Capítulo 13

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Leiper's Fork, Tennessee

El clima en la obra era el que debería de existir cuando en menos de diez días se entregaba el hospital. Todo el mundo se movía de un lado a otro, cooperando, apurándose, y sobre todo sin las distracciones de los primeros días.

Killian dio los pasos a seguir a primera hora, las instrucciones de los últimos detalles que había que pulir, ignorando las miradas llenas de intensidad que lanzaba Chloé cada vez que lo cruzaba cargando materiales, ajustando las tablas, perfilando el techo. Oh, y si a eso le sumaba la manera en la que su cuerpo se movía cada vez que colocaba un tornillo. Era como si su brazo fuese de acero.

—¿Seguimos con las entrevistas? Creo que solo nos quedan dos trabajadores, y Killian.

Ugh, al último debemos de renunciar —resopló dando un vistazo a todo el trabajo capturado en la cámara que colgaba de su cuello.

Marisa rio con sinceridad.

—Con todo el trabajo que queda y lo obsesionado que está ahí adentro —señaló la entrada del hospital —, creo que deberías buscar otro momento para entrevistarlo —sugirió alzando su ceja.

—Por favor —rechistó con sarcasmo. Sacudiendo su cabeza volvió su atención a la cámara.

—¿Qué? Si no he dicho nada —sonrió mofándose.

—Mejor concentremos en nuestro trabajo —pidió colocando un mechón rubio detrás de su oreja. De pronto el calor era demasiado, y era claro que con esa reacción estaba quedando en evidencia frente a Marisa, pero no iba a negar lo que su cuerpo sentía.

Creía que el vínculo que habían forjado ambas en esas semanas bastaba para no mentirse en la cara y sentirse agobiada.

—Has pensado ya...

—No.

Okay. —Marisa apretó sus labios en una fina línea. Ambas se entendieron sin siquiera nombrarlo.

—¿Muy evidente? —preguntó tras un suspiro dejando sus hombros caer.

Su compañera frunció los labios restándole importancia.

—Seguro ninguno de los trabajadores ni siquiera él se han dado cuenta. Sabes cómo son —comentó dándole ánimos.

Chloé meció su cabeza estando de acuerdo. Era muy fácil congeniar con Marisa a pesar de haberla prejuzgado, como a todo Leiper's Fork. Estaba ahí, poniendo su corazón sobre la mesa y aceptando lo que todos esos días no supo cómo. Marisa lo dedujo sin problemas.

Y eso contrastaba con la realidad a la que acostumbraba. Nadie se tomaba el tiempo de estudiarla, de conocer sus gestos y sus escudos para ocultar lo que en verdad sentía y que no le dejó dormir desde que salió de la casa de Killian días atrás.

Había cocinado para ambos, se aseguró que tuviese algo caliente en el cuerpo antes de regresar a su casa. Tal vez era un simple acto de muchos que él tuvo durante su estadía, pero fue el detonante para sacarse la máscara ante la primera persona que pudo verla sin ella.

Killian Knox le gustaba, y no para fingir.

Ya lo había reconocido una vez, días atrás, pero hoy era firmarlo y sellarlo. Sentía más que simple atracción.

—¿Es muy rápido? —curioseó mordiendo sus uñas.

No recordaba cuando fue la última vez que un hombre la supo poner tan nerviosa, al grado de desconocer su propia cabeza, de contrariar sus pensamientos, de hacerla dudar hasta de sus principios.

Navidad sin señal © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora