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1074 palabras.

- ⩩☁️› El otoño eterno.

¿Qué hay bajo la corteza terrestre?

No se sabe con exactitud, pero respira.

Se desconoce cuándo llegó ahí, mas las antiguas ilustraciones humanas sugieren que ha estado ahí desde siempre. Es una criatura gentil y bondadosa, porque nunca ha hecho daño a los seres que habitan sobre ella; al contrario, les provee con minerales y fluidos beneficiosos para la salud, curando desde enfermedades terminales, hasta el envejecimiento.

Incluso le puede cerrar la puerta a la muerte, frente a su cara si así lo desea. Sin embargo, esto último se ha decidido que no es correcto manipular. Así como el protector de la humanidad da, también pone condiciones.

一O al menos, así lo dictan los maestros 一Ángeles finaliza, atenta a cualquier reacción que saca de su pobre víctima que está sentado contra la pared, su cuerpo retraído一. Oye, ¿si quiera me estabas escuchando?

一No veo cuál era tu intención en hablarme sobre algo que ya sé 一Minho se cruza de brazos y aparta la mirada, aburrido y deseando poder encerrarse en su cuarto otra vez. Si no fuera porque sus padres adoptivos lo obligaran a convivir con otros niños del vecindario, estaría ahí ahora mismo一. Mira, el sol se está ocultando. Hay que regresarte a casa.

Su...amiga infla sus cachetes con aire, una acción a la cual Minho ha sido expuesto las suficientes veces como para reconocer lo que le procede 一una queja, un pero一 y se adelanta para callarla一: Me voy a meter en problemas con tus padres si no lo hago.

一Pero aún hay luz 一lloriquea y planta sus talones contra el suelo en lo que Minho la lleva a rastras一¡Mientras haya sol, aún no es hora de irme...!

Caminan en el sendero natural entre los árboles, las hojas otoñales esparcidas a lo largo de este. Ángeles se rinde y de mala gana sigue por donde va su compañero, de vez en cuando se detiene a mirar alguna tontera que llama su atención.

Los niños se detienen al divisar una silueta al final del sendero, su forma de caminar despierta inquietud en ellos. El desconocido avanza con lentitud, parece estar en una especie de transe y balbucea incoherencias.

一No vayas 一la niña toma de la mano a Minho en cuanto lo ve dar un paso adelante.

Ángeles es más rápida en salir de su estado paralizado y es su turno de jalar a Minho en la dirección contraria. Las gotas de sudor frío se resbalan por su mejilla al comprender el peligro al que están expuestos.

一¡Mamá! 一Minho golpeó la puerta de su casa一¡Ábrenos, ábrenos la puerta rápido!

La señora no tarda en socorrer a su hijo y a su amiguita, los apura para que entren y cierra la puerta tras sí.

一¿Qué pasó, mi vida? ¿Qué pasó? 一la señora se puso de cuclillas frente a su hijo y sostuvo su pequeño rostro.

一Había一intenta explicar Ángeles entre temblores一. Había un señor raro en la entrada de-del sendero.

一Y decía cosas raras...Parecía otro idioma.

一¿Pero les hizo o dijo algo?

Los pequeños negaron con la cabeza.

Tras una pausa cargada en suspenso, la mujer solo ofrece una sonrisa entre enternecida y triste.

一¿Seguros esta no es otra táctica de Ángeles para quedarse la noche aquí? Cariño, sabes que tus padres se preocuparán mucho si no regresas con ellos 一se levanta y acaricia la cabeza de la chiquilla一. Ven, yo te llevaré, ¿sí?

一¡No, mamá! ¡Espera! 一Minho sostuvo su falda, con su mirada suplicando que no abandonara la casa.

Recuerda a la perfección cómo su piel se erizó en la presencia de esa cosa, una sensación electrizante que paralizó su mente y cuerpo por igual.

No lo olvides.

一Cielo, sus padres esperan por ella, ¿sí? Si estuvieras en su lugar, te gustaría que hicieran lo mismo.

Desde aquel suceso, sabía que algo había cambiado. En el mundo, lo podía saborear, le dejaba un mal sabor de boca inexplicable.

No lo decía por alguna tragedia, pues su madre regresó a la casa a los breves minutos. La casa de Ángeles no estaba lejos.

El primer cambio que se manifestó fue el otoño eterno.

一Estoy cansada de estas hojas marrones y naranjas 一refunfuña Ángeles entretanto patea una pila de hojas一. De por sí odio el invierno, así que no sé cuál es peor. Que el otoño nunca se acabe o que llegue el invierno.

一Es inútil que te fastidies por la estación. Ya ha pasado un año desde que se ha quedado así, mejor olvídate de que algún día cambie.

一¡Pero voy a extrañar a las luciérnagas! Solo aparecen en verano, y voy a extrañar las limonadas y los helados.

Minho no puede ocultar su característica expresión molesta mientras que su amiga procede a enumerar sus razones por las que el verano es su estación preferida.

Suben a la casa del árbol improvisado que construyó el papá de Ángeles.

La casa en cuestión está recién construida, con la longeva cantidad de dos semanas desde su creación y una desde que Ángeles convenció a su amigo amargado a subir con ella cada tarde luego de la escuela.

Al igual que a un gato que arrastran con una correa y se echa al suelo en cuanto te detienes, Minho se acostó en el piso, sus brazos extendidos a los lados y deseando que llegara la noche para regresar a Ángeles con sus padres.

一Estás en medio del paso 一regaña ella.

一Pasa por encima, qué más da.

Ángeles quiere entender a Minho más de lo que quiere comprender por qué el otoño se rehusa a irse. Es el primer niño que conoce que es así de desanimado y aburrido. Minho despertó curiosidad en ella desde el día en el que lo encontró moribundo entre los narcisos.

一Oye, Minho, quédate así.

¿Si quiera le oyó?

Oh, qué importa. Mejor para ella, pues lo que quiere hacer tal vez no sea de su agrado.

Rebusca en su mochila la flor que arrancó del macetero esta mañana. Una vez en su pequeña mano, comprueba que los pétalos han adquirido una coloración marrón por los bordes y una que otra grieta en el medio.

一Qué haces.

一Te pongo una flor en el pelo.

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⏰ Última actualización: Mar 22, 2023 ⏰

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