No sabía como, pero había llegado hasta un hotel abandonado con cuatro de mis amigos, Zia, Nami, Thomas y Zack.
— Abril, ¿No vienes? — Thomas me miró divertido con sus ojos verdes — Miren, puerta tres. . . — La abrió lentamente.
— Oigan, vayan con cuidado, ¿Y qué si hay alguien cuidando el lugar? — Nami recibió miradas aburridas por parte de los dos chicos — Si sigue habiendo servicios de luz debe haber alguien, ¿Por qué la pagarían si no? — Razonó, ninguno le prestó atención.
Puse mi mano en su hombro.
— No te preocupes, iremos con cuidado — Le sonreí, me sonrió de vuelta.
— ¡Ugh! - Zia se asqueó y cerró el cajón que había abierto — ¿Qué? Las arañas son asquerosas...
— Eres una exagerada — Río Zack. Zia acomodó su cabello negro con mechones blancos, totalmente ofendida.
Seguimos caminando. Afuera estaba oscuro y lluvioso así que lo hacía mas tenebroso.
De pronto, ví una pintura que me llamó la atención. No conté bien la cantidad, pero eran varios hombres algo raros... De todas formas, quizás era una pintura con un significado raro.
— Se fueron sin tí. — Escuché venir de una voz masculina. Me giré rápidamente y lo único que ví fué a mis amigos y una sala en la que no estaba. Miré al cuadro pero ahí no había nada.
¿Me había teletransportado? Quizás estoy volviendome loca...
Siento que esto va a salir mal.
Ya estábamos en la puerta treinta y dos, la pelirroja y yo ya estábamos nerviosas por irnos, pero Thomas y Zack seguían insistiendo en quedarse, a Zia le daba igual realmente.
— Necesitamos una llave... - Zack se paró enfrente de la puerta con candado.
— Es imposible que esté aquí, debe tenerla alguno de los viejos dueños o... — Nami, que sostenía mi mano, fué interrumpida.
— No seas una idiota, Nami — Thomas se giró a verla con mala cara — Sólo busca la estúpida llave y ya, deja de querer arruinar las cosas.
Aveces odiaba que Thomas fuera su novio.