Eran ya las 12:52 de la noche, ninguna alumna de Luna Nova rondaba ya por los pasillos de la escuela, ninguna a excepción de una brujita de cabello castaño que salía lentamente de la cocina con una tarta entre manos, su única excusa es que no podía dormir y le dio hambre mientras intentaba conciliar el sueño.
Mientras Akko caminaba de regreso a su habitación con el botín en sus manos, logro ver a traves de los ventanales una silueta dentro de la biblioteca de la escuela, extrañada, la nipona entro a la biblioteca con algo de curiosidad.
A– ¿Hay alguien aquí?– pregunto al aire esperando una respuesta, pero solo recibió un chillido de sorpresa que provenía de detrás de un librero –Esta bien, no soy ninguna maestra, así que puedes salir–
D–¿Akko?– se asomo una hermosa brujita rubia de ojos azules que resplandecían con la luz de la luna, con un libro que trataba de ocultar detrás de ella –No deberías estar aquí a esta hora– regaño Diana a la castaña.
A –¡Oye! Lo mismo podría decir de ti– se defendió Akko, pero entonces Diana noto la tarta que traía entre manos.
D–¿Otra vez robando comida?– la rubia dirigió una mirada juzgadora a la nipona, la cual avergonzada, trato de no hacer contacto visual –Te meterás en problemas si alguna maestra se entera– terminando de decir eso, akko rápidamente dejo la tarta sobre la mesa y se lanzo hacia Diana sujetandola del chaleco del uniforme.
A–¡Por favor no les digas!– rogaba akko mirándola con miedo de ser delatada.
D–Akko por favor, d-dame algo de espacio– sonrojada y nerviosa, Diana trataba de apartar a su acompañante.
A–¡Por favor no me delates!– akko abrazaba la cintura de Diana mientras se dejaba caer, rogando por la clemencia de la rubia.
D–Bien, no diré nada si tú no dices nada ¿Ahora puedes darme algo de espacio?– Diana desviaba la mirada sonrojada mientras intentaba apartar a akko, la cual accedió a soltarla y hacerse a un lado.
A–Es verdad ¿Que haces despierta tu también?– la pregunta hizo que Diana se tensara, pues era algo que le avergonzaba.
D–Yo s-solo vine a dejar un libro– decía avergonzada tratando de que el libro no fuera visto por la castaña quién por curiosidad trato de sacárselo de las manos.
A–Vamos Diana, déjame ver– akko trataba de quitarle el libro moviéndose de un lado a otro intentando tomarlo.
D–Akko, no– avergonzada Diana trataba de alejarla, hasta que la castaña por fin tomo el libro y retrocedió un poco para verlo.
A– "Tan torpe que me enamoré", la portada es...un poco sugerente, no sabía que teníamos de estos en la biblioteca– akko inspecciona el libro mientras la rubia solo se tapaba la cara avergonzada.
D– No hay aquí, e-es mio– sonrojada intentaba no hacer contacto visual –Lo oculto aquí un día antes de que le hagan limpieza a las habitaciones–
A–No te conocía esos gustos... ¿A caso te gusta alguien?– akko le devolvía el libro mientras le daba una mirada interesada.
D–¡Akko!– replicó Diana avergonzada.
A–Yo no juzgo, solo quiero saber–
D–Bueno....tal vez si, aunque quizás decirlo no sea lo mejor para mí reputación...– Diana bajaba un poco la mirada apenada y a la vez un poco entristecida.
A–¡Eso no es importante!– akko la tomo por los hombros mirándola de frente –Lo que importa es que te sientas feliz– ambas se quedaron viendo a los ojos por unos segundos, hipnotizadas por el brillo de los ojos de la otra hasta que akko la soltó un poco apenada.
D–Yo... N-no lo se, lo más probable es que ni siquiera sienta lo mismo–
A–Deberias intentarlo al menos– Diana se quedó pensando por unos segundos, tratando de decidir si lo que iba a hacer valía la pena o no.
D–Bueno... Tal vez se lo diga ahora– no lo parecía, pero se moría de nervios por dentro.
A–Diana, debe estar durmiendo ahora– respondió akko con obviedad, entonces la rubia respiro profundamente.
D– Más le vale que eso crea para mañana– ya era tarde, tenía que hacerlo si o si, aún si su corazón está por estallar de los nervios, la emoción y el miedo a mil por hora, por mera suerte no le da un paro cardíaco.
A– No entiend...– akko no pudo ni terminar de hablar, pues rápidamente había sido callada por los suaves y cálidos labios de la chica rubia, que la había tomado por sorpresa en un beso temeroso y apasionado del que solo la luna era testigo con su brillo atraves de los ventanales. Después de esa cuanto menos, arriesgada confesión, Diana tomo la tarta junto con su libro y comenzó a caminar a paso acelerado fuera de la biblioteca.
D–Bueno yo me llevo esto, adiós, buenas noches– la cara de la pobre rubia ya no era blanca como la nieve, ahora era rosa por la vergüenza de haber besado a una chica por la que desde hace tiempo había comenzado a sentir algo especial.
A–¡D-diana!– akko después de unos segundos de procesar lo sucedido comenzó a correr tras ella –¡Diana espera!– le gritaba para que se detuviese pero está la ignoraba –¡Diana! ¡Al menos regresarme mi tarta!–
