𝐩𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐨

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Mientras caminaba por lo largo del sendero de piedra, el sonido de mis cadenas chirriante resonaba en el aire. Este lugar evocaba teorías sobre lo que viene después de la muerte, y ahora, en este punto, se que he fallecido. Este camino lleva a las almas a un lugar donde se les dará su juicio final, pero no tengo miedo a pesar del estruendo. No tengo una fe solida en Dios, el cielo o el infierno, y en este momento, no espero nada en particular.

Nunca pensé que mi vida terminaría antes de llegar a una mayoría de edad, la verdad; no me venía esperando esto. Asique, hasta que no termine de caminar por este sendero, no sabre que hay más allá, aunque si me lo tomo como el resto de descerebrados que están a mis espaldas o delanteras pidiendo que la marcha fuera más rápida, siento enserio que hubiera perdido mas que la cabeza, o siquiera hubiera tenido un juicio. Esas personas no se quedaban en la columna por mucho, ellos eran tomados por los hombros, llevados por el cielo y simplemente tirados a las esquinas abismales del sendero, unos seres que, por su apariencia deducía que eran demonios, compuestos por alas enormes, cuerpo de mono, cola de serpiente, cabezas de animales y sin duda alguna, sus filosas garras de halcones.

Pero bueno, vamos al punto, a estas alturas solo agradezco aparecer a principios de la fila, aunque, tal vez pasaron años en realidad o quizás décadas y yo ni siquiera me había dado cuenta. Pero por lo menos ya sabía era mi turno.

Una gruesa e intimidante voz había resonado frente a mí, esta con su voz decía el número 7.578, lo que me hacía sentir la piel de gallina y suponía en grande que yo era ese número, por alguna razón o instinto di dos pasos a adelante, listo para recibir mi juicio.

Rencarnación de las malasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora