𝘊𝘢𝘱 2 - 𝘓𝘢 𝘤𝘭𝘢𝘷𝘦

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En este cap va a haber gore y maltrato animal, no es la gran cosa pero quería advertirlo por si las dudas, reitero, es mi primera vez escribiendo esta clase de contenido.
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Se acostó en la gran y lujosa cama con finas sabanas de seda, su mirada demostraba odio, un odio muy poco común en un niño, un odio inmenso, como una oscuridad que se alimentaba de la maldad, un odio muy grande como para ser sentido por aquel niño de 12 años, su mirada estaba clavada en el techo de aquel cuarto, mirando con desagrado este, perdido en sus pensamientos, en sus labios se encontraba una mueca de asco mezclado con ira, este sentimiento lo estaba empezando a cegar, apretó las sabanas con fuerza mientras su mente solo alimentaba más aquella ira, "Los maldigo, maldito sea el día en que nacieron. ¿Ahora yo tengo la culpa de cualquier mierda que pase?" Pensaba el niño con mucha rabia acumulada. La habitación empezaba a hacerse cada vez más pequeña ante su vista, pero esto no parecía importarle.

Trato de relajarse, cerró sus ojos soltando un suspiro pesado, estaba tratando de conciliar el sueño, en la habitación de al lado el pequeño pajarito que su hermano tenía no paraba de cantar, rápidamente abrió los ojos frustrado e irritado, la imagen de aquel pequeño oso llegó a su imagen, haciendo que su ira se hiciera más fuerte.

¿Ahora el era el malo?, desde que ese mocoso había llegado las cosas cambiaron mucho, su madre casi ni le prestaba atención y su padre ya no jugaba más con el, prefería jugar con el estúpido de se niñato.

Gruñó en voz baja, no soportaba la ira que aquel niño le daba, lo aborrecía, aborrecía al pequeño azabache con toda su alma, era tan insoportable, un dolor en el trasero. Le asqueaba cada rasgo "tierno" del niño, odiaba escucharlo reír y hasta gozaba cuando este lloraba. No podía evitarlo, de la noche a la mañana repentinamente tuvo un archienemigo, el cual por más loco que suene era su hermano de apenas 6 años, quien nunca le había echo una maldad, pero por culpa de sus negligentes padres no podía evitar aborrecer cada centímetro de su pequeño hermano.

Aquel canto solo lo hacía pensar en el insoportable niño que ahora vivía con él y al que ahora debía llamar "hermano". Con quien debía fingir quererse a pesar de que no lo podía ni ver hasta en pintura. Aveces y solo aveces cuando estaba muy enojado pensaba en formas de desasherse de el, estaba cansado.
Desde su chillona voz hasta sus estúpidos lloriqueos por la mínima cosa, le encantaría ahorcarlo con sus propias manos, darle una paliza que en su vida se le iba a olvidar, sacarle diente por diente hasta matarlo y que jamás vuelva a tener que verlo, pero debido a que este era su hermano menor debía de retenerse.

No podía hacerle nada malo al pobre spreen

¿Cierto?.

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Miraba con rabia aquel pajarito, la imagen de su pequeño hermano sonriendo vino a su mente, haciendo que mire con odio a aquel pequeño animal.

La pequeña jaula de metal fue abierta, el chico puso su pequeño dedo enfrente de la jaula (el pajarito quien había sido entrenado por el azabache menor), entendió la señal, poniendo un pie arriba del dedo y luego el otro.

Rubius sonrio con maldad, una sonrisa sádica se apoderó de sus labios, vio como aquel pajarito piaba feliz arriba de su dedo, mirando al de cabellos marrones con bastante alegría.

En un ágil movimiento sostuvo con su otra mano al pequeño animalito sosteniendolo con su mano libre, el pequeño animal al sentir la mano de rubius apretandolo y haciéndole daño no pudo evitar soltar ruiditos de dolor.
La imagen de su hermano seguía en su mente, apretaba con más y más fuerza al pájaro, haciendo que a este se le resulte imposible el respirar. El animal sólo sacaba sonidos de desesperación, tratando de liberarse del agarre que el oso mayor le daba, pero era inútil, su destino ya estaba marcado.

Callo rendido por la presión que rubius ejerció, rubius, al no saber si estaba muerto o simplemente desmayado se apresuró a sacar la tijera, su ira lo cegaba, como un manto de oscuridad sumamente grande que no le permitía entrar en razón. Clavo con frialdad las tijeras que había robado de su madre en el  pecho del animal, abriendo este y dejando ver sus tripas, sonrio con malicia imaginando que esos actos le hacia a su hermano, anciando escuchar sus llantos, se iba a reír mucho de aquel estúpido mocoso.

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El niño miraba en shock el cuerpo de su pequeña mascota, sus alas estaban cortadas, su vientre abierto dejando ver sus tripas, y la cabeza de este no estaba por ninguna parte, las lágrimas no se hicieron de esperar.

¿Cómo había llegado ahí?, lo había dejado en la jaula, no podía escapar... ¿cierto?. Mas lágrimas empezaron a caer por el rostro del niño, quien miraba horrorizado como aquel pequeño animalito estaba muerto en el suelo, el dolor que su corazón sentía era inmenso, ¿acaso algún perro le había echo eso?.

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⏰ Última actualización: Oct 09, 2023 ⏰

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