Única parte

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Leo soltó un suspiro, apartando su mirada del cielo, para luego dirigirla hacia la calle. Vio a lo lejos a un hombre recargado sobre la pared de una casa, supo que estaba fumando al ver humo por el aire.

Algo dentro de él, sintió que ya había visto a ese hombre, volteó su mirada al escuchar a su hermano llamarle.

—Chisguete, ven aquí, tienes un pedido que llevar —escucho gritar a Fernando.

—Ya voy Nando, ¡Y no me llames así! —grito Leo enojado, odiaba ese apodo.

Luego de eso volvió su mirada hacia la calle donde hace instantes se encontraba aquel hombre, solo para darse cuenta que ya no estaba.

Hizo una mueca, llendo hacia donde estaba su hermano.

—Toma chisguete, debes llevar esta canasta hacia esta calle —pronuncio dándole la canasta junto a un pequeño papel— y correle, que el pedido lo hicieron hace mucho.

—¿Y porque recién me avisas? —  murmuró Leo, caminando hacia la salida de la panadería.

El castaño leyó aquel papel, donde se encontraba la dirección, abrió los ojos dándose cuenta que aquel lugar quedaba un poco lejos.

Inmediatamente corrió lo más rápido posible hacia aquella dirección, cuando ya estaba por llegar, volvió a ver a aquel hombre, pero esta vez se encontraba sentado sobre una piedra, tocando una guitarra.
Leo se quedó pasmado mirando hacia aquel hombre, por alguna extraña razón, sentía la necesidad de mirarlo.

Dejó su trance al sentir como aquel hombre, levantó su mirada, cruzándose con la de el. El castaño, soltó un pequeño jadeo al ver el color de sus ojos, eran carmesí, y brillaban en toda aquella oscuridad, Leo quito la mirada, volviendo a caminar hacia la dirección donde debía dejar el pedido, al llegar, tocó la puerta, una muchacha lo recibió.

—Buenas noches señorita, vine a dejarle este pedido —murmuró Leo dándole la canasta a la muchacha— y lo siento por la tardanza —río nerviosamente.

La muchacha sonrió recibiendo la canasta.

—Gracias, y no te preocupes.

—Bueno, ya me tengo que ir, buenas noches, señorita —sonrio Leo volviendo por el mismo camino por donde había llegado.

Por la mitad del camino sintió un pequeño escalofrío, recorrer todo su cuerpo, paro su caminata al sentir que alguien lo miraba, giro su cabeza hacia atrás, viendo solo oscuridad, volvió con su caminata mirando hacia el suelo, hasta que chocó con alguien, alzó la mirada, encontrándose con aquel hombre, que había visto hacia unos minutos.

—Lo siento —balbuceo Leo nerviosamente, viendo los ojos carmesí del hombre.

El hombre lo miro de arriba hacia abajo, para luego simplemente decir:

El hombre misterioso || CharrleoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora