Roberta: ¡Lupita, muévete!
Faltaban quince minutos para las ocho y se supone que tenemos que estar en la escuela, pero nosotras como las mensa que somos, nos quedamos dormidas.
Lupita: He, cálmate, tú fuiste la que olvido poner la alarma - Siguió tratando de acomodar su cabello.
Roberta: ¡Fuiste tú la que olvido poner la alarma! - Repliqué molesta.
Nunca he llegado tarde y si eso cambia hoy por culpa de Lupita me encargaría de matarla yo misma y con mis propias manos.
Lupita: ¿Enserio? - Prosiguió con su maquillaje.
Roberta: ¡Si! - Grité viendo impaciente los números del reloj en la cocina - Lupita, si no te apuras, te juro que te dejo - Me golpee la frente con la palma de mi mano - ¡Tu tienes auto y yo también! ¡¿Que demonios estoy haciendo aquí!? - Tomé mis llaves y salí corriendo hacia mi auto.
El camino parecía eterno y cada cinco segundos daba una rápida mirada al reloj del en el tablero del auto.
Roberta: ¡No cierre! - Le grité al conserje que estaba a punto de cerrar la puerta.
Corrí hacia ella y una vez dentro de la escuela suspiré y me rendí, nunca me dejarían entrar con más de diez minutos de retraso, y menos el maldito maestro calvo que daba matemáticas.
Iba a matar a Lupita.
Me dirigí al baño de chicas y traté de verme menos horrible, me maquillé un poco y até mi cabello en una coleta con un listón rojo que combinaba con la maldita - falda que cada vez que la estiraba para que quedara más larga se alzaba más.
Ya no me veía tan mal, pero aún así odiaba los martes.
Salí e hice mi camino hasta la cafetería para comer algo más decente que una barra integral de piña a medio comer.
Tomé un yogurt de fresa y unas galletas, pagué y me senté en la mesa más cercana a comer tranquilamente mientras estudiaba un poco de biología, que era mi última clase del día.
Enseguida me odie por pensar en eso, hoy me tocaba biología, lo que significaba Diego y yo no quería ver a Diego.
No quería que creyera que me tenía a sus pies igual que a todas, porque no era así, aunque le di razones para hacerlo.
Claro él me intenta besar y yo como tonta me derrito en sus brazos como todas las chicas, me sentí asqueada de solo pensarlo.
La parte buena era que tenía todo el día para prepararme, lo único que tenía que hacer era ignorarlo y dejarle en claro que dejara de hablarme.
¿Dejara de hablarme? ¿Porqué tendría que hablarme? Tal vez ni siquiera me hable y yo estoy atormentando me con todo esto para nada, si seguro eso es.
Mia: ¿Dónde estabas? - Preguntó una vez estaba sentada frente a mi.
Estas galletas saben genial.
Mia: ¡He! - Gritó en mi cara dándome una bofetada, demasiado fuerte.
Roberta: ¿¡Porque me pegas!? - Grité enojada, con la mano sobre mi mejilla que ahora estaba roja y punzante.
Mia: ¿En que pensabas? - Ignoró la pregunta anterior y se volvió a su asiento.
Roberta: En que estas galletas son geniales y en que me quiero casar con ellas, si fuera legal claro - Me encogí de hombros restando le importancia y seguí concentrada en que solo me quedaban dos.
Mia: ¿¡Quieres olvidarte de las galletas!? - Alzó un poco la voz provocando que un par de chicos nos miraran.
Roberta: ¿Qué te pasa? Estas muy...irritante - Odiaba cuando se ponía así.
Mia: ¿A ti que te pasa? Llegas tarde, no me explicas porque y estas muy calmada al respecto - Me miro con su perfectamente depilada ceja arqueada.
Roberta: Trato de no pensar en eso, gracias - Dije sarcástica - Al ver que su expresión no cambió, agregué - Lupita olvidó poner el despertador - Al parecer fue suficiente porque solo asintió, pero enseguida volvió su cara de confusión.
Mia: ¿Lupita durmió en tu casa?
Roberta: No estaban mis padres, y se lo pedí - Contesté como si no fuera gran cosa, no era como si fuera la primera vez que una de ellas se quedara conmigo.
Abrió la boca para hablar pero fue interrumpida por la campana.
Educación física, genial.
Roberta: Odio este maldito uniforme - Me quejé.Mia: Lo dices todos los días, no hace falta repetirlo - Respondió una fastidiada por mis quejas.
Profe : Muy bien chicos, den veinte vueltas a la pista, quien no las termine, tendrá que dar el doble la próxima clase - Dijo el entrenador juntando sus manos haciendo un sonido de aplauso.
Irónico porque él pesaba mucho más que todos nosotros juntos, en realidad ahora que lo pienso, todos los maestros de educación física son iguales, los odio y más al mío.
Comencé a dar las vueltas sola, Mia no tenía que hacerlo porque era animadora y tenía derecho a faltar a esta clase, hasta su uniforme era más largo que este, debí dar la prueba para entrar.
- Hola - Dijo una voz muy conocida para mi mientras su cuerpo se colocaba junto al mío también trotando.
Roberta: Hola Diego - Traté de que mi voz sonara lo más calmada posible y de no dirigir mi mirada hacia él, eso haría que me pusiera más nerviosa, si eso se podía.
Diego: Te vez tensa, ¿Estas bien? - Pregunto con tono preocupado poniendo su mano sobre mi frente.
Okey si es posible estar más nerviosa.
Roberta: Ehh... Si - Retiré su mano lentamente - Solo algo agitada, porque casi se me hace tarde - Le di una sonrisa algo forzada, aunque creo que salió más una mueca.
Diego: ¿Por qué casi se te hace tarde? - Se coloco frente a mi, así que pare pero él tomo mis dos manos y me hizo seguir corriendo con él, aunque ahora él estaba haciéndolo de espaldas.
Roberta: No hagas eso Diego te vas a caer - Traté de volverlo a poner a mi lado, pero obviamente era más fuerte que yo, así que no lo moví ni un poco.
Bien, si se cae no es mi problema.
- A mi amiga se le olvido poner la alarma - Expliqué fingiendo mirar detrás evitando sus ojos.
Diego: Ayer no vi ninguna amiga - Dijo confundido haciéndome sonrojar por lo que pasó.
Roberta: Ehh...si es que ella estaba arriba - ¡No tartamudees!
Diego: ¿Estas nerviosa? - Apareció su sonrisa de lado lo que solo me hizo enojar.
Roberta: No, ¿Y tu, Diego? Porque parece que lo único que te gusta hacer es ponerme incomoda, así que te agradecería que me dejaras en paz - Corrí más rápido dejándolo atrás.
Se supone que eso tendría que solucionar el problema y que debería sentirme bien, pero no me sentía para nada así.
