୨୧ ㅤ੭ㅤ ꒰ ㅤ˚ 𝙻𝙰 𝚂𝚈𝙻𝙿𝙷𝙸𝙳𝙴 ⊹ㅤ:ㅤhyunlix ₎ა

01 : el pozo

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la luz iluminaba al único cuerpo en el escenario, los pasos se los sabía al derecho y al revés, la danza se veía elegante y delicada, el baile se acomodaba perfectamente a aquella hermosa bailarina. el vestuario del cisne blanco se le veía más que bien, el maquillaje y los pasos hechos con tal suavidad. todo era perfecto.

hyunjin estaba hipnotizado por el baile de su compañera, o mejor dicho, compañero. así es, aquella bailarina con un físico totalmente afeminado en realidad era un chico, aunque era un dato que no todos conocían, pues no les era demasiado interesante y sólo se quedaban con la primera idea que era una mujer, pero a felix realmente no le importaba, se sentía más cómodo interpretando personajes femeninos que los masculinos, y todos lo preferían así, era perfecto para aquellos papeles.

el rubio ahora estaba en el suelo, estático, mientras sucedía la pelea entre rothbar y el príncipe sigfrido. ya se sabía toda la historia, el príncipe desafiaba al hechicero a un duelo, claramente sigfrido gana y así salva a su hermosa odette de la maldición de rothbar, muy romántico. y tal cuál sucedió; derrotó al antagonista y salvó a la reina de los cisnes, con la cual se encontraba bailando ahora mismo. así mismo la obra llegó a su fin, las luces se apagaron y recibieron aplausos. todo había salido bien, de nuevo lee felix lo hizo, de nuevo hizo un gran espectáculo junto a sus demás compañeros, las personas aplaudían sin parar y no merecían menos.

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— lo hiciste muy bien, lixie —dijo el intérprete del príncipe sigfrido.

— tu también hiciste un gran trabajo, hyunjinie —respondió, regalándole una gran sonrisa a su compañero mientras lo abrazaba por el cuello—. estuviste estupendo.

— oír eso de un bailarín tan bueno cómo tú me hace sentir muy afortunado, lee felix —sonrió embobado y el nombrado dejó un beso en la comisura de los labios del pelinegro.

era normal que felix le diera ese tipo de besos, cualquiera diría que son pareja, pero es algo difícil de hablar. no son algo, pero tampoco son nada, ellos se entendían.

— ¿quisieras ir con este simple bailarín a tomar un café? —dijo hyunjin, haciendo una pequeña reverencia y extendiendo su mano luego de que se separaron del abrazo.

— acepto, dulce caballero —soltó una pequeña risita de enamorado ante el acto del mayor y tomó la mano, este se levantó y dejó que el más bajo tomará un gran ramo de rosas que le habían regalado por tan buena presentación y salieron del lugar, dirigiéndose hacia el café

la charla mientras caminaban era interesante, aunque de alguna manera cambio el rumbo de la conversación que se trataba de contar sobre lo que habían hecho el día anterior a opinar sobre la linda historia que habían interpretado.

— cuando el príncipe pidió la mano de odile me sentí destrozado aunque ya sabía cómo iba a terminar, es que no me imagino cómo se habrá sentido odette, su amado le pidió la mano a una mujer que creía era ella, lo bueno es que la historia terminó bien —dijo con una leve sonrisa mientras tomaba fuertemente la mano del alto.

— es algo muy romántico, además, retar a alguien como un hechicero no es algo que cualquiera esté dispuesto a hacer. sigfrido amó mucho a odette.

- así es... —suspiró e hizo una pequeña pausa para después continuar—. jinie, ¿tu darías todo por mí? —preguntó con cierto rubor en sus mejillas.

— claro que sí, lixie. eres mi tesoro, moriría por tí, mi lindo príncipe —y eso fue suficiente para felix.

— ¡te amo tanto, hwang hyunjin! —dejó caer el ramo por abalanzarse sobre él y llenarlo de besos.

— yo también te amo, lee felix. incluso si esa historia fuese real y los hechiceros existieran, combatiría con miles para poder protegerme, mi angelito.

el rubio era un romántico, una persona como hyunjin junto a él le venía muy bien. el pelinegro lo consentía en todo, aunque el pecoso no era un aprovechado, él también consentía a hyunjin en todo lo que este quería, ambos estaban dispuestos a darlo todo por el otro, y eso era lo que necesitaban.

de alguna forma no llegaron a la cafetería, habían hablado tanto que llegaron a un bosque, pues de igual forma donde se encontraban por la presentación qué habían tenido no era una ciudad, era una zona rural. estaban perdidos, pero era un lugar bastante hermoso; habían varios árboles a los lados de un camino qué era iluminado por varias lucecitas colgadas en las ramas de estos árboles. parecía un lugar de cuento de hadas.

— ¿deberíamos volver o investigamos un poco? —preguntó hyunjin mirando el camino frente a ellos.

— vamos, se ve muy hermoso este lugar, seguro lleva a algo interesante —el pelinegro sólo asintió y caminó junto al más pequeño, notando como a lo lejos, muy lejos, se lograba ver unas luces de diferentes colores. al llegar a aquel lugar iluminado, se encontraron con un hoyo—. ¿es una especie de portal a otro mundo como alicia en el país de las maravillas? —escuchó una risita de hyunjin.

— no lo creo. eres un pequeño amante de las historias de disney, lixie —picó su naricita y el rubio la arrugó, ocultando su carita en el pecho del mayor.

— quiero entrar ahí, se ve bastante profundo.

— felix, no sabemos qué sea eso, no sabemos siquiera si lleva a algún lugar, no podemos simplemente tirarnos, ¿y si quedamos atrapados y morimos? —habló preocupado al ver como el pecoso no hacía caso a lo que decía y ya se encontraba arrodillado frente al pozo, intentando observar más allá—. esto no me da una buena corazonada, lix.

— está bien, no entraré, jinie. no te preocupes, ¿sí? —le dio una sonrisa y se levantó del suelo, un grave error ya que estaba muy cerca del pozo y se balanceó al levantarse, teniendo nada de lo cual apoyarse y cayendo así en el gran hoyo. el grito de lix sonó fuertemente, cada vez más lejos, hasta no haber rastro de algún sonido que el menor emitiera. el corazón de hyunjin latía a mil, las lágrimas comenzaban a asomarse y sólo podía gritar el nombre del pecoso en busca de una respuesta o algo. nadie contestó, y el mayor llegó a la conclusión de que sin felix no podía continuar, era saltar junto a lix o nada, así que eso mismo hizo. caminó hasta que ya no había suelo, comenzando a caer por el profundo y casi infinito pozo.