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"Esto se ha acabado"
—Capítulo beta—


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El viento se metía enfurecido en la tienda esparciendose por todo el sitio, matando de calor único trabajador que se aventuró a aceptar ese trabajo bajo más de 30°C. Era extraño que este día fuera tan caluroso, pues el pueblo solía siempre estar bastante frío e impasible; Pero en la televisión se dijo que se debía por las ráfagas de calor que se iban incorporando al vecindario, no le quedó más opción que aceptar la hora de trabajo. Últimamente rogaría por tener al menos un poquito de ayuda de alguien más, sus pensamientos no lo podían dejar tranquilo mientras trabajaba, su mente parecía estar ocupada en otra cosa en vez de lo que debería. Había alguien más junto a él, pero renunció, así como renunció a su trabajo anterior, y el anterior, y el anterior, y el anterior...

Agh, si tan solo estuviera Rick aquí.━se quejó Kevin, tocándose la frente extremadamente sudada y caliente, dejándole media que asquerosa su mano. Apenas y había aire acondicionado dentro o siquiera un ventilador que casi ni aire soltaba. Se sentía decaído, con sueño, mareado, con hambre, ganas de vomitar. Sus emociones le impedían muchas cosas, luchaba cada día por poder enfrentarlo, llegaba a creer realmente que no podía más con esto; A veces se preguntaba si realmente valía la pena estar en ese puesto, pues le pagaban una miseria, y lo mismo con estar vivo.

Se vio desafortunado cuando se percató que a esta exacta hora los niños pequeños salían del colegio. Y hoy era viernes, así que más temprano aún. ¡Mala suerte para el vendedor de dulces! El patético hombre se dió cuenta de que su tumba ya estaba cavada una vez que el inaguantable ruido de los niños gritando como en un zoo penetró en sus oídos, haciéndole gritar en su cabeza «Oh, por el amor de Dios, esto no se podía poner peor» mientras se apretaba la nariz y se tocaba su agotada sien intentando alivianar el dolor de cabeza. ━Moriré encerrado en esta estúpida tienda de dulces. Me hará llorar de la risa.━dijo para sí mismo, en el fondo deseando que así sea lo primero que dijo.

Se dedicó a esperar a los niños. Llegaban siempre corriendo, causando dificultades, en bicicleta, algunos provocando problemas leves, otros estorbando y haciendo su dolor de cabeza más grande, pero había un par en especial que no podía soportar verlos a la cara ni un solo minuto; Ni aunque le paguen cincuenta mil millones de dólares por cuidarlos por una hora como máximo. Ese par era una maldición que ya estaba el doble de maldita de por sí, siempre que llegaban algo extraordinariamente malo y angustiante le pasaba en su vida y en mayúscula: muy malo, percibía él con su característico pesimismo.

Kevin permaneció atendiendo a los niños sin ninguna expectativa de por medio, sin esperar que vengan esos niños, ni que venga alguien o algo malo, nadie del que se tenga que preocupar, su ansiedad ya estaba al tope. Quería que ya se acabara, quería que solo fuera Domingo y descansar aunque sea solo un poco. Tenía los ojos agotados, su vista estaba que se nublaba del mareo.

『  ɛʟ օȶʀօ ɦօʍɮʀɛ 』- angst.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora