, facciones de muñeca y mirada muerta era algo realmente relajante y hasta llegué a considerarme... "normal"

El chico no hablaba, pero tenerlo a mi lado todos los días era algo realmente reconfortante, hacía mis días menos solitarios dentro de esas cuatro paredes.

Llegué a apreciarlo mucho.

...

Ya habían sido varias las ocaciones en las que se lo han tratado de llevar.

¿Por qué nadie entendía que él había sido para mi? No podían llevarselo y no lo harían, no lo permitiría.

Las camisetas de fuerza se hicieron constantes y las inyecciones aumentaban, las voces comenzaron a susurrarme de nuevo "deberías hacerles daño si no quieres que te lo quiten"

Y asi lo hice.

Uno, dos, tres enfermeros habían sido encontrados muertos casualmente en mi habitación. "No era mi culpa" les gritaba "intentaron alejarme de él, ¡Se lo merecían!"

Más inyecciones y calmantes.
(
...
Desperté en un cuarto aun más blanco y acolchonado que el mío, fría abrumada por una luz blanca cegadora, mi espacio se había reducido y mi camisa de fuerza apretaba el doble de lo normal, pero nada de eso importaba, pues noté que él no estaba.
Sentía como si un agujero negro se hubiera extendido en mi estómago, arrastrando todo y dejándome totalmente vacía.

Se lo habían llevado, me lo arrebataron.

Me sentía tan sola, el era lo único que me hacía tener un poco de esperanza y calmaba dentro de este horrible lugar. Incluso esas voces que me atormentaban todo el tiempo, se había ido.

Ahora, ya nada importaba. Así que acepté mi realidad y me ofrecí en bandeja de oro a la muerte.

...

Notando lo dócil que me había vuelto los doctores ya no me trataban con tanto nerviosismo o agresividad como antes, no tenía el ánimo, ellos no me importaban en lo más mínimo.

...

Durante las jornadas de recibir mis pastillas siempre se aseguraban de sedarme antes de entrar.
Tontos ignorantes, hace tiempo que esa pastilla no me hacía efecto, pero ¿de qué me servía tratar de escapar?
¿Realmente voy a encontrar algo afuera?

Hace un día enfermeros hablaron del paciente 346 quiere decir que mi amado está cerca y se notaba en su voz el asombro por mi reacción ya que lo más normal era que yo hubiera estallado al enterarme que se lo habían llevado, sabiendo las atrocidades que hice cuando intentaron llevárselo anteriormente.
Mi mirada solo era perdida y al mismo tiempo sin emitir un sonido.
En mi cabeza solo se repetía:

- El paciente #346 sigue en ese lugar, su familia aún no lo ha venido a recoger.

-¿En la sala B? Pues si, todos pasan por ahí antes de salir de ahí.

¿Paciente #346?

Los enfermeros siempre lo llamaban así.

¡Amor te voy a rescatar!

(Sonríe)

Sin dejarlos reaccionar, le quita a uno de los enfermeros la inyección que estaba a punto de ponerle y le apuñala uno de sus ojos con ella, haciéndolo gritar de dolor, mientras el otro trata de huir horrorizado, como un animal salvaje se le tira encima y con la misma inyección, comienza apuñalarlo repetidas veces en la espalda y entonces sale corriendo.

La felicidad por saber que su amado seguía ahí, que él aún la estaba esperando, esto solo podía ser obra del destino, ¡ellos tenían que estar juntos!

Corrió por incontables pasillos mientras estaba descalza, buscando la dichosa sala B dónde se encontraba su esperanza, si vida.

Entonces lo encontró.

No estaba cerrado así que entró y se aseguró de ponerle seguro para que no los molesten y lo vió, con sus hermosos ojos grises y su mirada seguía igual de bella que la primera vez que se conocieron.

El la estaba esperando.

Ella lo sabía.

...
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3 días después, me encontraba tirada en la baldosa fría junto a la persona que actualmente amaba, como siempre su silencio me era agradable, su mirada seguía muerta e irreconocible, pero a mi me encantaba, quería tocarlo, lo deseaba, así que junte su cuerpo con el mío en un agradable abrazo.

...

-La paciente #347 está con el cadáver de nuevo, desde que ella misma se encargó de asesinar a ese chico hace un año atrás no se separó de él.

-Doctor es hora de inyectarla, ya su familia dio el permiso, ella... no tiene remedio.

-Inicien el procedimiento...

Me pegué a su, ahora, putrefacto y esquelético cuerpo y le susurré un "te amo"

Cerré los ojos, para nunca más volver a abrilos.

Fin

Paciente #347Donde viven las historias. Descúbrelo ahora