Sin aliento.

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Cuando su reloj marcó al fin las once de la noche, salió de su habitación en camino a recoger lo que necesita ahora mismo. Subió a un piso superior y observó el cuerpo del encargado.

Se acercó con las manos en los bolsillo, su gesto duro no desapareció al darse cuenta que era otra persona.

- Hey, tú. ¿Qué haces aquí? - El chico a quién cuestionó era más bajo que él pero la oscuridad le impedía ver incluso el color de su cabello, sus pocos sentidos era lo único que servía.

- ¿Ichiro?

Reconoció la voz al instante entonces sin respetar el espacio personal se arrimo lo mejor que pudo al chico enfrente para tener contacto directo, tendría de excusa el no poder ver bien y que chocó intencionalmente.

Pero espontáneamente fue apartado por ambas manos, retrocedió sin hacer ruido.

- Se supone que esta prohibido recorrer el instituto de media noche, ¿Qué se supone que haces, niña?

Escuchó un gruñido venir de Yaguchi, así que frunció su ceño.

Cierto, estaba olvidando recoger el paquete de cigarros, sin esperar una respuesta cambió su destino e intento esperar al vendedor sentado en las escaleras.

- ¿Tú también quedas para ver a tus chicos?

Juró que moría de la vergüenza por el apodo estúpido que salía de su boca, apretó sus puños incapaz de decir alguna grosería, era tarde y nadie los necesita escuchar.

- Sí.

Por el silenció tuvo la hipótesis de que se le había borrado la sonría al responder su pregunta, reemplazando todo por el desagrado. No tardó mucho para sentirse un estúpido más.

- Estaba bromeando, vine a recoger artículos que quiero para no coger el frío. ¿Entiendes el tema, no? Estoy seguro de que nunca haz probado "cosas de adultos".

- Si lo haya probado o no, no te lo diría a ti. Serías la última persona en saber si alguna vez bebí alcohol.

Soltó una carcajada de repente. Le causó gracia que sólo hable de alcohol y no más. Su diccionario tenía el límite de decir "drogas".

- Sólo me interrogas a mí, se supone que también eres curioso. ¿Quieres que te obsequie unos cuantos?

A las once y media de la noche todo tomó sentido para Tamura, no debería por qué estar tranquilo en ese instante, Yaguchi se verá con alguien justo ahora, " ¿Dé dónde salió esa mierda? " Tuvo un espasmo leve al agarrar razón, entonces dirigió su vista al chico pero ni siquiera vió una sombra así que supuso que le habían dejado hablando sólo.

- Maldita sea. ¿No debería yo llenarlo de preguntas? ¿Por qué se juntarían a las once? ¡Carajo! Ya sé.

Un sentimiento extraño invadió su ser e imaginó que haría Yacchan con ese tal hombre en su habitación. Mordió su lengua para dejar de sobre pensar la situación y se dirigió a su recámara sin importarle sus cigarros. Desde ya, notó que al llegar a clases sería un día jodido.

Mientras bajó las escaleras no evitó pensar lo mismo, realmente sintió que algo ejercía presión en su pecho, era molesto, tenía una mirada frustrante y su cuerpo arder por gritar. No tenía celos, simplemente comienza a sentirse fatigado.

" Yaguchi no sería capaz de hacer eso. "

Antes de cerrar su puerta, suspiró y envío un mensaje al vendedor de los cigarros pidiendo explicaciones. Era tan tarde que desgastar las horas sin fumar se torna en una pesadilla.

Especialmente porque ahora sentía la garganta presionando contra el mismo, como seca. Acomodó su cabello suavemente, luego apretó sus dedos para escuchar los sonido de este. Así mismo miró con aburrimiento su teléfono, deslizando entre sus contactos buscando con quién hablar.

Engaña. [Ybc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora