Cumplí los 15 años cuando viaje de manera definitiva a Guatemala, ahora no habría manera de que pudiera hablar con alguno de mis familiares, mi conducta había sido de lo peor y nadie más creería en mí, tendría que resignarme a vivir otra vez en casa de mi madre, aunque yo no lo quisiera.
Seguí estudiando en un instituto que estaba cerca de donde yo vivía, en ese instituto me realizaron una equivalencia por parte de la embajada de los Estados Unidos y después de ese proceso fui trasladada a un Colegio Americano de mejor estatus, pero mis padres no eran personas con muchos ingresos a pesar de que mi padre era un ingeniero geotérmico, en ese entonces él no podía ganar demasiado como para poder cubrir los gastos que generaría el que yo estudiara en ese colegio, era una carga que él no podía sobrellevar y tampoco mi madre podía hacerlo. Por lo que continúe estudiando en el mismo instituto cerca de mi casa hasta que me gradué.
Al llegar mi graduación también llegaba la difícil decisión que sería elegir mi carrera, aunque no lo pensé mucho en realidad, decidí ser maestra de párvulos. Años después de terminar mi carrera conocí al que sería mi futuro compañero y padre de mis hijos, se trataba de un joven que vivía en la esquina de la calle en donde estaba mi casa, aunque honestamente él no era una persona que me resultará agradable, él tenía dinero o más bien su familia era acomodada por lo que era muy popular con todas las mujeres, su ropa nueva, su auto de marca y su buena posición eran imanes para todas, pero nunca lo fue para mí. A mi criterio él era un hombre antipático e insensible, pero aun así caí por él al igual que todas las demás.
No podría decir que realmente me enamore de él más, sin embargo, quizás surgió algo de cariño en algún momento de nuestra relación, pero nunca fue amor y de eso estoy muy segura.
Una de las razones más poderosas por las que me casé con él fue porque deseaba escapar con cualquier excusa de mi casa, no soportaba por más tiempo vivir ahí. Mi vida siempre había estado llena de libertad y no podía acostumbrarme al control excesivo que mis dos padres querían tener sobre todo lo que yo hacía, pero siendo tan joven las cosas se toman a la ligera y no se piensa con detenimiento cada decisión que se toma y sí, debí pensar con la cabeza fría y analizar lo que vendría después de mi casamiento, pero no lo hice en su lugar me deje guiar por la desesperación y está no fue una buena consejera, me llevo a cometer uno de los errores más grandes de toda mi vida.
Todos los preparativos de la boda transcurrieron sin ningún problema, el verdadero desafío fue convivir como una pareja de recién casados, él aún no tenía una casa propia por lo que tuvimos que vivir junto a sus padres, no me queje en ese momento pues ¿Acaso podía ser peor con su familia que con la mía? No lo creía, pero vaya que cometía un error, su familia me tomo como si fuera una más de sus hijas, y por lo tanto, está nueva hija debía ayudar con los quehaceres del hogar algo a lo que no estaba acostumbrada, en mi casa nunca moví ni un solo dedo, pero ahora debía cocinar para todos los trabajadores de mi suegro y muchas otras cosas. Era un mundo nuevo para mí, pase de ser tratada como una auténtica reina a ser la criada de todos, fue mi suegra quien me enseño a lavar, a cocinar y todo lo que se debe hacer como una ama de casa, aún hoy en día le estoy muy agradecida por todo lo que me enseño, si no fuera por ella hoy en día no podría hacer muchas de las cosas que hago. Por otro lado, mi esposo era un militar, un hombre que solamente buscaba casarse para tener un adorno dentro de su casa, él tenía una idea muy clara acerca de lo que significaba la mujer y de lo que significaba el casamiento, una definición con la que nunca estuve ni estaré de acuerdo, la mujer debía permanecer dentro de su hogar sin cuestionar ninguna decisión del esposo, él tenía la última palabra siempre y se le debía obedecer. Él y yo jamás salimos como una pareja enamorada a ninguna parte, las únicas ocasiones en la que podía salir un momento de casa era en compañía de mis suegros o de mis cuñados, él no tenía tiempo para compartir conmigo, era como vivir con un completo extraño así que cuando me enteré de su muerte mi corazón no tuvo ninguna reacción, era únicamente una persona más para mí, nadie importante. Sin embargo, para mis hijos fue un caso totalmente diferente, mi segundo hijo Marcos fue quien más sufrió tras la muerte de su padre, a pesar de su forma dura y fría de actuar él trataba a Marcos con mucho amor y atención, siempre fue su hijo preferido, ya que toda su atención siempre estuvo enfocada en él, pero para sus otros dos hermanos la convivencia con su padre fue muy diferente. Gabriela mi hija mayor fue detestada al momento de su nacimiento por el simple hecho de ser una niña, algo que me enfurecía de gran manera ¿Cómo era posible que aborreciera a su hija? Era sangre de su sangre y lo único que hubo en sus ojos al momento de verla por primera vez fue desprecio. Pero siempre excuso su actitud en amargas y duras palabras " Ella es una mujer por lo que no merece nada" y para mi último hijo Esteban no fue muy diferente que con Gabriela, él también fue rechazado por su padre ¿La razón? Él absurdamente creía que mi último hijo era producto de una relación que en su cabeza yo mantenía con mi suegro. La mayor parte del tiempo estaba con mi suegro, nunca de una manera poco apropiada, pero sus celos eran mucho más grandes que su razón y comenzó a imaginar cosas que en realidad nunca sucedieron. Quizás su molestia se dio también al notar que el único que sentía celos en nuestro matrimonio era él ¿Por qué yo debía sentir celos? Él no significaba mucho para mí como para molestarme en sentir celos, no me preocupaba que estuviera con otras mujeres ni nada de lo que hiciera con su vida, el momento más feliz para mí en el día era verlo salir por la puerta de la casa.
