UNO

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Los rayos de sol aparecieron en el compartimiento del tren, el olor a chocolate y páginas de libros viejos permanecieron en el aire. Afuera una ligera neblina envolvía los árboles que se erguian orgullosos en el viento

En un rincón del compartimento estaba sentada una chica envuelta en un Jersey de punto rojo, con las rodillas pegadas al pecho. Su cabeza descansaba en la ventana fresca, tarareando la melodía de Killer Queen casi inaudible mientras sus rizos castaños que caían en cascada hasta sus caderas besaban su cuello.

Genevieve admiró la vista frente a ella contemplando las vistas y disfrutando de lo pacifico que era. Sabía que no duraría mucho la tranquilidad. Sabía que en cualquier momento el aura armónica que se había filtrado en ella sería interrumpida por los Merodeadores. Aunque disfrutaba de la compañía de sus amigos, no era frecuente que disfrutaba de los lujos de la relación pura.

Como si ella lo hubiera predicho, la puerta del compartimento se abrió y un niño con cabeza obsidiana y rizado se paró en la entrada con una amplia y familiar sonrisa grabada permanentemente en su rostro y sus brazos abiertos.

— ¡Genny! – grito Sirius, corriendo y abrazándola en un fuerte abrazo que la levantó del suelo.

Genny. Su apodo favorito para ella. Apenas lo había oído llamarla Genevieve, solo en las situaciones más extremas.

Ella inclinó su cabeza hacia atrás y se rió cuando el los hizo girar a ambos hasta que se marearon, lo que provocó que su cabeza diera vueltas una vez que la coloco de nuevo en el suelo.

El soltó una carcajada antes de dejarla ir y sentarse a su lado.

— Mi turno – grito un niño con gafas, arrojándose sobre Genevieve. Si bien esperaba que ella lo atrapará, su plan resultó infructuoso ya que ambos aterrizaron en el suelo con un ruido sordo, con las extremidades entrelazadas torpemente.

— Me has roto al menos diez huesos en el cuerpo, James – gimió Genevieve, levantándose del suelo antes de ayudarlo a levantarse también.

— Bueno, te estás moviendo perfectamente bien – replicó, acomodando sus anteojos circulares que se habían resbalado ligeramente.

— Shh – ella calló y se llevó un dedo a sus labios – Todo es parte del acto

— Déjale la actuación a Canuto, el es mucho mejor que tú – bromeó James, apartando el delagdo dedo que se cernia frente a él.

— Por eso ya no eres mi favorito – Genevieve sonrió dulcemente haciendo que el chico la mirada boquiabierto ofendido.

— ¿Puedo tener algo de ayuda, por favor? – la voz de Peter gimió, arrastrando una maleta con una mano mientras abrazaba con fuerza una gran variedad de golosinas con la otra.

serendipia - r. lupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora