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Heungmin suspiró, cansado, mientras borraba, nuevamente, las palabras recién tipeadas en la pantalla de su celular. Miró el nombre en el extremo superior del chat y bufó, ¿qué tan difícil podía ser mandar un maldito mensaje?

"¿Estás ocupado?", "¿Sigue disponible la oferta?", "¿Hola?" "¿Tienes planes hoy?", ninguna de las cosas que había escrito hasta el momento lo convencía. Frustrado, borró –de nuevo– lo poco que había vuelto a tipear, bloqueó el dispositivo y lo tiró descuidadamente en la cama.

Le molestaba su inhabilidad para funcionar con normalidad cuando de Cristian se trataba. No le gustaba sentirse un adolescente que recién estaba aprendiendo a navegar el mundo de las relaciones interpersonales, ¡Tenía treinta años, por dios! Pero, así como se sentía extrañamente cómodo cuando estaban juntos, como si se conociesen desde siempre, también había algo en el cordobés que lo descolocaba, que le daba vuelta el mundo y hacía que nada funcionara como debía.

Miró el reloj en su mesa de luz. Apenas eran las siete de la mañana; realmente era demasiado temprano para que ya tuviera tantos problemas dando vueltas en su cabeza. Soltó un último quejido por lo bajo y, con cuidado de no despertar a Kangin, tomó sus pertenencias, su carpeta llena de documentos, y salió del departamento, camino a la parada de taxis más cercana.

Heungmin agradeció que el conductor del taxi tuviese tan pocas ganas de hablar como él; simplemente le indicó su destino y luego se perdió en el paisaje urbano que podía observar por la ventanilla, completamente abstraído de su realidad. La vibración del celular en su regazo, unos minutos después, fue el encargado de romper el hechizo.

Kanginnie: hyung! Fighting! Avísame cómo sale todo <3

No pudo evitar sonreír al leer el mensaje. Siempre podía contar con Kangin para mejorar cualquier situación y hacerle olvidar sus problemas; tal vez no lo decía lo suficiente, pero estaba absolutamente agradecido de que fuese Kangin quien lo acompañaba para enfrentar esta nueva etapa de su vida.

Tipeó una rápida respuesta y –siendo totalmente invadido por una sensación de que nada podía salir mal– comenzó un nuevo chat y dejó actuar a sus impulsos aunque sólo fuese por unos segundos.

Son Heungmin: [ubicación compartida]

Son Heungmin: si estás libre, voy a estar en esa dirección

Son Heungmin: seguramente me ocupe un buen rato, así que no necesitas apurarte

Son Heungmin: ¡Ah! Soy Heungmin, por cierto ☺️

Sin esperar una respuesta –al fin y al cabo no tenía idea de a qué hora solía comenzar sus días Cristian– volvió a bloquear el dispositivo y miró a su alrededor, intentando ubicarse. Ya le quedaba poco para llegar a su destino.

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Si sólo pudiese elegir una sola cosa que odiaba de hacer trámites, Heungmin sin dudas elegiría la espera. Odiaba tener que esperar, en especial sin saber si iba a tener que hacerlo por meros minutos o por horas. Odiaba escuchar el movimiento de las agujas del reloj, que sólo servían como recordatorio de lo lento que pasaba el tiempo; las voces de las secretarias atendiendo llamados, y sus tacones golpeando contra el piso con cada paso que daban cada vez que debían llevar documentos de un lado a otro. Heungmin aborrecía por completo esperar.

Su única distracción, mientras esperaba a ser atendido, resultó ser Cristian.

Cuti⚽😏: heyyy, recién veo los mensajes, perdón

[Cutison] SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora