Grises emociones.

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Cuando alguien triste busca consuelo, lo mejor que atino a sugerir es que en realidad debería vivir a plenitud ese momento. No para sumergirse al punto de ser incapaz de salir a flote, sino para que al sacar la cabeza del agua, se aprecie el aire fluyendo por los pulmones. Y es que sin la tristeza, ¿cómo se puede valorar la felicidad?

~·~

Lo último que quería era pasar un tercer día bebiendo. Y mucho menos deseaba faltar de nuevo a clases. Las condiciones ya no eran igual a cuando estaba en la vocacional, allí podía faltar lo que me diera la gana y estar segura que de sacar un examen perfecto obtendría 7 o 6 puntos del total de la calificación, dependiendo la asignatura claro está. Pero en la universidad a la que iba, los trabajos y las asistencias tenían demasiado valor.

Ese día, las clases fueron un suplicio. No tenía idea si Dafne se había rociado de su perfume más de la cuenta, la cuestión era que su dulce aroma no me permitía concentrarme.

Ella no paraba de voltear a verme ni de tratar de llamar mi atención, pero en cada ocasión preferí ignorarla.

Al final de la jornada me dirigí directo a las canchas. Traía mi balón, pues sabía que me haría falta desquitar mi ansiedad con el tablero.

Luego de dejar mi mochila en la base de la canasta y comenzar a lanzar algunos tiros, Dafne no tardó en aparecer. Yo seguí corriendo y haciendo dribles como si no la hubiese visto.

Lancé un tiro de la línea de tres, pero luego de atravesar la red, el esférico fue a caer cerca de Dafne y ella se apresuró a levantarlo.

—¿Puedes dejar esto por unos minutos?, quiero hablar contigo.

—Yo no, así que dame mi balón y vete.

Intenté acercarme para quitárselo, pero ella se hizo a un lado enseguida.

—Grace escucha, sé qué debí contarte de Oscar antes, pero entiende que yo no me esperaba que tú... y es que la verdad yo tampoco sé... bueno tú eres la primera que, ya sabes... —de sus ojos comenzaban a asomarse algunas lágrimas y debido al nerviosismo que se apoderaba de ella sus manos se movían ansiosas.

No quería verla llorar, pero tampoco me sentía capaz de perdonarla. Así que aproveché su distracción para golpear el balón y que resbalara de sus manos. Lo tomé junto con mi mochila y regresé hacia la escuela casi corriendo.

Cuando creí estar prudentemente lejos, voltee para averiguar si Dafne me seguía, en su lugar la vi frotar sus ojos y darse la vuelta para dirigirse a la salida.

Deseaba ir tras ella, sujetarla entre mis brazos, decirle que la entendía perfectamente pero que quizá debíamos intentarlo, entonces, tomaría su rostro para por fin besarla. En cambio, di un par de vueltas a la escuela hasta que regresé de nueva cuenta al campo y las vi, el equipo de football bandera. Me senté a una orilla para observarlas entrenar y quedé sorprendida con su entrega.

Sin darme cuenta habían pasado más de tres horas. El equipo seguía practicando sobre el pasto, yo necesitaba estirarme y para conseguirlo caminé directamente a la oficina deportiva. Anotarme en el equipo me daría una buena excusa para evitar a Dafne al salir de clases, además me mantendría lo suficientemente ocupada para no pensar en ella, cuando menos unas horas.

Una vez en casa y luego de haber terminado mis tareas, me encontraría con el tormentoso tiempo antes de dormir. Mi mente divagaba entre un recuerdo de Dafne y otro, pero cada serie de pensamientos me dirigía a imaginar su rostro lleno de lágrimas.

Acabé levantándome de la cama para encender la computadora. Quise adormecer mi cerebro, así que abrí mis redes sociales en busca de imágenes ridículas, por supuesto busqué primero en el perfil de Chris.

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⏰ Última actualización: May 20, 2023 ⏰

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