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Habia sido reclutado recientemente con otros animales, con el objetivo de ganar la guerra y eliminar a aquellos parásitos llamados humanos.

Esclavizados cómo mascotas por millones años, usados para entretenimiento, sus pelajes para abrigos, sus cabezas para trofeo en el caso de los animales más grandes. Es como si alguien de arriba les hubiese dado la iluminación dándose cuenta de sus existencias. El Renacimiento de los Animales. Habían evolucionado.

Se les regalo el uso de razón, y poco a poco sus cuerpos empezaron a similarse a los de un humano, sin perder lo característico de sus antepasados. Sus patas traseras empezaron a ser más largas y que las delanteras, y sus columnas vertebrales se modificaron, obteniendo la marcha bípeda. Sus cráneos crecieron, sus cerebros aumentaron en masa. Fue así como nació otra civilización.

La guerra no fue una cosa que se dió de forma reciente. Habían estado en guerra mucho más antes de que su insignificante vida existiera, incluso antes de que sus abuelos se conocieran. Pero de una cosa estaba seguro, no perecería en las manos de un humano ¡Jamás!

Sin embargo, no había tanta diferencia entre el animal y el humano. Llegaron a un punto que aprendieron el idioma humano, también la vanidad humana, obligándose asi mismos a vestir prendas de vestir. Conocieron la técnica del tejido, la recolección de frutos, la pesca, la agricultura. Incluso crearon una religión.

A pesar de la gran unión de animales de diferentes razas por una misma causa, no todo era color de rosa, dentro de esa fachada había desprecio, especialmente por aquel género secundario que solía revelarse en la pre - adolescencia del animal, el Omega. No eran fuertes, no servían para la guerra, ninguno quería como compañero de vida a un Omega que no diera hijos fuertes y alfas. Meterte con un Omega era la posibilidad de tener hijos débiles, arruinar tu descendencia.

Aquel pensamiento compartido por casi todos los animales no evitaría que algunos sucumbieran a sus deseos sexuales. Abusos, deseos, violaciones, maltratos, los omegas no eran dueños de nadie.

Y es ahí donde inicia la mala historia de acenix. Ser Omega fue como un piedra grande, gruesa y pesada en su camino.



¡Únete A La Guerra! - MikenixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora