Parte Única

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- ¡Eeeey capo! Que guapo te ves hoy, eh ¿Cómo amaneciste mi amor?

Aquí vamos otra vez.

Así eran todas sus mañanas, siempre siendo saludado de la misma manera, por el mismo castaño atrevido, con el mismo tono coqueto que se asentaba en su mente como cada día que llegaba al instituto.

- Roier, por favor, es muy temprano para andar de homosexuales - Le respondió con seriedad el pelinegro.

Spreen ya estaba acostumbrado, de verdad, todos los días era lo mismo con ese chico. Spreen estaba más que enterado sobre aquellos sentimientos que el castaño tenía por él, y es que en realidad el otro no se molesta en ocultarlo en lo más mínimo.

Que si coqueteos por aquí, varias insinuaciones por allá, alguno que otro pequeño regalo entre medio (como pequeñas flores que se encontraba por el camino o rocas que "le recordaban a Spreen"), Roier siempre tenía toda su atención puesta en él.

Y es que parecía no importarle lo mucho que este lo rechazara o le respondiera de manera cortante, eso parecía ser tan solo un combustible para alentarlo a seguir con todo eso que había estado haciendo.

- Ya déjalo, mien ¿no ves que el pobre recién se anda levantando? Dale un poquito más de tiempo aunque sea, que se despierte bien - Dijo Mariana entrando a la conversación.

- ¡Ay, pero Osvaldo! ¿Sino entonces cómo le voy a recordar a mi hombre lo guapo que es, eh? - Respondió rodeando por los hombros a Spreen.

El pelinegro no cambió su seria expresión, más que acostumbrado a las acciones del contrario, pero de igual manera no pudo evitar mirarlo de reojo.

No sabe en qué momento su rostro se había acercado peligrosamente a él, incluso así lograba ver la diferencia de alturas entre ellos, aunque Roier se había puesto en puntillas para alcanzarlo. Podía visualizar a detalle las facciones del castaño, sus ojos y esa sonrisa de idiota que siempre tenía pegada a la cara... casi lo hipnotizaba.

- No soy tu hombre Roier, no seas boludo - Se separó del más bajo, tomando su brazo y quitándolo de encima de sus hombros.

¿Y cuál fue la respuesta de Roier a su tan cortante comentario?

- ¿A poco sí, mi amor? Ya veremos más adelante.

Y con una sonrisa pícara y un coqueto guiño, se giró para darle la espalda al más alto y tomar rumbo a sus clases como si aquellas palabras no hubiesen salido de su boca.

Spreen simplemente apretó los labios.

"Maldito sea ese idiota... ya me está dejando medio gil"

.
.
.

El resto del día había pasado como de costumbre para el pelinegro, y cuando digo "de costumbre" me refiero a que lo había pasado lleno de insinuaciones de Roier.

Sonrisas y miradas coquetas en todos lados. Y si no me crees, dejame citarte cada una de ellas.

La primera fue en una de las pocas clases que compartían juntos, Spreen estaba ocupado prestando atención a la explicación del profesor (sí, era un alumno bastante aplicado), eso hasta que un golpecito en la cabeza arruinó su concentración.

Al mirar al lugar de donde provino aquello notó un avión de papel que caía detrás suyo, y al fondo de la clase estaba cierto castaño mirándolo con esa sonrisa de idiota que lo caracterizaba tanto.

Spreen frunció el ceño, pero de igual manera se dispuso a tomar el papel que estaba a sus pies y lo abrió para ver qué tenía para decir el mexicano esta vez.

☆';;Me gustas tú, Me gustas tanto! - SproierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora