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Si existiera el infierno estaba completamente seguro que era incluso más divertido que el colegio. Al menos, en el infierno las torturas seguramente serán más ingeniosas que escuchar ¿quién salio este fin de semana con quién?

La monotonía diaria podría hacer que Edward desee morir.

Cómo Harry, Harry de iris verdes llenos de poder y aquella sonrisa pequeña cuando arrancaron su cabeza... Harry, quien lo dejo entrar a sus secretos antes de que ellos lo conviertan en cenizas...

Tales pensamientos fueron golpeados metafórica y literalmente por Jasper, quien pateó la pantorrilla de Edward mientras le mandaba un fuerte deseo de reír con su poder, quizás como represalia ante los pensamientos deprimentes que surgieron por el recuerdo de Harry.

Edward mantuvo su risa dentro por pura fuerza de voluntad. Si bien, el conocimiento que trajo su nueva "amistad" con el mundo mágico eran bien recibidos cuando de caminar bajo el sol, comer dulces de sangre (sangre de animales mágicos) o controlar sus apetitos, no era tan grato cuando se trataba del nuevo control de Jasper sobre su don. Aunque Edward estaba siendo hipócrita en ese último dado que el mismo se beneficio al poder usar esa disciplina mental llamada Oclumancia para controlar cuando deseaba saber los pensamientos ajenos.

Aún estaba trabajando en ello, y le costaba más trabajo que a Jasper, quien desde los "Aperitivos para el colmillo nocturno" de los gemelos Weasley el hambre de sangre humana se vio reducido a algo tolerable, por lo que Jasper podría concentrarse en trabajar en su propio don y estaba siendo un idiota con Edward mandado ondas de felicidad absurda en momentos inoportunos. Como ahora, en medio de la cafetería repleta de adolescentes ruidosos. Si, era un maldito anciano, mátalo

Edward suspiro, lanzando una mirada molesta a Jasper, quien parecía con toda la inocencia que carecía.

-¿Qué hay de la nueva? - susurro Emmett tan bajo que sus palabras solo fueron captadas por sus hermanos y hermanas.

Edward frunció el ceño ante eso. Sabía sobre la chica Swan por las palabras y pensamientos de otros pero no se dio cuenta que la chica estaba aquí en la cafetería.

Edward Cullen.

Acto reflejo. Edward se volvió al oír su nombre, aunque no es que nadie lo hubiera pronunciado en voz alta, sólo lo había pensado.

La mirada de Edward se encontró durante una breve fracción de segundo con la de un par de enormes ojos marrones, de color chocolate, unos ojos humanos en medio de un rostro pálido, con forma de corazón.

Isabella Swan, la hija del jefe de policía de la ciudad, que había venido a vivir aquí por algún cambio en su situación familiar. bella. Hasta ahora había corregido a todo el mundo que se dirigía a ella por su nombre completo.

Edward frunció el ceño cuando se dio cuenta que no era la chica Swan quien pensó su nombre, si no Jessica Stanley. Concentrado, dejó ir el poco control sobre su mente y captó todos los pensamientos al rededor conteniendo una mueca ante la sobre estimulación de tantos pensamientos juntos en su mente.

-No puedo escuchar lo que piensa - comentó Edward con el ceño fruncido. - Es como un muro.-

Jasper ladeo el rostro curioso. -Jasper no manipula sus emociones- advirtió Alice

-Bien- Jasper suspiro y saco otra paleta de sangre de salamandra de fuego

-Desde que esa chica Granger habló sobre cómo se puede controlar los dones te has vuelto más idiota, tu y Eddie- gruñó Emmett rodando los ojos mientras recordaba cómo se divertida la última vez con los gemelos y sus artículos de defensa.

-Tu también te vuelves más idiota con esos demonios pelirrojos, Emmett- comentó Rosalie de vuelta con desdén.

-Vamos, preciosa, un hombre debe tener ciertas diversiones en la vida-

Edward desconecto al par mientras escaneaba la mesa donde estaba la chica Swan. Jessica dejó de informar a la nueva de los Cullen-Hale y sus escandalosas relaciones para hablar sobre esto y aquello. Swan parecía querer estar en otro lugar.

