Regreso

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Azucena había vuelto al fin a España para quedarse, después de tanto tiempo fuera de su país, ya se había cansado de dar vueltas por el mundo, sola, con lo necesario en una mochila, sin lujos, solo unas cuantas cosas que compró con el único dinero con que salió de casa hace dos años atrás.

Su mundo se había desmoronado en menos de veinte minutos y tomó la decisión más drástica que jamás se había planteado, salió a recorrer el mundo o al menos gran parte de Europa, no solo los lugares más hermosos y turísticos, sino aquellos donde habían niños en la calle o trabajando para ganarse el pan de cada día.

Cuando ya se sintió recuperada, supo que era el momento de regresar a su hogar, aquella casa donde había nacido y crecido con unos padres maravillosos, pero, que por malas jugadas de la vida ya no estaban y ella aún se culpaba por la muerte de ellos y de su hijo.

De frente a su casa, ve que es la misma, pero está muy cambiada. Ya no tiene las rosas más hermosas, que su madre apodaba cada tarde con esmero o el banco de hierro donde su padre se sentaba a leer el periódico cada tarde y por instinto se toca el vientre y está completamente plano, prueba irrefutable de que su bebe tampoco estaba.

Ahora solo queda la fachada sucia de una casa descuidada y abandonada, la culpa la atrapa y más de un lágrima le recorre el rostro.

― ¿Azucena? ― Le dice una anciana y le toca con suavidad el brazo, ella la conocía desde que nació porque además de ser su vecina era la mejor amiga de su madre.

―Hola Marta, soy yo. ― la mira y habla con todos los sentimientos a flor de piel y no hace más que darle un fuerte abrazo, ella lo necesitaba y no se había percatado.

― Vamos hija a la casa, para que comas con nosotros.

― Te acepto la invitación, tengo muchas cosas que contarte. ― le pasa el brazo por el hombro y comienzan a caminar a la casa de la señora.

― Marta que yo recuerde tu vivías sola. ¿Por qué me dijiste para que comas con ustedes?

― Pues no eres la única que ha regresado. ― le responde con una sonrisa pícara.

― ¿Sergio ha vuelto? ― Azucena ha quedado más que sorprendida y la señora solo asiente en respuesta a la pregunta.

Las dos son incapaces de decir alguna palabra por todo el camino a la casa que para ser corto se le ha hecho demasiado largo a las dos, Marta es incapaz de decirle que su hijo sigue soltero y Azucena es incapaz de preguntarlo.

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Gracias por leerme y mucho más un relato corto...

Azucena ( completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora