Salida de emergencia

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No puede quejarse de los dos años y medio de relación que mantenían, pero si consideraba los últimos seis meses se convirtieron en un infierno del cual esperaba encontrar una salida lo más pronto posible o se volvería loca. Al principio decidió contribuir a la causa y se comprometió a apoyar dentro de sus posibilidades porque se trataba de un buen chico que conocía. Luego decidió que lo mejor era mantener su distancia y seguir ayudando como un soporte para Bang Chan, porque él era su amigo y no podía dimensionar el sufrimiento por el que estaba pasando, pero después el entusiasmo de su novio se había vuelto una obsesión que lo estaba consumiendo.

Y para ese momento, ya estaba harta.

Hay gritos de por medio, cargados de ira retenida desde meses atrás y que finalmente estaba fluyendo por su boca y por sus ojos. La dulce y tierna Sana pensó que por una vez en su vida era mejor pensar en sí misma, por más egoísta que sonara. Huyó de la casa, desmoronándose en su propio dolor, ni siquiera tomó sus cosas y corrió sin rumbo fijo.

–Sana espera.– La tomó de su brazo.

–Ya déjame.

–Comprendo que estés enojada, aun no tenemos pistas de donde pueda estar y es por eso que tenemos que seguir buscándolo.

–¿Es una broma? Desde hace meses que no hay ni una pista de donde podría estar. ¡Quizás esté muerto!

– No, tiene que estar por ahí, en alguna parte. Se-

–Se acabó Chan.

–No podemos rendirnos.

–Si no piensas parar con esto será mejor que terminemos.- Chan quiso decir algo más pero sus labios vacilaron y Sana continuó.- Él podrá ser tu amigo pero yo soy tu novia, me siento desplazada y no hay otra cosa de la que hables que no sea encontrar a Seungmin. Esto también me esta lastimando.

–Sana...- Fue demasiado tarde para él, el nombre se le había escurrido por sus labios y la chica se esfumó. No escuchó ni una sola palabra.

El juego de llaves que compartían ahora estaba en el suelo, al igual que sus ánimos. Sin mirar atrás salió del lugar al pasillo común donde las súplicas de Chan podían ser escuchadas por los vecinos de todo ese piso. Sana se apresuró al ascensor.

–Sana espera, – No le regresó la mirada, se quedó observando el color metálico de las puertas del elevador. Tal vez era su ira acumulada en su pecho por la necedad del chico que la estaba reteniendo. –  cuídate.

–Adiós.

Tenía la oportunidad de contestarle, pero fue la pizca de orgullo y las puertas del elevador cerrándose en sus narices que le impidieron pronunciar algo más.

En ese momento de soledad que le brindaron esas cuatro paredes le permitieron romperse una vez más en llanto.

En verdad lo quería, Chan había sido un excelente amigo y un buen novio, posiblemente el mejor que había tenido,  pero la serie de sucesos en la que se habían envuelto, en especial sus amigos y la misteriosa desaparición de Seungmin.

El caso había sido reportado a la policía, se llevó acabo una investigación y al no encontrar evidencias de su paradero se declaro como perdida y el caso fue cerrado, no quedaba más que asimilar la perdida, sin embargo no todos querían aprender a lidiar con el dolor de perder a un chico maravilloso como Seungmin. Pero fue la terquedad de Chan que convenció al grupo de siete muchachos, reducido a seis, que no debían darse por vencidos y siguieron buscando.
   
Se dice a sí misma que no está siendo egoísta,  se dice que dio todo lo que estaba a su alcance pero eso no evita que algo en su pecho se hunda. 
    
Las puertas del ascensor se abren y sorbe de su nariz con la manga de su suéter azul, así los vecinos no se acercaran a preguntar sobre lo sucedido. Tal vez cuando llegue a casa reciba acusaciones y consuelo por parte de Tzuyu y Momo pero por el momento apresura el paso hasta la salida del edificio. 

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