Match

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Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro.

-- Si vuelves a suspirar una vez más te juro que te arrojo el código penal en la cabeza.

Andrés, el mejor amigo de Guillermo, lo amenazó luego de levantar la mirada de su libro, con el ceño fruncido en un claro gesto de molestia por llevar más de media hora escuchándolo quejarse al aire. De verdad, no era un mal amigo, estaba justo ahí para pasar tiempo juntos y ayudarlo incluso en el puesto de tortas que los padres de Memo tenían afuera de su casa, pero el rizado no ayudaba en dejarlo concentrarse siquiera un poco.

-- ¡Pero Andrés, estoy muy aburrido! Al menos deberías dejarme poner Caso Cerrado para entretenerme. Hasta te puede ayudar a ti con tus clases.

-- Ya te dije que ese programa es una completa burla para mi carrera. Deja de quejarte y mejor busca trabajo.

-- Ya tengo trabajo.

-- Ser el mesero en el propio negocio de tus papás, chingarte la propina y comer gratis ahí no significa tener empleo. Necesitas prestaciones y un sueldo fijo.

Guillermo rodó los ojos aprovechando que Andrés volvió a su lectura.

-- Yo no estoy para trabajar, estoy para que me mantengan.

-- Al menos que te consigas un wey como el de Javi dudo mucho que logres ser un esposo trofeo.

-- Que mal vibroso.

Andrés no respondió y Guillermo suspiró. Se ganó de nueva cuenta una mala mirada pero lo ignoró y se concentró de nuevo en su teléfono. Ya había revisado TikTok, Twitter, Facebook, Instagram y Whatsapp y no había nada interesante, tan vacío como una sala de cine entre semana. Demonios, no tenía ni siquiera un mensaje de texto por parte de su compañía telefónica. Incluso Telcel sabía que era pobre y no le ofrecía paquetes de datos. Que horrible.

Deambulo un poco más entre su galería, deslizando con pereza las fotografías de hace un año que se tomó en la graduación de Hirving y entonces se encontró con una selfie en específico. Un recuerdo doloroso que se había negado a borrar por "sentimentalismo". La foto mostraba al grupo de amigos universitarios sonriendo y con pastel embarrado por el rostro. Todavía recuerda la pequeña celebración que montaron en el patio de Rafa sin su permiso. Y ahí, en la esquina estaban Memo y su ex pareja, abrazados y sonriendo a la cámara con sinceridad. Ya habían pasado más de seis meses de su ruptura, pero seguía doliendo como si hubiera sido ayer.

Guillermo negó con la cabeza, eliminando el melancólismo que se comenzaba a instalar en su pecho. No, no, no, y no.

No valía la pena. Ni una lágrima, ni un suspiro más. Sobre todo porque bien Andrés lo había amenazado minutos atrás con descalabrarlo si seguía de ruidoso.

Además eso parecía la señal correcta que le indicaba que era tiempo de volver al ruedo. Conocer gente. Ligar. No era necesario buscar una relación seria, tal vez si descargaba alguna aplicación de citas podía escabullirse más tarde y encontrarse con alguien que le ayudara a olvidar a su ex. Algo de una sola noche. Si, sonaba bien.

Se apuró en eliminar ciertas cosas para tener espacio en su memoria y descargo la famosa aplicación Tinder. Se registró, eligió unas cuantas fotos y abrió su perfil.

Bien, era fácil, hasta se podría decir que divertido. Sólo tenía que dar hacia la izquierda si no le gustaban y a la derecha si sí. Era como smash or pass.

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⏰ Última actualización: Mar 22, 2023 ⏰

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