Nací hace dos giros de Saturno, en la tundra, nací un terrible invierno que duro más que otras temporadas. Me platican mis padres que la nieve cubrió todo por meses dejando un paisaje blanco y uniforme hasta el horizonte; sólo algunos pinos quedaron como pequeños conos saliendo de la blanca nieve, eterna e -interminable.
En mi vida he visto cambiar el mundo lo suficiente para entender el pensamiento blanco, filosofía de mi ciudad, que es el alma que anima todo lo que hacemos en la tundra: inhóspito territorio para los de fuera y nuestro hogar natural, nuestro hábitat. Aunque es cierto que las condiciones son malas, hemos visto en el último siglo cambios importantes y alentadores.
Ahora la tundra está despertando, los horizontes blancos y límpidos, se han llenado de bosquecillos que rompen la línea del horizonte, los viejos bosques de pinos, interminables como océanos verdes, se han llenado de vida y la primavera empieza dos meses antes con la más maravillosa invasión de flores de todos colores. En verano el permafrost se descongela y deja la planicie perlada de pequeños lagos cristalinos, como gotas en una marea de flores y libélulas iridiscentes.
Así de maravilloso fue el escenario de mi infancia, la más maravillosa que se pueda desear. Pocas responsabilidades, muchos amigos, largas caminatas dentro de la ciudad inspeccionando todo y conociendo a todo el mundo. Después, poco a poco pudimos salir al exterior con los amigos; hasta los siete años la vida fue una época donde sacié toda mi curiosidad sin ninguna guía, absorbí de todo sin ningún orden, aprendí a leer junto con mis amigos; a esa edad ya cada uno tenía sus intereses identificados, por lo menos todos sabíamos que preguntas nos daban más curiosidad.
A partir de los siete años hice mi primera salida a la tundra, sin padres, con solo unos adultos y mi generación en unas vacaciones maravillosas en "La torre", un módulo de la ciudad aislado de todo, que requiere poco mantenimiento y con mucho terreno libre para explorar. Casi todo el tiempo se nos iba en jugar, competir, aprender y divertirnos para fortalecer los lazos entre nosotros antes de regresar a la ciudad y que nos asignen nuestras primeras tareas cívicas; después de eso pertenecemos por entero a la ciudad y somos tan responsables como todos los demás en mantener la ciudad viva.
Según nuestras curiosidades se nos asignan tareas; yo fui asignado al cuerpo de negocios. Por supuesto mis primeras tareas eran sencillas, amenas y no implicaban gran riesgo si me equivocaba, pero mi compromiso era igual que el de todos los mayores. Comencé manteniendo limpia la sala de transas y atendiendo a los invitados. Parte de mis obligaciones era observar todos los detalles de la reunión; yo los imitaba apara aprender esos modos de hablar y de moverse que generan tanta placidez y confianza, algo indispensable para los negociantes que se dedican a equilibrar transacciones.
Hasta servir aperitivos y bebidas debía contribuir a la confianza entre las partes, así que mi tarea no era menor y un descuido, como derramar la jarra de agua, podía causar aplazar la reunión para otro día. aprendí todos los ritos para espantar la mala suerte y lo que no debía hacer nunca en la sala de transas.
Por siete años estuve aprendiendo e imitando a mis mayores, yo era discreto y callado, miraba en silencio y aprendía. Mantenía mis responsabilidades en las huertas, el campo, los talleres o la actividad que me tocara esa temporada, seguía viendo a mis amigos, pero cada día pasaba más tiempo en la sala de transas y me hacía más cercano de todos los que se dedicaban a los negocios.
Al cumplir trece años, la mayoría de nosotros estábamos muy bien adaptados a nuestras labores, algunos se habían cambiado de obligaciones, pero antes del siguiente cambio ya todos estábamos claros de nuestros gustos y nuestras fobias. A los catorce años salimos de nuevo a "La torre", otras vacaciones, reencontrarse con los amigos de infancia, hacer nuevos amigos, nuevas parejas y esta vez vienen más adultos y no sólo a cuidarnos, si no a educarnos en nuestra sexualidad, en nuestras emociones. Platicamos sobre tener pareja, los cambios del cuerpo y del alma, el enojo y todas esas cosas que llevan algunos años apareciendo como erupciones cada vez más poderosas e incontrolables.
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7 "El pensamiento blanco"
Science FictionEn el futuro, nuevas realidades necesitaran nuevas formas de pensar y de reflexionar, la innovación y la supervivencia. Hert Hal nos relata como aprendió a pensar en blanco y como su ciudad es un brillo de esta nueva forma de afrontar la realidad