- Estupendo Elizabeth, esta vez te has lucido. - Se dijo a sí misma mientras se lamentaba por trigésima vez desde que había entrado en el pub. – Ahora apechuga y carga con las consecuencias.
Elizabeth Swan, de veinticinco años, estaba en un problema. En un problema grave. Llevaba en el pub una hora esperando que su cita llegara. Solo que su cita no sabía que ella estaba allí. O mejor dicho, no sabía que "ella" era su cita.
Abrió el pequeño bolso y sacó la hoja arrugada de haber estado manoseándola durante demasiado tiempo en el trayecto en taxi hasta allí y leyó de nuevo.
Hola Steven. Soy Ellie, ya sé que no es lo que esperabas pero esta soy yo y, como no pensaba que tú fueras así – en el caso de que sea igual que en la foto que me envió, en otro caso mejor pasar del tema porque no es cuestión de poner también en juego la desconfianza aparte de la mentira – pues te mandé una foto que encontré por internet.
Espero que me disculpes y...
- ¡Cómo demonios le voy a decir eso! - Exclamó sobresaltando al camarero de la barra quien la miró como si hubiera bebido de más y no la cola con lima que le había servido hacía tres cuartos de hora.
Agachó la cabeza y cerró los ojos. Vale, no tenía pensado mandarle ninguna foto pero había insistido tanto... Y cuando ella le pidió la suya y la tuvo al día siguiente no pudo apartar los ojos de él. ¿De verdad era así Steven? No podía ser, en serio, un hombre de ese calibre no podía seguir soltero en la vida; ni siquiera podía existir de verdad pero él le aseguró que era una foto de verdad.
En ella, un hombre enfundado en unos pantalones de cuero negro ajustados a sus piernas y comprimiendo, estaba segura, su contorno y el paquete, que sobresalía peligrosamente, hasta llegar a una cintura estrecha. Lo siguiente era una cazadora negra que llevaba con la cremallera subida pero solo hasta medio pecho y, debajo de la misma, no tenía nada. Podía verse el torso al descubierto con el vello oscuro en un triángulo invertido que se perdía por dentro de esa cazadora.
Era musculoso sin llegar al exceso y poseía unos amplios hombros para albergar a semejante hombre. Debía ser bastante alto por lo que había visto y estaba apoyado sobre una Harley, como si a ella no le fascinaran las motos de por sí. Encima una Harley-Davidson FLH e Hydra Glide de los años 60. Tuvo que tomar varias respiraciones antes de poder seguir inspeccionando la fotografía.
Su rostro ya de por sí la dejó impactada la primera vez que vio la foto, un mentón cuadrado, rasgos suaves pero endurecidos al mismo tiempo, una nariz con presencia que enmarcaba su cara y le daba más poder para dirigir a los demás. Sus ojos eran de color verde que llamaban la atención envueltos en unas pestañas largas de color oscuro como sus cejas y su pelo, corto y de punta por delante pero de largo hasta la nuca. Sus labios eran gruesos pero no en demasía, el inferior más que el superior.
¡Ese hombre exudaba peligro y poder por partes iguales! Había dedicado las siguientes horas a buscar por internet montones de imágenes para ver si daba con esa fotografía pues no se creía que fuera verdad. Tenía que ser algún modelo, alguna foto de portada de una novela erótica, eso seguro, pues un hombre así era cazado y servido en bandeja para las mujeres.
Después de infructuosas horas de búsqueda sin obtener un maldito resultado había estado cabreada y hecho algo de lo que se arrepintió cinco minutos después de enviar el correo. ¿¡Cómo se le había ocurrido mandar una foto encontrada en internet fingiendo ser ella! Se había dado cabezazos contra el escritorio al pensar las consecuencias de sus actos, siempre actuando impulsivamente. Quería escribirle y decirle que se había equivocado, que era la foto de una amiga pero... ¿podría enviarle la foto de ella? No es que no fuera guapa. Lo era, eso decían los hombres, aunque ella no lo pensara. Su altura no llegaba al metro setenta, aunque con los tacones los rebasaba bastante, y su figura era delgada aunque con curvas donde se deben tener. Tenía el pelo por debajo de los hombros de color café y sus ojos eran color chocolate cubiertos por sus pestañas oscuras. Sus rostro era bastante femenino y redondo del que siempre destacaban sus labios, rosados aunque no llevara maquillaje, perfectamente delineados y con su forma de corazón casi perfecta.
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Todo sobre tí
RomanceElizabeth, una chica que vive encerrada en su mundo de fantasías, conoce a Steven por medio de un correo, que había sido enviado equivocadamente. Ella se ve envuelta en un tremendo lió, cuando el decide conocerla personalmente y ella anteriormente...