Un reencuentro satisfactorio

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Senki Symphogear no me pertenece, es de sus respectivos autores.

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-Recapitulando...Fuiste a buscar a tu futuro tutor, pero en vez de eso le ayudaste a una morsa a encontrar a la madre de un niño, después te marco nuestro hermano mayor, cuando terminaron de hablar buscaste a la morsa que casi se ahoga, la morsa termino siendo tu tutor que acepto fácilmente, sin contar que casi lo besaste porque te gusto... ¿tengo razón? –Kirika-chan arqueo la ceja con algo de duda después que le contara mi aventura en el parque y de cómo conocí a mi tutor.

En cuanto llegue a la casa, con una tonta sonrisa me acosté en el sofá. En eso había llegado Kirika-chan que no dejaba de preguntarme y no tuve otra opción que contarle todo con lujo de detalle.

-Si Kirika-chan, eso es todo lo que paso hoy –le dije con una sonrisa y un suspiro.

-Vuélveme a describir a tu tutor –la sonrisa de Kirika-chan era divertida, hacia el intento de alzar la ceja, pero aun no lograba ese truco.

-Pues –solté una leve risita- es mucho más alto que yo, tez blanca –cerré los ojos para que la imagen de mi tutor volviera a mi memoria. Sonreí al hecho de que, en efecto, su imagen apareció en mi mente nítidamente- su cabello es peculiarmente alborotado y de un color rojizo, y sus ojos...-solté un suspiro al recordar sus ojos- son dos grandes rubís, en ellos me perdería sin pensarlo...

-Es increíble que te reencontraras con un chico que te ayudo en el aeropuerto hace dos años –acompañe la pequeña risita de la rubia con un leve sonrojo.

Hace tiempo, cuando mi hermano y yo apenas estábamos llegando a Japón. Paso algo que muchos tomaran por una tontería, pero son los efecto no saber con fluidez el japonés. Termine por perderme en el aeropuerto, había tanta gente que no encontraba a mi hermano, mi celular estaba descargado y no entendía lo que las personas o los carteles decían.

No encontraba a mi hermano, por un momento pensé que me iba a perder o que me iba a pasar algo, estaba sola en un lugar que no conocía. Tenía tanto miedo, que mis lágrimas no dejaron de fluir por mis ojos. Fue entonces, cuando sentí una cálida mano en mi hombro, me gire a ver quién era con la esperanza que fuera mi hermano, pero no era él, era un joven con una radiante sonrisa y bellísimos ojos carmesís. No sé si fue su sonrisa o sus cálidos ojos, pero no sentí desconfianza sobre él, al contrario, me sentía muy cómoda con su compañía.

Aquel joven había tomado un pañuelo y con delicadeza lo deslizo sobre mis mejillas para limpiarlas. Comenzó a preguntarme cosas pero en un perfecto inglés, yo contestaba a sus preguntas, como donde creía que estaba mi hermano y como era él. Fue entonces cuando me hizo reír con decirme "tranquila, encontraremos a tu hermano o me dejo de llamar Amou Kanade para llamarme pepito pica papitas".

Con mi risa, comenzó a observar su alrededor y vi su sonrisa. Halo de mi mano y comenzamos a caminar con tranquilidad, porque en el aeropuerto había tantas personas que no podíamos caminar más rápido.

El joven Amou, señalo algo con su dedo, en cuanto lo vi lo que el señalaba no pude más que sonreír y corrí a los brazos de mi hermano que se veía muy asustado pero a la vez aliviado.

Casi lloro en sus brazos, pero antes de desplomarme en los brazos de mi hermano, quería darle las gracias a mi salvador. Solté a mi hermano e intente buscar a esa persona. No lo vi, él había desaparecido.

Un extraño sentimiento emano de mi pecho al no verlo. Llegue a pensar que era una ilusión, pero su cálida mano se sentía tan real que quite esa idea de inmediato. Aquel joven no podía ser un invento mío como un modo de salvación. En el trayecto a mi nueva casa no pude evitar pensar en Amou Kanade, su voz y su sonrisa no desaparecerían de mi mente. Algún día lo encontraría, lo quería ver de nuevo y eso fue lo que paso.

Como cuando un ángel te visitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora