Ese fue el instante en que lo entendí, no volvería a verla. Tener que fingir una sonrisa me dolió hasta el alma. Pero sencillamente me faltó el valor para decírselo...
—Aguarda un segundo, pensándolo bien, sí quiero saber la versión completa —su mensaje iba acompañado de emoticonos de sorpresa.
—De acuerdo, pero te lo advierto, es algo larga, tiendo a divagar y no soy muy adepta a narrar de forma lineal.
—Eso ya lo sé, he leído tu Fic ¿recuerdas? —No sabía cómo debía tomar eso, hasta que ella completó con—; pero me gustan las historias revueltas.
Sentada frente al ordenador sonreí y, previo a continuar tecleando, estiré mi espalda para prepararme.
—Muy bien, sé justo por dónde empezar...
~·~
Un hermoso día soleado caminaba por las canchas de mi escuela, rogando porque alguna nube le ayudara a mis ojos que apenas podían mantenerse abiertos. Luego de dar una presentación iluminada únicamente por la luz del proyector, el sol resultaba realmente molesto.
No obstante, mi visión reducida, o la incomodidad de usar tacones al pisar el pasto lodoso, pronto pasarían a ser molestias menores. Pues el timbrar de mi teléfono anunciaría la vuelta de uno de los demonios de mi pasado.
Javier, un muchacho alto, moreno, con unos ojos que... bueno, para abreviar (y aunque deteste admitirlo); un chico apuesto. Quien, por cierto, en un par de ocasiones había inspirado mis poesías más tristes, en ese instante se encontraba del otro lado de la bocina.
Escuchar su voz fue como me imagino que sería beber un tarro de miel repleta de tachuelas; aunque en tu luenga haya un sabor dulce, todo tu interior desde la garganta seguramente comenzaría a desangrarse. Y justo ese era el peligro de escucharlo, que sólo podía concentrarme en el sabor dulce, aunque fuera difícil de tragar.
—¿De verdad eres tú? Vaya sorpresa... —necesitaba concentrarme— ¿se puede saber quién te dio mi nuevo número?
Entonces escuché su risa cínica, uno de los sonidos que más he llegado a odiar en el planeta.
—"Vamos Gracie, sabes que nunca revelo mis fuentes. Pero eso no es lo importante aquí, dime, ¿hoy a qué hora terminan tus clases?"
Debí hacer caso a mis pies que me suplicaban correr hasta la parada del camión, en cambio, obedecí a mis pulmones al sentarme en una jardinera para tomar un respiro.
—¿Por qué habría de decírtelo?, creí que uno de los beneficios de terminar contigo era no estar obligada a compartirte mi itinerario completo.
—"No seas así, únicamente quiero charlar un poco contigo, nuestras universidades son contiguas y, a pesar de ello, desde que entraste no te he visto un sólo día."
—¿Y de quién es la culpa?
Él guardó silencio, yo solté un suspiro, pero en menos de un segundo pasaría a contener el aliento.
Al estar por continuar con mi camino no fui capaz de dar un paso, pues justo cuando mi zapato izquierdo acababa de tocar el piso, un par de manos sujetarían mi cintura llevándome de vuelta a mi asiento.
Lo último que debía preocuparme eran esas fuertes manos. El verdadero peligro se encontraba en los carnosos labios que se habían apoderado de los míos.
Recuerdo haber pataleado e incluso tratado de golpearlo, pero mi resistencia fue inútil. Su saliva en contacto con la mía se trataba de un veneno paralizante lleno de recuerdos.
—Sabes, amo cuando tienes que exponer. ¿Cuál fue el tema? —Hizo una pausa, recargó su cuerpo contra el mío y luego de besar mi cuello susurró a mi oído—; me habría encantado escucharte explicando mientras enfilabas frente a la clase con esos tacones.
Entonces, se acabó el encanto del momento. El que mencionara mis zapatos, encendió la chispa que mi memoria justamente necesitaba en esos segundos de debilidad.
"Los recuerdos se agolparon, él y yo haciendo equipo para nuestro trabajo final del semestre. Volví a experimentar esa sensación de frustración que ese día recorría mis nervios y no sólo debido a que todo estuvo por arruinarse gracias a él, sino porque consiguió hacerme sentir como una tonta al haberme esmerado tanto en mi atuendo. Únicamente, para que al terminar el día, cuando su madre quiso fotografiarnos, él no se lo permitiera hasta que Tabita llegara
¿Y quién era Tabita? Bien, alerta de adelanto; con ella me engañaba."
