Tú eres hermana de Saori y siempre te llevaste bien con todos y eso fue lo que te condenó...
°•Actualizaciones lentas•°
°•Créditos a Masami Kuramada por los personajes•°
°•Esta historia puede contener•°
♡Acoso
♡Escenas s3xual3s
♡Lenguaje ofensivo
♡M...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La inconsciencia te envolvía como una densa niebla, pero poco a poco, tus sentidos comenzaron a despertar. El aire era denso y húmedo, y un olor a sal marina impregnaba tus fosas nasales. Abriste los ojos y te encontraste en una habitación oscura y fría. Las paredes de piedra rezumaban humedad, y el único mobiliario era una cama de hierro y una mesa pequeña.
-¿Dónde estoy? -𝐦𝐮𝐫𝐦𝐮𝐫𝐚𝐬𝐭𝐞, 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐯𝐨𝐳 𝐫𝐨𝐧𝐜𝐚.
Una figura se movió en la penumbra. Ikki se acercó, su rostro sombrío iluminado por la tenue luz de una vela.
-Estás en mi fortaleza, en la Isla de la Reina Muerte -𝐝𝐢𝐣𝐨 𝐈𝐤𝐤𝐢, 𝐜𝐨𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐨𝐳 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐞𝐥𝐚𝐛𝐚 𝐥𝐚 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞.
-¿Por qué me has traído aquí? -𝐩𝐫𝐞𝐠𝐮𝐧𝐭𝐚𝐬𝐭𝐞, 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐞𝐦𝐨𝐫.
-Tengo mis razones -𝐫𝐞𝐬𝐩𝐨𝐧𝐝𝐢𝐨́ 𝐈𝐤𝐤𝐢, 𝐜𝐨𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐬𝐨𝐧𝐫𝐢𝐬𝐚 𝐬𝐢𝐧𝐢𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚.
Te levantaste de la cama, sintiendo un escalofrío recorrer tu cuerpo. La habitación era opresiva, y la presencia de Ikki te hacía sentir vulnerable.
-La locura es relativa, T/N. Pronto, entenderás mi visión.
Ikki te tomó del mentón, obligándote a mirarlo a los ojos. Su mirada era penetrante, y sentiste como si pudiera leer tus pensamientos más profundos.
-Eres fuerte, T/N. Pero tu fuerza es inútil aquí. En mi isla, soy el amo -𝐝𝐢𝐣𝐨 𝐈𝐤𝐤𝐢, 𝐜𝐨𝐧 𝐮𝐧 𝐭𝐨𝐧𝐨 𝐝𝐨𝐦𝐢𝐧𝐚𝐧𝐭𝐞.
Te apartaste de él, sintiendo una mezcla de miedo y repulsión. Ikki se rió, disfrutando de tu reacción.
-No te preocupes, T/N. Tendrás tiempo para acostumbrarte a tu nueva realidad.
Ikki se alejó, dejándote sola en la oscuridad. La habitación era un laberinto de sombras, y el silencio era ensordecedor. Te sentaste en la cama, sintiendo las lágrimas correr por tus mejillas. Estabas atrapada en la Isla de la Reina Muerte, a merced de Ikki, el Caballero de Fénix.
Días después del incidente en el Coliseo, la noticia de tu secuestro se había propagado por todo el mundo, causando conmoción y preocupación. Saori, consternada, se vio obligada a suspender el Torneo Galáctico, y la atención se centró en tu rescate. Seiya, consumido por la furia, juró venganza contra Ikki.
Seiya: -Ese maldito de Ikki... ¡Ya verá cómo se atreve a tocar a T/N! ¡Lo mataré!
Saori, con la voz temblorosa, le entregó un papel a Seiya.
-Ikki me ha dado la dirección del lugar donde quiere que se enfrenten. Debes ir con los demás caballeros.
-Bien. Les avisaré a los demás.
Mientras tanto, en la Isla de la Reina Muerte, Ikki reunió a sus Caballeros Negros en una sala oscura y lúgubre.
-Caballeros Negros -𝐝𝐢𝐣𝐨 𝐈𝐤𝐤𝐢, 𝐜𝐨𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐨𝐳 𝐪𝐮𝐞 𝐫𝐞𝐬𝐨𝐧𝐚𝐛𝐚 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐬𝐚𝐥𝐚-, la nueva era del mundo está por comenzar. En esta era, yo gobernaré.
Los Caballeros Negros lo miraron con admiración y temor.
Ikki: -Como saben, poseo algunas partes de la armadura dorada. Pero confío en ustedes, así que a cada uno le daré una parte para que la protejan. Ikki distribuyó las piezas de la armadura entre sus Caballeros Negros, quienes las recibieron con reverencia.
-Jaja... Pronto comenzará mi venganza.
Mientras tanto, en una celda de la fortaleza, te encontrabas sentada en la cama, con la mirada perdida en la oscuridad. El silencio era opresivo, y la incertidumbre te consumía. La puerta de la celda se abrió, y Ikki entró, con una sonrisa enigmática.
-Veo que te has acostumbrado a tu nueva morada.
-¿Qué quieres de mí, Ikki? -𝐩𝐫𝐞𝐠𝐮𝐧𝐭𝐚𝐬𝐭𝐞, 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐯𝐨𝐳 𝐭𝐞𝐦𝐛𝐥𝐨𝐫𝐨𝐬𝐚 . Ikki se acercó a ti, y te tomo del mentón, obligándote a mirarlo a los ojos.
-Quiero que entiendas mi visión, T/N. Quiero que veas el mundo como yo lo veo.
-Estás loco -𝐝𝐢𝐣𝐢𝐬𝐭𝐞, 𝐚𝐩𝐚𝐫𝐭𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐬𝐮 𝐦𝐚𝐧𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐛𝐫𝐮𝐬𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐝.
Ikki se rió, una risa fría y burlona.
-La locura es relativa, T/N. Pronto, verás que tengo razón.
Ikki se sentó en la cama, frente a ti, y te observó con detenimiento.
-Eres fuerte, T/N. Pero tu fuerza es inútil aquí. En mi isla, soy el amo.
-No te tengo miedo -𝐝𝐢𝐣𝐢𝐬𝐭𝐞, 𝐜𝐨𝐧 𝐮𝐧 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐯𝐚𝐥𝐞𝐧𝐭𝐢́𝐚.
-Deberías tenerlo. Pronto, verás de lo que soy capaz.
Ikki se levantó y se dirigió a la puerta. Antes de salir, se detuvo y te miró por encima del hombro.
-Prepárate, T/N. La batalla está por comenzar.
La puerta se cerró, y la oscuridad te envolvió de nuevo. Te quedaste sola, sintiendo un escalofrío recorrer tu cuerpo. Sabías que Ikki no bromeaba. La batalla estaba por comenzar, y tú estabas en el centro de ella.