3

51 6 53
                                    

Conocí a Jackson cuando tenía trece años

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Conocí a Jackson cuando tenía trece años. Su padre trabajaba con el mío y en una reunión donde estábamos presentes e increíblemente aburridos nos escapamos juntos. Por supuesto que fue su idea. Yo no pensaba en cosas como esas. Siempre fui el chico bueno y obediente y él el que tenía ideas alocadas.

Desde ese día —luego de que nuestros padres nos hallaran y nos dieran la reprimenda de nuestras vidas— nos volvimos inseparables. Todas mis travesuras desde ese momento fueron a su lado, mi primer partido fue con él como mi compañero y la primera vez que invité a Emilie a salir fue por su consejo.

Fueron cinco años de hermandad y cariño que acabaron cuando descubrí lo que le hizo a esa pobre chica. Cuando lo vi forzándola a besarlo con la ropa rasgada. Cuando oí su llanto desconsolado. Ahí supe que jamás podría perdonarlo. ¿Cómo? Si le arruinó la vida a alguien inocente. ¿Cómo? Si en realidad es un monstruo.

Eso no quiere decir que no duela. Maldición, claro que duele. Lo quería como si fuera mi hermano pero hay cosas que simplemente son imperdonables. Esa fue una de ellas.

Intento centrarme en el juego

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Intento centrarme en el juego. Estamos empatados y nos estamos quedando sin tiempo. Necesitamos anotar una vez más, solo una.

Lanzo el balón, Zack lo atrapa y comienza a correr. El equipo contrario lo presiona así que se lo lanza a Xan, que corre como si su vida dependiera de ello. Corre mucho mejor de lo que lo ha hecho estos últimos días en los entrenamientos y logra pasar la línea justo un segundo antes de que se oiga el silbido que anuncia que el juego ha terminado. El estadio estalla en gritos eufóricos.

Mis compañeros me abrazan, gritan, saltan. Me quito el protector bucal y el casco y grito con ellos, adorando la adrenalina que recorre mi cuerpo.

—¡Muy bien hecho, Xan! —Lo sostengo de los hombros, incapaz de contener la alegría—. ¡Muy bien hecho!

De reojo, veo a Zack correr hacia su novia y besarla. A unos metros de ellos, luciendo terriblemente incómoda, está Mica. Lleva unas líneas rojas y negras en la cara, seguramente cortesía de su amiga, pero contrario a ella no lleva una camiseta del equipo, sino una roja simple que se amolda a todas sus curvas.

Hasta que aprendas a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora