Poema 2

48 1 0
                                    

Pítica I – Para Hierón de Etna, vencedor en la carrera de carros

Aurea lira, de Apolo y de las Musas de violáceas trenzas

presa justamente compartida, a ti te atiende

el paso de danza que da inicio a la fiesta,

y obedecen los cantores tus avisos

cuando de los preludios que arrastran al coro

formas, vibrante, los primeros acordes.

Incluso el rato, lancero de irrestañable fuego,

tú apagas. Y duerme sobre el cetro

de Zeus el águila, relajando

a ambos costados su ala rauda,

la reina de las aves, cuando

sobre su curva cabeza oscura niebla,

suave cerrojo de sus párpados,

tú has derramado, y dormitando ella

mece el lustroso plumaje de su lomo,

por tus efluvios dominada. Y hasta el violento

Ares deja a un lado la hiriente punta de su pica,

y suaviza su corazón en el sueño.

Tus saetas, sí, hechizan el ánimo también

de los dioses, por la magia del hijo de Leto

y de las Musas de talle profundo.

Y todos aquellos seres que abomina

Zeus, se estremecen al oír la voz

de las Piérides, en la tierra

o en el mar indomeñable.

Incluso el que yace en el espantoso Tártaro,

el enemigo de los dioses,

Tifón, el de cien cabezas, a quien antaño

una famosa caverna de Cilicia crió.

Pero ahora, sobre él, los acantilados de Cumas,

batidos por el mar, y Sicilia le oprimen

el velludo pecho; y lo aprisiona

un pilar del cielo, el níveo Etna,

que todo el año agudo hielo nutre.

De sus abismos emergen rugientes

manantiales de juego inaccesible.

Sus ríos derraman una corriente negruzca

y humeante durante los días.

Y en las tinieblas de la noche la llama roja

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 24, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Fragmentos de poemas de Píndaro de TebasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora