Era otro día monótono, las calles estaban totalmente mojadas por la lluvia. Ella se dirigía a su aburrido trabajo como todos los días, en el transporte público obviamente, porque en ese país nada le alcanzaba.
Era un día hermoso allá afuera, los pájaros cantaban y las flores florecían. El sol resplandecía en el gran cielo azul. Había un agradable clima, con una ligera y suave brisa. Preocupaciones como el trabajo podían quedar de lado hoy.
Ella miraba tranquilamente por la ventana las gotas de agua caer con rapidez, empapando todo a su paso. Sumida en sus pensamientos, trataba de estar relajada.
Ella se encontraba mirándose al espejo, comprobando que se viera bien, que el vestido no tuviera alguna arruga y que el peinado no se fuera a desarmar. Todo tenía que estar perfecto para ese día tan especial. En eso, tocan la puerta.— Ya es hora — Dijo la dama de honor al otro lado. Ella solo dejó de hacer lo que estaba haciendo y se dirigió a la puerta.
Para la joven, era divertido ver a todos esos idiotas correr para refugiarse del agua. Como un montón de hormigas yendo de aquí para allá, tapándose como podían y con lo que tenían. En eso, lo escuchó:— Perdón, ¿me puedo sentar?
Observó con detenimiento a un esqueleto que se encontraba a su lado. Era cierto, hace unos años que los monstruos habían sido liberados del subsuelo por un pequeño humano. Este llevaba una camiseta blanca de vestir, un pantalón un poco formal, un abrigo azulado junto a una bufanda gris, y un morral negro, parecía dirigirse a su trabajo también.
— Sí, acepto — Dijo rápidamente con una sonrisa, los demás rieron.
— Sí, claro — Retiró su mochila del otro asiento, dejándolo libre para él. Éste se sentó y ella volvió a lo suyo.
Ya había llegado a la iglesia. Estaba muy nerviosa por que todo saliera bien. Bajó rápidamente y con cuidado del auto, no quería que se hiciera tarde. Se preparó con miedo para entrar, tomando del brazo a su padre. Él simplemente la miraba con una sonrisa, no había nada que decir.
El esqueleto parecía deprimido por alguna razón. Tal vez cansado del trabajo, tal vez cansado de la vida en sí... La cuestión era que estaba igual que ella, y al notarlo, quiso entablar una amistosa conversación. Quizá podría encontrar a alguien que tenga algo en común con él.
La música comenzó a sonar y ellos a caminar por el largo salón. Podía ver varios rostros de sus familiares y amigos felices a sus lados, humanos y monstruos por igual, y al final, él. Con un traje azul que le quedaba hermoso a su parecer y esa mirada tan profunda que la observaba encantado.
— Mucha lluvia hoy, ¿no? — Ella se volteó un poco molesta por interrumpir sus pensamientos y la simple acción de ver por la ventana cómo caían las gotas de agua.— Sí, la verdad — Dijo seca y se volteó de nuevo.
Parece que hoy no era su día de suerte, otra persona que parecía no tener ganas ni el mínimo interés de charlar con él. Pero esta vez, lo sentía diferente, como si ella solo tuviera un mal día también. Intentó de nuevo.
Finalmente, llegaron al altar y su padre soltó una lágrima, a veces era muy sentimental.— Cuídala bien muchacho — Le dijo al esqueleto.
— Lo haré señor — Respondió.
El hombre soltó el brazo de su hija y se fue a un costado. Ella miró con alegría a su pareja.
— Estos días así son mis favoritos... Dan un sentimiento de tranquilidad y nostalgia, ¿no lo crees?
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ᴜɴ ᴅɪᴀ ʟʟᴜᴠɪᴏꜱᴏ // 𝙾𝚗𝚎 𝚜𝚑𝚘𝚛𝚝 (𝚂𝚊𝚗𝚜 𝚡 𝙻𝚎𝚌𝚝𝚘𝚛𝚊)
Fanfiction¿Recuerdas cómo fue cuando conociste al amor de tu vida? En un día como cualquier otro, dos almas destinadas a estar juntas cruzarían sus caminos por obra del destino, sin saber qué les esperaría en un futuro... Dos almas necesitadas e incompletas e...