One shot

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Para ser honestos, él no esperaba que su celo llegara tan pronto, de lo contrario, se hubiera preparado de mejor manera, e incluso hubiera optado por avisar a sus amigos del porqué faltaría los siguientes días al instituto. O por lo menos, le hubiera avisado a ese gran alfa pelinegro que no se preocupara, aunque, realmente no cree que lo haría, pero déjenle imaginar en paz.

Ahora tenía que estar sufriendo sólo en su cuarto, sin alguien que lo cuide, lo mime y le digan lo buen omega que es. No es que dependa de alguien, sólo que tener a alguien protegiéndolo en uno de sus estados más vulnerable, le revolvía los químicos de su cerebro.

Claro está, que hay varias formas que podría afrontar ésto, y eso haría. Una de esas era anidar, ¡Amaba anidar! lo hacía sentir tan seguro y feliz, más cuando pensaba en como el híbrido de oso podría felicitarlo por el buen nido que le presentaría.


¡Oh, dios! cómo desearía que estuviera aquí.


Con eso en mente y su omega interior empezando a ponerse triste; sacudió la cabeza, y se palmeó las mejillas. Debería poner manos a la obra si quería ponerse más cómodo. Y es así como comenzó a amontonar almohadas y mantas por toda su cama, alineándolas hasta que estuviera satisfecho. Una prenda por aquí, una prenda por allá. El tiempo volaba, y había "finalizado", sin embargo, ¿por qué sentía que algo le faltaba? Creía haber acomodado todo a la perfección, la mayoría de los aromas que pertenecían a su manada se encontraban ahí, entonces, ¿por qué no se sentía bien?, ¿Qué pasaba?

Su angustia comenzaba a filtrarse a través de su olor, lo que sería miel empezaría a oler rancio. El estrés empezaba a amontonar su cuerpo, y las lágrimas comenzaban a picar en sus ojos. No era bueno para un alfa, era malo, malo, malo. Su cabeza palpitaba, y un sonido hace eco en la casa vacía, y lo saca de su estado. Era el timbre. Con las últimas fuerzas que le quedan después de hacer el arduo trabajo, baja a ver quién insistía tanto.

- Pinche mierda, ¿Quién vergas toca tanto el timbre? - Suelta con frustración, abriendo la puerta. El castaño se congela, ¿Qué rayos hacía el de lentes aquí?

- Boludo, ¿te encontras bien?- Cuestiona, mirándole con preocupación. - Faltaste ahora a la facultad, y no avisaste nada. Mariana y Aldo estaban preocupados. - El oso sigue divagando hasta que capta un olor, dulce, y exquisito.


Al ver al otro pasmado decide hablar.


- Está bien, rey. Cómo ya habrás notado estoy bien pinche ocupado, puedes decirle a los dos pendejos que no se preocupen.- Con eso dicho, decide despedirse y cerrar la puerta, pero algo lo detiene, bueno, mas bien alguien lo detiene.

- Espera, ¿necesitás ayuda?.- Sus ojos se abren al escuchar lo que dijo. - ¡No de esa manera! Yo so-sólo noto tu olor raro. - Decide por expresar con nerviosismo, mientras observa al menor de estatura con un rubor adornándole la cara.


Diosito, ya llévame.


- Eh, claro. Eso realmente me ayudaría. - Dice con una sonrisa.- Pasa.

Y con el permiso concedido, entra y se dirige a la habitación. Ya conocía con la palma de su mano la casa del contrario, después de todo, se habían vuelto más cercanos con el pasar del tiempo. Al llegar observa el monto que se encuentra en la cama. Por el rabillo del ojo, mira como el otro empieza a mover la pierna con ansiedad.

- Yo no sé que está mal. - Señala, rascándose el cuello.

- Uhm, pues yo creo que está y se ve perfecto.- Suelta con sinceridad.

- ¿Tú lo haces?- Interroga, recibiendo a cambio un asentimiento de la cabeza.- ¿Tú quieres entrar o algo así?- Vuelve a preguntar con sus corazón latiendo a mil por hora.

El híbrido lo mira sorprendido, un rubor vuelve a cubrir sus facciones. Vuelve a asentir, y espera al borde de la cama que el otro entre primero y se asegure que está bien que él esté ahí. Estaba siendo un buen Alfa, esperando que el Omega realmente confirmara algo tan íntimo y especial. De este modo, cuando el otro lo mira con efumismo, entra y trata de acomodarse sin cruzar ningún límite.

- Gracias por preocuparte. - Declara el castaño, soltando un olor suave.

- No es nada, boludo. Sólo quería estar seguro de que no estuvieras muerto por hacer alguna pelotudez. - Se las arregla para declarar, también soltando su olor.

Y, oh, cómo se le revolvió su interior cuando se dió cuenta que al final lo que faltaba era su querido osito.




(☆▽☆)


Probablemente lo termine borrando, es como la segunda vez que escribo un fanfic (el otro está en borradores) y se me hace difícil pq siento que está mal, y seguramente lo está JAJAJJAJA.


No podía dormir, se me vino ésta idea y lo escribí, tengo más ideas, pero no estoy segura de ejecutarlas.

El nido y el oso. [Sproier]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora