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Mi historia es la historia de un amor...

Mi reclamo es el reclamo de dos corazones...

Una novela como tantas otras...

¿Quién podría ser tuyo en esta vida o en otra?

Pero tuyo nada más...

ʚɞ

Chuuya miró con hastío la tarja llena de trastes sucios que Dazai evidentemente no se había dignado en lavar, es más el pelirrojo estaba seguro que al idiota aquel ni siquiera le había importado en lo más mínimo ver toda esa suciedad y desorden, como era usual, largándose a quien sabe donde. Tragándose el coraje que ya comenzaba a bullir en la boca de su estómago, Chuuya tuvo que lavar los trastes de nuevo en lo que iba de la semana.

Ya estaba harto de parecer más la madre de ese idiota que su esposo, pero lo peor de todo es que no podía hacer ni decir nada al respecto. Se había casado con uno de los jefes mafiosos más peligrosos de toda Yokohama por capricho de su padre con la intención de obtener más poder en el bajo mundo de la mafia y Chuuya como el único hijo Omega no podía hacer otra cosa más que obedecer.

Su matrimonio no era el típico de los cuentos de hadas, Dazai no era su príncipe azul y las peleas conyugales y engaños extramaritales del castaño ya eran una constante en sus vidas; Lo peor de todo aquello era que no podía quejarse, no tenía el derecho de siquiera reclamarle a Dazai por toda la mierda que hacía cuando salía con sus amigos y regresaba muy entrada la noche o algunas veces ni siquiera regresaba.

Como Omega, y además esposo de un Alfa de tanta importancia como lo era Osamu, no podía siquiera pensar en molestar a su marido con sus "tontos problemas sentimentales" como solía decirle su padre, debía soportarlo hasta el final por el bien de su clan y tal vez con el tiempo la vida lo recompensaría con un par de cachorros con los cuales entretenerse y olvidar las molestias dentro de su matrimonio.

Chuuya no podía concebir la idea de darle hijos al bastardo mal vendado ese; en primer lugar porque lo detestaba, no se llevaban bien y desde el primer momento en el que se conocieron Dazai se la pasó molestándolo por pura diversión, en segunda porque desde que se enteró de las constantes infidelidades del castaño no quiso volver a tener intimidad con él, a saber de qué cosa podría contagiarle el bastardo ese.

Evidentemente el Alfa hizo un berrinche por la decisión del pelirrojo ya que eso le pegaba en el orgullo, sin embargo Chuuya no dio su brazo a torcer y se mantuvo firme en su posición. Para su sorpresa al final Dazai terminó aceptando de muy mala gana y aunque eso le trajo algo de paz al Omega era bastante evidente también que el castaño estaba cubriendo sus necesidades en otro lado, además aquello únicamente sirvió para agriar aún más su ya de por sí desastroso matrimonio.

Dejó el último plato limpio en su lugar y procedió a comenzar con sus deberes obligatorios de aquel día; ya había hecho el aseo y terminado de sacar la ropa por lo que sólo restaba comenzar con los preparativos de la comida. Todo sería más simple si tuviese el personal adecuado para esas tareas tan molestas, pero desde que atrapó al idiota mal vendado acostandose con las mucamas Chuuya no quiso que absolutamente nadie entrara a su hogar de nuevo, por lo que le tocaba tener que hacerse cargo él mismo de esas tareas hogareñas.

Por suerte él era bastante capaz de hacerse cargo de todo, además de las comodidades usuales de ser el privilegiado esposo del castaño, como tener un bonito auto de lujo en la cochera y con el cual podía ir a hacer las compras de la semana; Chuuya se vistió con lo más cómodo que tenía en su armario, sujetándose el largo cabello en una coleta baja mientras encendía su automóvil y fijaba el rumbo en el GPS integrado del vehículo.

Historia de un amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora