Hyunsoul ⋆ ✫ Cometa

01 Un instante

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Como un cometa, ella es como un cometa.

La primera vez que la vi, fue frente al mar.

Siempre el mar.

Los rayos del atardecer eran la única luz en mi camino por la playa: el cielo estaba teñido de tonos anaranjados y amarillos, mientras el suave sonido de las olas acariciando la orilla comenzaba a relajarme. Era un espectáculo hermoso y, en medio de mis pensamientos, agradecía por ese precioso momento, especialmente después de haber enfrentado la semana más estresante de mi vida. Mis tenis, atados entre sí, colgaban sobre uno de mis hombros, recordándome la necesidad de liberarme de las preocupaciones. La arena fresca bajo mis pies añadía una sensación sublime a mi paseo por la playa. Fue en ese instante cuando la vi por primera vez.

Estaba sentada del mismo modo en el que me había proyectado a mi misma esa mañana, contemplaba el atardecer como si fuera el último, estaba tan absorta que no escuchó ni el sonido de las latas en la bolsa que llevaba conmigo, ni mis pisadas discretas mientras me aproximaba.

Me detuve; la curiosidad, siempre fue mi curiosidad.

Recuerdo con claridad ese momento, ya que llevaba puesta una gorra blanca idéntica a la que me habían regalado el año anterior. Por otro lado, ella lucía su cabello suelto, teñido de rubio, con un perfil delicado y una expresión serena en su rostro. Vestía un top blanco que revelaba su piel, aparentemente suave al tacto, mientras sus manos rodeaban sus piernas. Desde su amplio pantalón, asomaban los dedos de sus pies. En ese instante, ella parecía ajena a mi existencia, y yo podría haberme quedado absorta por más tiempo de no ser porque la suerte nunca estuvo de mi lado.

La bolsa se rompió después de aguantar más de un kilómetro de recorrido y las latas cayeron. No había manera de que ella lo ignorará, estaba muy cerca.

La cara me ardía de pura vergüenza; de inmediato me agache a recogerlas y mientras me maldecía a mi misma desde dentro, ella se acercó y tomó una.

—Son muchas para una sola persona.

Su voz, siempre me resulto cautivadora.

Por instinto levanté la mirada y me encontré con una sonrisa amable. En ese instante, me cuestioné si se trataba de un ángel, y en cuestión de segundos, me respondí que tenía que serlo.

Nunca me acostumbre a tenerla tan cerca.

Mi respiración se cortó y ella estaba esperando una respuesta.

—¿Quieres una?

—La aceptaré si me permites ayudarte, ¿a dónde te diriges?

—Me encuentro exactamente en el lugar. Quedé con una amiga aquí, me invitó a una fiesta—contesté, sus ojos y su voz ejercían un hechizo que parecía diseñado para que revelara más de lo necesario.

—Ah, entonces vienes a la fiesta de Sooyoung, aún falta un rato para que empiece, ¿quieres acompañarme?

Me limité a asentir y nos sentamos una a lado de la otra, a tres latas de distancia.

Mantenía su mirada al frente, inicialmente pensé que no agregaría más a la conversación. Extendí una lata de refresco hacia ella, y en respuesta, volvió a dirigir su mirada hacia mí, acompañada de otra sonrisa. Sin embargo, esta vez, no solo se reflejaba en sus labios, sino también en sus ojos, emanando una dulzura contagiosa.

—Soy Hyunjin, ¿cómo te llamas tú?

—Jinsol, ¿cómo se llama tu amiga?

—Kahei.

Solo fue al principio, yo preguntaba y ella respondía, después solo hablamos y hablamos.

No me percate cuando el sol cayó y la luna se alzó.

Vi las estrellas hasta que me distraje de mi conversación con Kahei; brillaban mucho más de lo que alguna vez pude haber observado. Fue la primera vez que me sentí parte de un todo y no fue solo lo que vi en las estrellas; aún cuando evocó el momento y cierro los ojos escuchó las olas, el crepitar, las conversaciones ajenas y la música acústica; es mágico y solo fue un instante. 

No mucho tiempo después miré hacia donde recordaba haber visto por última vez a Jinsol, seguía ahí, conversando mientras sonreía y reía de la misma manera que conmigo tres horas antes.

Ese atardecer nos conocimos un poco, hablamos de todo y de nada.

Fue un instante, un instante que se ha vuelto eterno en mis recuerdos.

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