En fin, de un rodillazo a la entrepierna conseguí mandarlo al suelo. Mientras él se retorcía de dolor, un profesor que había presenciado la escena se acercó para decirnos que ese no era el sitio para arreglar nuestros problemas y, que si no teníamos nada que hacer, lo hiciéramos en otro lado.
A lo cual respondí;
—Lo siento. Tiene razón, es mejor que me vaya.
Me alejé tan rápido como pude, incluso una vez que crucé las puertas de la universidad comencé a correr. No estaba de ánimos para soportar los reclamos y las escusas de ese imbécil.
Aun así no conseguí alcanzar al camión que se iba a las tres en punto. Resignada, tuve que subir al que recién comenzaba a llenarse.
Una vez en mi sitio, con la cabeza recargada contra el vidrio, pude ver a Javier corriendo y metiéndose en la fila de abordar.
Al momento en que nuestras miradas se cruzaron, rogaba por un milagro. Y como un leve destello de respuesta a mi suplica, una chica se sentó a mi lado, pero eso no fue suficiente obstáculo. Javier tomó asiento enfrente, dándose la vuelta enseguida para confrontarme.
—¿Se puede saber por qué de la nada decidiste dejarnos sin hijos? —Realmente deseaba golpearlo justo en la cara.
—Si en serio no lo sabes, entonces de verdad lo merecías. Javier, por favor sólo déjame tranquila. Además deberías regresar a la escuela por tus cosas y a tomar clase.
—Eso me da igual. No tienes idea del trabajo que me costó contactar contigo y averiguar a qué hora salías.
—Ese es el problema ¿no? Estás tan acostumbrado a no tener que hacer ningún esfuerzo por nadie, que en el momento que lo haces te enloquece ver que no funcione como esperabas.
Yo no me había percatado, pero mi voz se entrecortaba y algunas lágrimas abandonaban su sitio, sin duda la frustración es una de las peores sensaciones.
Era el turno de su réplica, no sé lo que estaba por decir pero seguramente no era nada alentador pues su mirada destellaba enfado.
—Grace, perdón que interrumpa. Pero tengo una duda del tema que expusiste. —Resultó que la chica en el autobús era de mi clase de bioética—. Es acerca de la clasificación de los tipos de inteligencia artificial que estaba en una de tus diapositivas, ¿podrías resolverla?
—Oye no me interesa quien seas, pero Grace y yo estamos....
—Con gusto, ¿cuál es tu duda? —Sin siquiera verlo, sabía que Javier tenía una expresión de indignación debido a que acababa de interrumpirlo, pero no pensaba dejar la charada.
Así, al entender que no podría hacer nada, Javier terminó por bajar del camión con un paso iracundo.
En cuanto él no estaba más a la vista, solté un suspiro tembloroso.
—Descuida, ya se fue. Bajas hasta la Raza, ¿cierto? —preguntó mientras que con su delicada mano limpiaba la última lagrima escurridiza que aún rodaba por mi mejilla.
—Sí... Gracias, lamento que te hayas visto envuelta en este drama...—traté de buscar en cada rincón de mi cerebro, sin embargo no conseguí recordar su nombre— disculpa que lo pregunte, pero soy mala con los nombres, ¿tú eres?
Por primera vez la vería, su expresión de desencanto. La ceja derecha levantada y sus orejas realmente rojas. Con el tiempo aprendería que al contraerse su rostro de esa forma no me quedaba más remedio que contentarla enseguida o el infierno se desataría. Aunque tengo la sensación de que en ese momento decidió dejarlo pasar.
—Soy Dafne— respondía mientras una pequeña mueca se negaba a abandonar su boca.
—Dafne, es un gusto. Y de nuevo, mil gracias.
Cada que recuerdo este justo instante no puedo evitar preguntarme, de saber lo que me esperaba ¿también habría sonreído?

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Amor de "Fan-Fic".
Подростковая литератураEnamoramiento o amor, es natural pensar que el primero desencadena al otro, ¿Pero realmente en qué punto aparece dicha metamorfosis? Además, si todo termina ¿no será acaso que fue una simple locura de enamorados? Grace piensa que amar implica una en...