Antes del fallecimiento de mi esposo fundamos un pequeño negocio juntos, el cual consistía en traer automóviles de los Estados Unidos, dado a ese negocio yo viajaba con mucha frecuencia al extranjero y así mismo podía descansar un poco de mi propia vida de casada. Lamentablemente, nunca tuve la oportunidad de llevar a mis hijos conmigo, mi esposo jamás lo permitió, los niños debían quedarse en casa con sus abuelos mientras él y yo estábamos de viaje.
Siempre anhele tener una oportunidad para llevarlos conmigo, jamás hubiéramos regresado a Guatemala y nuestro destino habría cambiado, pero ese momento que tanto espere jamás llegó. Criar a mis niños después de la muerte de su padre fue algo muy duro y difícil para mí, las cosas en casa de mis suegros fueron de mal en peor, muchas veces mi suegro quiso sobrepasarse conmigo y era insoportable su constante acoso, las miradas inapropiadas y las insinuaciones ya eran demasiado. Sabía que lo mejor era salir de esa casa cuánto antes, pero eso conllevaba varías cosas, una de ellas era renunciar al negocio que con mucho esfuerzo había mantenido en pie y la segunda era que toda la familia de mi esposo se volvería enemiga mía, pero ya no podía soportar ni un solo segundo más, mi paciencia se había acabado y con todo el valor que pude reunir tome todas mis cosas y las de mis hijos y salí de esa casa, lo más seguro para mí era huir hacia el interior del país, nadie podría buscarme en ese lugar y podría estar segura y tranquila.
Ahora que estaba sola debía empezar a trabajar para mantener a mis hijos y en realidad no tarde demasiado tiempo en encontrar un empleo, fui contratada en la inteligencia militar lo que me permitió darles de comer a mis hijos y así mismo sostener el hogar que estaba formando por mi propia cuenta.
Nos cruzamos con mi suegro en muchas ocasiones, pero siempre me encontraba rodeada de militares por lo que nunca tuvo el coraje para siquiera dirigirme la palabra, dentro de mi cabeza algunas veces paso la idea de vengarme de él, mi trabajo me permitía tener acceso a armas y asesinarlo no sería ningún problema, no solamente a él, a toda su familia, el daño que me habían causado a mí y a mis hijos era algo que no podía perdonar, pero no me mancharía las manos con ellos.
Los meses pasaron y todo parecía marchar bien para mi familia, mis hijos y yo habíamos formado una vida solos y éramos felices, pero la tempestad aún no había llegado a su fin.
Toc, toc, sonó dos veces la puerta ¿Quién sería a esa hora? Me pregunte mientras caminaba hacia la puerta, al abrirla el rostro sonriente de mi suegro apareció ante mis ojos y no tarde mucho en notar que junto a él estaban varios policías y mi suegra.
"¿Qué desean?" Pregunte tranquila mientras en mi cabeza los insultaba de todas las maneras posibles. "Hemos venido por tus niños" Exclamó mi suegro con aires de autoridad " No es correcto que vivan con una prostituta como tú, ellos deben estar con nosotros para que tengan una vida decente lejos de ti" ¿Me había llamado prostituta a mí? ¿Cómo se atrevía a acusarme de eso?
"Ustedes no pueden apartarlos de mi lado, soy su madre y deben estar conmigo" intenté cerrar la puerta, pero uno de los policías la sostuvo con mucha fuerza empujándome hacia atrás.
Sin pedirme permiso entraron en mi casa yendo hacia las habitaciones de mis hijos.
Los tomaron por la fuerza aun cuando ellos lloraban y gritaban desesperados, sus ojos llenos de lágrimas y de miedo será algo que nunca podre borrar de mi cabeza ¿Es que acaso mi suegro no tenía corazón? ¿Cómo podía hacer una cosa así?
" Nunca debes desafiarnos, jamás volverás a ver a tus hijos" fue lo último que dijo antes de cerrar la puerta con fuerza. Mis piernas perdieron toda su fuerza y me desplomé en el suelo ¿Qué es lo que estaba pagando? ¿Por qué me apartaban de lo que más amaba en la tierra?
No pude ver a mis hijos en todo un año, fueron días y meses horribles, lo único que podía hacer era pensar en mis tres pequeños niños ¿Los tratarían bien? Era algo que me atormentaba todas las noches evitándome poder conciliar el sueño.
A mi hija Gabriela la trataron como a una criada, limpiaba, cocinaba, se encargaba de todo sin recibir ningún tipo de paga, lo único que conseguía eran malos tratos e insultos y mis hijos menores no corrieron con una mejor suerte, los obligaban a trabajar desde temprano hasta muy tarde en la noche, explotándolos por completo siendo tan solo unos niños.
No podía hacer nada para ayudarlos, no podía hacer nada para que ellos volvieran a mi lado, la desesperación y la tristeza eran demasiado para sobrellevar, tanto que mi único refugio fue el alcohol, pasaba mis días y noches tomando en bares hasta perder el conocimiento, en una de esas tantas noches de borrachera fui a la casa de mis suegros y ni siquiera puedo recordar el cómo llegué hasta la puerta de aquella casa, pero ya me encontraba ahí y quizás el estar tomada y armada no era una buena idea, vi la fachada y la irá me invadió, tome el arma que llevaba en el pantalón y dispare en varias ocasiones, cada bala que chocaba contra la pared y la puerta representaba la furia y el odio que asediaba mi cuerpo y mente. No actúe correctamente y hoy en día puedo reconocerlo, pero el alcohol fue un mal amigo y nunca debí emborracharme.
Debido al alcoholismo en el que caí perdí mi empleo, el lugar en donde vivía y las cosas solo fueron de mal en peor para mi vida, termine vagando por las calles rogando por unas monedas que terminarían por convertirse en botellas de alcohol, esa era mi manera para anestesiar el inmenso dolor que no le permitía a mi corazón permanecer en paz, pero aquella anestesia no era suficiente y deseaba cada vez más, necesitaba olvidar todo lo sucedía.
Pero siempre existe una luz al final del túnel y tuve suerte de por fin haber podido encontrarla, pude salir de ese oscuro mar en el que me había sumergido. Me encontraba recostada en una desolada calle y ese parecía ser mi final, veía como varias personas caminaban a mi alrededor, pero ninguna de ellas se tomaba la molestia de tan siquiera mirarme por unos segundos ¿Esa era la manera en la que terminaría mi vida? ¿Moriría sin haber podido ver a mis hijos una vez más? Pero una voz alejo esos pensamientos regresándome a la vida "¿Te encuentras bien?" Con dificultad mis ojos se elevaron y pude distinguir a una hermosa mujer quien con una sonrisa me ofrecía su mano, era como un ángel que había llegado a rescatarme de un trágico final.
Al momento de tomar su mano un calor acogedor me invadió, era como haber encontrado un lugar seguro en dónde podía refugiarme, aquella mujer sugirió llevarme hasta un centro de rehabilitación en dónde podría enfrentar mi obvia adicción al alcohol, accedí de inmediato, ya que deseaba cambiar a toda costa mi situación. Caminamos por las calles heladas mientras manteníamos una superficial conversación, preguntó por mi nombre, mi edad y muchas otras cosas, pero hubo una pregunta que me recordó el motivo de mi adicción "¿Tienes hijos?" Esa pregunta provocó que el dolor que el alcohol había anestesiado volviera a aparecer, los rostros de mis tres pequeños aparecieron frente a mí y de inmediato las lágrimas cayeron de mis ojos. La mano de esa amable mujer acaricio mi espalda intentando brindar consuelo y ese simple tacto le dio a mi lastimado corazón algo que había buscado durante meses en el alcohol, paz.
Después de calmar mi llanto explique la situación en la que me encontraba y exprese siempre el deseo de recuperar a mis hijos al precio que tuviera que pagar, atentamente fui escuchada y obtuve una oferta, esa mujer me ofreció su apoyo para poder recuperar de nuevo a mis niños, ella trabajaba como abogada por lo que su conocimiento sobre las leyes era inmenso y sobre todo ella quería ayudarme, me ayudaría a reunirme una vez más con mis hijos.
