Historia mítica sobre la creación del universo.

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En el infinito vacío de la pre-creación, el Todo comenzó con la primera consciencia: el Rey de la Probabilidad (llamémoslo solo Probabilidad), un ser de forma varonil y viril, que se encontraba disfrutando de la eterna soledad. No se sentía solo ni aburrido, porque disfrutaba jugar con las probabilidades que su mente era capaz de crear. Al punto de que, cuando estuvo satisfecho con sus creaciones "pequeñas", decidió ir por más... Quería construir un mundo, un universo desde cero.

Pero Probabilidad llegó a la conclusión de que no era capaz de imaginarse un mundo creado en perfecta sintonía con sus probabilidades infinitas, pues eso eran: Infinitas. También había probabilidades demasiado descabelladas como para ser posibles –que lo eran para él- y que podían desentonar con las demás, causando paradojas que podían arruinar todo el proceso y causar, por primera vez en la historia del universo, un bloqueo artístico.

Hasta que una idea le llegó a su poderosísima mente: Crear dos fuerzas, dos contenedores que se encargarían de organizarlo todo; dos seres de eterno conocimiento tan poderosos como su creador: La Ciencia y La Imaginación.

Llevando al límite y recuperando su orgullo, Probabilidad diseñó minuciosamente una cantidad casi infinita de probabilidades que no desentonaban en ningún aspecto entre sí, que estaban conectadas de una manera tan bella y magistral, creando a la primera de todas las fuerzas: La Ciencia.

Cuando la vio ya hecha, solo era una masa amorfa de contextura aguada que al tocarla se movía en sintonía con los toqueteos, como agua quieta al tocarla con la punta del dedo. Mientras la moldeaba y acariciaba gentilmente su composición, le habló con una voz romántica:

—Tú, La Ciencia; amada mía, te aferraras a todas las Leyes que yo te imponga, siguiendo todo al pie de la letra. Cada proceso, cada interacción y reacción... cada probabilidad. Caerá en ti la responsabilidad de mantener la lógica y la realidad de mis futuras creaciones. Eres tan perfecta y hermosa que sé que sabrás cumplir tu propósito, la misión por la que fuiste creada.

Al terminar, le dio la forma de una mujer esbelta, de apariencia maternal, pero al mismo tiempo tenía una postura muy recta; espalda derecha, manos atrás y la cabeza en alto. No tenía rasgos faciales más allá de números, letras, símbolos y formas que bailaban y se turnaban para aparecer en la inexpresiva cara de La Ciencia.

Ella solo asintió con la cabeza y obedeció, pues estaba satisfecha con el motivo de su creación, estaba satisfecha con cómo había sido creada y, además, estaba satisfecha con su creador.

Continuando con su proyecto, copiando la "formula" y las Leyes de La Ciencia, combinándolas con las probabilidades sobrantes de esta y un propio pedazo del mismo Probabilidad, creó a su hijo bastardo: La imaginación.

Como con La Ciencia, La imaginación era una masa amorfa al principio, pero esta estaba fuera de control: hacia movimientos excéntricos, se derramaba y volvía a su estado "normal", era incomprensible como algo tan poderoso podía parecer tan torpe. Probabilidad, con una muy admirable paciencia, atrapó a la masa viscosa y la moldeó hasta que pareciera una versión diminuta de él, le había dado la forma de un niño; un niño colorido de múltiples rostros.

—Eres un ser peculiar, pero hermoso. Tú deber es crear por tu cuenta, te daré libertad para que hagas lo que quieras con las probabilidades que se te fueron dadas, mientras no molestes a La Ciencia con tus creaciones. Eres libre.

Al escuchar eso, el niño salió corriendo y saltando, disparando chispas de sus manos que salían como pirotecnia. Se le veía feliz, hiperactivo, ansioso.

Todo parecía ir bien, pero con el tiempo La Imaginación demostraba una alta rebeldía, pues disfrutaba de romper la lógica de Probabilidad con sus creaciones descontroladas, que además parecían alterar a La Ciencia, pues esta odiaba el desorden. Sin embargo, a pesar de que Probabilidad se encontraba en un estado de cólera y desdén hacia su hijo, le seguía pareciendo un ser de alto valor y belleza, le tenía cariño después de todo.

Por esto, pensó y pensó una forma de organizar mejor todo, hasta que, con ayuda de La Ciencia, crearon algo grandioso: El Sistema de Habitaciones.

Cuando el proyecto de Probabilidad y La Ciencia se vio terminado, le dieron eterna libertad a La imaginación en una habitación casi infinita que ellos habían creado, a la que llamó "Mente", que estaría dentro de una habitación más grande –esta vez infinita totalmente- llamada "Realidad" o "Existencia": la habitación de La Ciencia.

Dentro de la Mente, La Imaginación no afectaría con sus creaciones a La Ciencia ni a la Realidad.

En un encuentro amistoso entre La Ciencia y La Imaginación, comenzaron a charlar como un par de hermanos que se quieren mucho a pesar de los conflictos. Cada uno se contaba las creaciones más asombrosas que habían hecho: La Ciencia había inventado una forma de que todo se mantuviera cambiando en sincronía contantemente sin tener que estar alterándolo todo ella manualmente, y la llamó "Evolución". La Imaginación había creado una especie de puerta para poder conectar la Mente y la Realidad para que La Ciencia pudiera entra a visitarle cuando quisiera; juntos la llamaron "Inteligencia", y así siguieron compartiendo una gigantesca cantidad de relatos de sus creaciones, suficientes para llenar enciclopedias enteras con tesis y ensayos de lo mas complicados.

Y en uno de sus encuentros, se dejaron llevar por una lluvia de ideas que les llegaron a ambos, y con ayuda de Probabilidad, cuando sus dos hijos (aunque La Ciencia parecía más su esposa que su hija) le expusieron la idea, quedó fascinado y decidió ayudarles. Metieron a la Mente con La Imaginación dentro en una habitación móvil, con rasgos propios que habitaría dentro de la Realidad, y esta última habitación seria llamada: la Vida.

Con el nacimiento de la Vida, toda la Realidad empezó a comprimirse de manera agresiva y progresiva, asustando terriblemente a La Ciencia y Probabilidad, que en un acto desesperado de que era el fin de todo, incluso de ellos, se dieron un cálido abrazo triste, y se juraron amor eterno aun en la no existencia. El roce del cuerpo de ambas fuerzas fue tan poderoso que una explosión de magnitudes galácticas terminaría descomprimiendo todo de manera brusca, una mezcla de todas las creaciones de Probabilidad, La Ciencia y La Imaginación se veían desparramadas de manera armonioso, como quien le pega de a pinceladas a un lienzo gigantesco.

Todo, absolutamente todo, se había mezclado, creando así El Universo: un reino con la esencia de La Ciencia, lleno de Probabilidades infinitas, donde la Realidad vive en armonía con la Mente y La Imaginación dándole origen... a la Vida.

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