-Quizás debía preguntar a Granger sobre esto - comentó Edward mientras desenvolvía un regaliz hecho con sangre de dragón. Tenía cierta fijación con todos los dulces que estaban hechos con ese tipo de sangre.

-Sí, parece ser buena idea. - acordó Alice antes de sonreír - Oh, Luna va venir en un mes... Algo sobre un animal mágico...

Edward se rio por lo bajo mientras Rosalie rodaba los ojos. Esas dos se metían en conversaciones que, incluso para alguien que podía extraer pensamientos, era difícil de seguir.

****


¿Por qué sucedió esto? Acaso era alguna clase de castigo por haber acabado con la vida de alguien como Harry.

Si eso fuera, no serias el único castigado...

Edward gruñó apretando sus puños mientras corría por el bosque, tratando de alejarse de todo.

Estuvo apuntó de matar de nuevo y todo por una humana. Una humana que olía demasiado bien.

La tua cantante.

Leyo sobre eso en los libros que Hermione les presto. Un mortal con la sangre más tentadora... Un bebedor de sangre nunca debe olvidar que dichos mortales no son su otra mitad, se ha visto que la fascinación de los cantantes que se mantienen vivos viene siempre con la ruina de todo un clan.

Edward gruñó de nuevo, deteniéndose en claro dónde murió Harry, donde matamos a Harry.

- ¿Qué deberías hacer? - preguntó esperando una respuesta de alguien que nunca la daría.

Edward deseaba destruir el claro, destruir a Isabella Swan, quizás destruir a Harry de nuevo por pedirles asesinarlo y en el último momento dejarlo ver dentro de su alma.

*****

La primera idea que Edward tuvo fue ir a Alaska con los Denali, luego pensó en Tanya y descartó tal idea. No temía caer en los encantos de Tanya, pero prefería evitar el incomodo momento dado que antes de que partieran de Alaska, Edward la había rechazado.

Así que, su otra opción fue ir al Mundo Mágico. Granger había aceptado esto, recibiendo a Edward en un lugar llamado Grimmauld Place. El hogar de Harry antes de que fuera convertido en un vampiro. O al menos, en una clase de ellos. Dado que Harry fue mordido por un verdadero Upir.

Estar en el mismo espacio en el que alguna vez estuvo Harry Potter fue algo que Edward encontró fascinante ya la vez dolorosa. Él sabía porque había un espacio marcado con la forma de un cuadro quemado en el vestíbulo, también sabía sobre el escalón que comenzó a tomar por costumbre hacer tropezar a los ocupantes de la casa cada dos días.

-No hemos dado nada de información sobre... ya sabes, aún- había dicho Granger, llámame Hermione, una tarde cuando Edward vio el encabezado del periódico mágico aquel día "El hombre que venció ¿Desaparecido?"- Luna simplemente dijo que debíamos esperar- la voz de Hermione sonó llena de dolor- Ella suele ser bastante crítica pero Neville estuvo de acuerdo dado que aún existen Mortifagos en búsqueda de ser el próximo Señor Oscuro.

Edward supo entonces, que a pesar de que Harry hizo todo y más allá de eso por este Mundo, aún así, el seguía siendo una pieza en el tablero. Incluso, cuando las personas que amaba deseaban que no fuera así.

La siguiente semana, Edward paso su tiempo leyendo cada libro que pudo de la biblioteca Black bajo la atenta mirada de un elfo domestico bastante malhumorado. Para el domingo, Edward tenía claro que pociones eran complicadas e interesantes, Encantamientos y Transfiguración se escuchaban complicadas. También se entero de mucha más información sobre su subespecie. Y eso era algo, no eran realmente vampiros pero tampoco humanos. Hibridos, había leído. Una creación de un Mago oscuro en búsqueda de inmortalidad que no le dio lo que realmente quería dado que perdió casi todos sus poderes, solo quedando con la capacidad de cambiar su forma a la de un murciélago. De ahí vendría el mito. 

Tormenta: Harry Potter y la aceptación de la inmortalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora