Prólogo

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Era la gala más importante del año, ¿por qué? porque se estaba celebrando el compromiso de los príncipes y princesas de Cerdeña y España. Todos bailaban y disfrutaban, comían y hablaban, todos brindaban y reían. Nuestros protagonistas se encontraban corriendo fuera de la gala hasta llegar a un hermoso jardín oculto por grandes muros de plantas, ese lugar era mágico y muy hermoso, poseía diversidad de fauna y flora, pero lo que más resaltaba era un árbol, uno muy grande y lindo, en el había un columpio formado por lianas y una tabla. 

--- ¿seguro que aquí no nos encuentran? --- preguntó un castaño quien estaba preocupado de que los encontrarán.

--- si, seguro. nadie conoce este lugar mas que mi hermana y yo, ahora tú también conoces este lugar --- le respondió su acompañante quien era el príncipe de Cerdeña.

--- si, y ella también lo sabe ahora --- decía apareciendo una chica pelirroja con otra chica quienes eran las princesas de Cerdeña y España.

--- oh, miren quien esta aquí, pero si es mí prometida --- decía el príncipe de Cerdeña acercándose a la castaña, princesa de España,  y besarle la mano.

--- ¡ey! alejate de ella, es mia no tuya --- protesto la pelirroja-- además , a Antonio no le gustaría, ¿o si? 

--- no, porque él sabe que es el único que amo --- dijo acercándose a su amado y después  darle un beso en la mejilla. 

--- ajá, pero igual sabes que me dan algo de celos --- dijo el castaño apartando su rostro sonrojado levemente.

--- lo sé

--- bien, ¿ahora que hacemos? --- pregunto la castaña.

--- no lo sé, querida --- le respondió la pelirroja.

--- ¿sexo? --- propuso el azabache.

--- ¡¿qué?! ¡no! ¿qué te pasa? --- exclamo el castaño, príncipe de España, totalmente rojo.

--- Dico solo che non è poi così male (solo digo, no es para tanto)

--- qué tal si solo nos acostamos en el césped, y vemos la luna y las estrellas, la noche esta muy bonita --- propuso la castaña.

--- no tanto como tú --- dijo la pelirroja.

Todos aceptaron la propuesta y se acostaron en el césped. Tal vez no se besaron, tal vez no se confesaron que se iban a amar eternamente, pero la luna y las estrellas eran los únicos que sabían de cuanto se sentían libres y de cuanto se amaban.

Aquel jardín secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora