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Los tres días restantes Spreen se había sentido extraño. Especialmente cuando veía a Roier cerca de él. No importaba si estaba solo o acompañado, cuando lo miraba tenía una sensación extraña en su estómago y sentía la necesidad de salir huyendo.

Todo era simplemente muy raro, por alguna razón no era capaz de apartar la mirada de él, estuvieran en clase o en receso, sus ojos de forma inconciente lo buscaban. Eso no era inusual, ocasionalmente lo buscaba para molestarlo, decirle "perdedor", "boludo", o cualquier insulto que saliera de su boca en ese momento, pero durante esos días era diferente, algo había cambiado. Ya no tenía intención alguna de molestarlo, sólo lo miraba y su corazón se aceleraba. Incluso cuando Shadoune y Rubius habían intentado molestarlo durante esa mañana, Spreen se había negado y de alguna forma había "defendido" a Roier, sus amigos le restaron importancia y todo siguió "normal".

Pero es que eso no era todo, en uno de esos días, se había topado con Roier en la cafetería y para su mala suerte, ambos iban sin compañía.
Mientras etaban haciendo fila para recoger su almuerzo, casualmente sus manos se coordinaron y escogieron el mismo plato, sus manos se tocaron y fue como si hubiera tocado algo ardiendo, se alejó por inercia y sin decir nada, regresó a su mesa.

Tampoco había dormido bien y ahora tenía unas ojeras enormes que por suerte, sus gafas obscuras le ayudaban a ocultarlas.

Faltaba menos de una hora para que la competencia diera inicio, su cabeza dolía y en su mente sólo estaba una cosa, o más bien, una persona: Roier.

Llevó sus manos a su cabello y gruñó.

-Spreen, ¿estás bien? -Le preguntó Missa, quién trataba de tomar una siesta en el asiento de en frente.

-¡Estoy hecho pija, amigo! No he dormido nada y no dejo de pensar en... -Frunció sus labios y apartó la vista, sintiendo cómo un sonrojo se asomaba por sus mejillas.

-¿Pensar en...? ¡Oh, ya sé! El evento, ¿cierto? Ya casi es nuestro turno.

-Uh... Sí, el evento, claro. Definitivamente es eso. -Se levantó de su asiento y caminó fuera del salón -Iré a dormir una siesta cerca de las bancas, que no se les ocurra ir a despertarme, ¿Ok? Volveré a tiempo para romperle el trasero al equipo rojo.

Missa aceptó y se despidió también.

Mientras iba camino al patio de la universidad, escuchó a Aldo y Mariana conversar. Habría ignorado la conversación, si no fuera porque habían mencionado su nombre y el de Roier.

Se escondió cerca, detrás de un pilar y escuchó por mera curiosidad.

-¿Estás seguro de que funcionará? -Preguntó Mariana.

-Por supuesto que sí, tenemos que confiar en Roier. Si dijo que le dio la poción de enamoramiento a Spreen, debe ser verdad. -Respondió el otro.

¿Poción de enamoramiento? ¿Qué carajos?

-No sé, Aldo. Si realmente se la dió, yo creo que la hiciste mal porque Spreen no parece interesado en Roier en lo más mínimo. Ya ni siquiera nos molesta y eso me alegraría, pero es que hasta parece que huye de nosotros.

-No, la poción debió haber hecho efecto ya. Quizás Spreen se dio cuenta y trata de evitar sus nuevos sentimientos, por eso se aleja.

Spreen empuñó sus manos, sus garras se asomaron levemente.

Roier, maldito hijo de puta. Ahora entiendo lo que siento, ¡Roier me hechizó!

Pensó Spreen. Y sin más, caminó rápidamente en busca del posible culpable de su insomnio.

Enemigos Pero No Tanto [Spiderbear]Where stories live. Discover now