Tenía los ojos cerrados, de pronto escuchó un fuerte golpe cerca de ella8, asustada abrió los ojos para ver de dónde provenía el ruido pero el lugar estaba poco iluminado.
Cuando logró calmarse un poco se dio cuenta que estaba sentada en una silla con las manos atadas a la espalda, en medio de la oscuridad logró ver la silueta de un hombre tirado en el piso lleno de sangre, trató de moverse pero no pudo hacerlo, estaba completamente paralizada.
-Muy bien, veamos cuánto eres capaz de soportar.
Esa voz, era Armando Navarro, de eso no tenía la menor duda. Su cuerpo comenzó a temblar cuando se dio cuenta que aquel hombre ensangrentado que estaba tirado en el suelo era Franco.
«¡Franco! ¡Franco! ¡Mi amor!» -gritó una y otra vez desesperada, pero de su boca no salía ningún sonido.
Vio cómo Armando se acercaba a Franco y lo golpeaba nuevamente con el fuete, Sara no podía soportar verlo así, estaba tirado en el piso con la sangre brotando de su espalda y ella no podía hacer absolutamente nada para ayudarlo. «¡Por favor, no más!» -gritaba ella desesperada, las lágrimas caían por sus mejillas, una tras otra.
«¡Franco, mi amor!» -gritó una última vez.
Abrió los ojos alarmada, tenía gotas de sudor en la frente, la respiración entrecortada y las mejillas húmedas; se sentó en la cama tratando de calmarse, le tomó unos segundos reconocer el lugar, era la hacienda Trueba, estaba en la habitación que hace apenas unos días compartía con Ruth. Miró hacía la cama de al lado y se dio cuenta que estaba vacía. Tomó aire para calmar su respiración, solo se trataba de una pesadilla, «la peor que había tenido en mucho tiempo» -pensó.
Tenía la garganta seca, necesitaba un poco de agua y tomar aire pero también necesitaba ver a Franco, aunque fuera solo un segundo y comprobar que estaba bien, solo así iba a poder dormir o al menos eso intentaría.
Tomó la bata que estaba en la orilla de la cama para cubrirse, decidió primero ir a ver a Franco y luego bajar a la cocina por agua. Abrió con cuidado la puerta, no quería despertar a nadie, solo lo vería un momento y regresaría a su cuarto.
El menor de los Reyes dormía plácidamente en su habitación, la sabana cubría solo la mitad de su cuerpo, Sara no pudo evitar acercarse hasta él, con su mano le acarició la espalda, comprobando que el estaba perfectamente bien y que esa horrible imagen de Franco ensangrentado no fue más que un feo sueño. Dejó escapar unas lágrimas y sonrió al sentir la calidez que emanaba su cuerpo, su mano libre la llevó hasta el cabello revuelto de su novio, se veía tan tierno que no quería despegar sus ojos y sus manos de él. Le dio un pequeño beso en la frente y en ese momento Franco suspiro, volteandose en la cama, lentamente abrió los ojos y dio un respingo al ver a su novia allí parada.
-¿Sara, qué haces aquí? -se sentó y encendió la lámpara de la mesita de noche. Al ver que no respondía tomó su mano y le hizo espacio en la cama para que se sentara a su lado-. Ven aquí, ¿estás bien?
Sara asintió y Franco tocó sus mejillas.
-Estoy bien, no quise despertarte...
-Sarita, sabes que puedes contarme cualquier cosa que te pase. Dime, ¿por qué estás llorando? -Sara no dejaba de ver sus ojos que la llenaban de paz, eran tan azules como el cielo, lo abrazó pegándose tanto a él que podía sentir el corazón de Franco latir al compás del suyo. Sarita besó su hombro y hundió la nariz en su cuello, impregnándose de su aroma varonil. Franco la abrazó como si su vida dependiera de ello-. Está bien si no quieres contarme nada aho...
-Si quiero contarte, es solo que necesitaba ese abrazo... Te necesito. -dijo ella apenas separándose de su cuerpo pero quedando a solo centímetros de su cara. Con sus manos, Sara tomó su rostro y en una pequeña caricia rozó sus labios.
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La Promesa (One Shot)
FanfictionEsta es una breve historia de Sara y Franco situada en la temporada 1.