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~Enredados AU~
El príncipe Harry ha pasado la mayor parte de su vida atrapado dentro de las murallas del castillo, obligado a esconderse del reino en el que nunca pidió nacer. No quiere ser el próximo rey de Eroda, porque según su padr...
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¿Un instructor de combate y supervivencia? ¿Qué significa eso? ¿Como, combate físico? ¿Supervivencia en el mundo? ¿Qué tiene que ver todo eso con ser rey?
Se pone a propósito una de sus prendas femeninas favoritas para los eventos del día con la esperanza de que al Sr. Robusto Hombre Varonil que ha venido a entrenarlo en Lucha y Violencia no le haga mucha gracia encontrarse con la decepción familiar en todo su esplendor. Y aunque no se hace ilusiones de que eso ponga fin a las exigencias de su padre, sí tiene la intención de que se le ericen algunas plumas cuando se entere más tarde.
Así que Harry eligió el primer vestido que se hizo: un vestido de color lavanda con encaje blanco en los bordes, mangas abullonadas y un corpiño encorsetado. La costura está un poco descosida en el lado izquierdo, pero con los años se ha adaptado mejor a la forma del cuerpo de Harry que cualquiera de sus otros vestidos.
En realidad, no se opone a llevar ropa masculina, pero el hecho de que exista un cartel que prohíba el estilo de uno u otro sexo es absurdo. Podría prescindir de la ropa de campesino, pero las sedas, los encajes y los elegantes hilos brillantes de los atuendos reales con los que ha crecido le atraen de una forma demasiado encantadora como para ignorarla. Y no es que nadie fuera de los muros del castillo lo haya visto el tiempo suficiente como para formarse una opinion como la de su padre, así que, ¿Qué razón tiene para creer que ese mismo padre no inventaría una historia de prejuicios en nombre de "guiar" a Harry por el camino "correcto"?
Tal vez haya una pequeña parte de la cabeza de Harry que pueda creerlo, porque si su propio padre se opone tan abiertamente a semejante espectáculo, es probable que haya otros como él. Pero una parte más grande de la cabeza de Harry dice que el rey es simplemente un cobarde por tener todo el poder que le otorga su estatus real y aún así rehuir el trato que la gente pueda dar a su propio hijo. Si quisiera prohibir este tipo de discriminación, sin duda podría hacerlo.
Harry se admira ante el espejo de cuerpo entero mientras termina de trenzar los últimos mechones de cabello que ha podido colocar en la corona que se ha hecho alrededor de la cabeza con el propósito de que, al menos, no le moleste a la vista. El resto del pelo que no tiene tiempo de recoger antes de que empiece el entrenamiento simplemente se encrespa a su alrededor y se amontona a sus pies, donde se alegra al comprobar que el esmalte a juego de sus dedos descalzos sigue tan fresco como si se lo hubieran pintado ayer.
"Príncipe Harris-Harry", llama Sir Michael desde el otro lado de la puerta, alertando a Harry de la llegada del mentor.
"Adelante", responde Harry, negándose a girarse para saludar al hombre en señal de protesta.
Lo que hace es mirar por encima del hombro cuando la puerta se abre y una figura entra con paso cuidadoso en sus aposentos, deteniendose a admirar el paisaje.
El hombre es apuesto y robusto, aunque un poco más pequeño y delicado de lo que Harry se había imaginado. Tiene la mandíbula desaliñada y el pelo revuelto de una forma que parece totalmente accidental. La camisa que lleva bajo el chaleco, los pantalones de color canela que le abrazan las piernas y las botas de cuero que calza están impecables, pero lo suficientemente desgastados como para hacer evidente su experiencia en el mundo. Huele como el páramo en el que Harry anhela desaparecer, y Harry lo nota a pesar de la gran distancia que hay entre ellos, así que debe de ser así de fuerte.