No fue algo sencillo, desde mi tratamiento para abandonar el alcohol hasta la demanda que interpuse en contra de mis suegros todo me agotaba física y mentalmente y muchas veces considere rendirme, quise dejar todo atrás, pero "Katherine" la mujer que me había rescatado de mi peor momento nunca me dejó caer y siempre me ayudo a mantener la fe, ella me instó a luchar por mi principal objetivo y todo el esfuerzo tuvo sus resultados, ganamos el caso en contra de mis suegros, el juez me otorgó la custodia total de mis hijos. El punto culminante para ganar el caso fueron las pocas pruebas que mi suegro poseía en mi contra, no tenía ninguna prueba de mi supuesta prostitución, y aunque quiso acusarme de ser una alcohólica pude demostrar que me encontraba en rehabilitación por lo que el juez de buen corazón pudo ver la gran maldad de mi suegro, él pudo darse cuenta de sus verdaderas intenciones, mi suegro quería verme sufrir.
Las consecuencias de toda esa pesadilla están ahora reflejadas en las personalidades que mis tres hijos formaron, sobre todo se puede ver en Marcos, su carácter se tornó duro además de que utilizaba un lenguaje poco apropiado, quizás su vocabulario se dio debido a que la mayoría de personas que lo rodeaban eran poco estudiadas y sin ninguna ambición en la vida, por otro lado, su hermano Esteban se relacionó con personas diferentes y por supuesto su carácter sociable y amigable ayudo a su buen desenvolvimiento con todos a su alrededor. Gabriela a diferencia de sus hermanos poseía una personalidad mucho más tranquila y reservada, ninguno de los tres era igual y eso era un reto enorme para mí, tener que lidiar con tres personalidades tan diferentes era un gran desafío. Me perdí casi de un año y seis meses de sus vidas, pero debía tratar de sanar las heridas que mis suegros habían dejado en ellos con amor y comprensión. Por fin los tenía a mi lado, pero ahora existía un problema mayor, me encontraba desempleada y no podía darles mucho materialmente, mi familia me dejó sola, ni mi madre ni mi padre y tampoco mis hermanos me ayudaron, no tuve ninguna ayuda, siempre tuve que hacerlo todo sola.
Todo lo que tuve que enfrentar me hace sentir orgullosa porque eso me ha hecho la mujer que soy hoy en día, soy una mujer estable, poseo una casa y varios terrenos alrededor del país los cuales me han costado sudor y esfuerzo propio. Cuando vuelvo a ver a mis suegros hoy en día la rabia y todo el enojo que pude haber sentido alguna vez se desvaneció con el tiempo, podría decir que ahora lo único que siento por ellos es lástima, todas sus mentiras sobre mí fueron descubiertas y el tiempo fue el encargado de ser mi mayor defensor. La vida me ha enseñado y muchas personas también lo hicieron, aún puedo recordar lo que me dijo una vez uno de mis coroneles "si quieres que el dinero rinda debes aprender a ganarlo" y así como él me lo dijo empecé a ahorrar una parte de mi salario siempre que recibía mi paga, no me daba ningún tipo de lujo todo mi dinero iba directo a la cuenta bancaria, pero eso no me importaba, no importaba que solo tuviera un par de zapatos para ir al trabajo, mis hijos debían tener siempre lo mejor.
Cómo todo ser humano fue natural que cada uno de mis hijos tomara un camino propio, se casaron, tuvieron sus propios hijos y desde ese momento los dejé tomar sus decisiones, sabía la clase de adultos que había criado y formado y confiaba en su buen corazón y en qué tomarían el camino correcto.
Perdonar de manera sincera fue muy difícil, soy de carne y hueso y como todos los demás también resulte lastimada muchas veces, pero como se dice por ahí el tiempo ayuda a curar heridas y yo pude sanar realmente, pude perdonar todo el daño que me causo mi suegra y a mi suegro también pude perdonarlo por todas sus mentiras y su intención de alejarme de la vida de mis hijos. El rencor es algo que envenena el alma así que, por lo tanto, lo deseche de mi vida y mi corazón, Dios me ha ayudado a sanar todas las heridas y el odio que atormentaba a mi alma. Desde que conocí a Dios comprendí que la única que sufría reteniendo toda esa amargura y dolor seria yo, me haría mucho más daño y el odio que sentía lo desahogaba en la bebida lo cual no era algo correcto.
Pero logre dejar ese terrible hábito, han pasado 18 años desde que probé una gota de alcohol al igual que el cigarro, eran vicios que dañaban mi cuerpo y no me hacían ningún bien. Aun así creo que en realidad todo por lo que pase desde que era una niña hasta hoy en día me ayudó a madurar y a valorar lo que tenía y a las personas que estaban a mi lado en los peores momentos y eso me volvió la mujer que les cuenta está historia hoy en día, una mujer fuerte y valiente.
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MI PASADO MI PRESENTE MI SONRISA
RandomEl concepto de "Mujer" puede significar muchas cosas, entre ellas valentía, fuerza, amor y miles de palabras que serian insuficientes para describir al ser más hermoso que pudo haber existido nunca. Ser mujer, representa un reto que debe ser enfrent...