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El pequeño Harry Styles salía de su instituto mientras escuchaba miles de murmullos e insultos hacia él.

Ya se le había vuelto costumbre aquello, lo único que le quedaba por hacer era rezar porque ninguno de sus bullies le hicieran algo malo ó rezar para que la hora de salida llegara pronto.

Llegó a su tan preciada bici, la cuál se la había obsequiado su padre en su cumpleaños número quince, antes de fallecer.

No le sorprendió para nada encontrar estiércol en la pequeña canastilla que adornaba la parte delantera de su biciclo. Era más o menos cómo una "despedida" que le dejaban los bullies cada viernes para que se pasara el fin de semana pensando, de alguna manera, en ellos.

Decidió pasar por alto aquello y se colocó su lindo casco blanco lleno de margaritas, para luego subirse en ella, dispuesto a regresar a su casa.

A medida que avanzaba por las tranquilas calles de Doncaster, apreciaba la naturaleza que lo rodeaba, se concentraba en el trinar de los pajaritos, y en las ardillas que se escondían entre los huecos de los árboles.

Era un chico muy, muy curioso y distraído. Así que en lugar de concentrarse en el camino, se puso a admirar la naturaleza provocando que chocara por uno de los autos que estaba estacionado en una de las aceras. Todo se volvió negro desde ese entonces.

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Una suave melodía lo volvió en sí mismo. Alguien estaba ejecutando un instrumento.

"Que raro..." pensó. "...Gemma dejó sus clases de guitarra hace mucho tiempo..."

Lo primero que vio al abrir sus preciosos orbes verdes fue un plato con naranjas dentro. Frunció el ceño. ¿Porque su madre habría de dejar naranjas en un plato cerca de él? Sabía perfectamente que él no podría consumirlas aunque quisiese, pues tenía brakets.

Se encontraba un tanto adolorido, tenía un dolor de cabeza muy fuerte, el casco que llevaba no había servido de mucho.

Pero eso no fue preocupación hasta que notó que yacía en una cama totalmente ajena a la de él.

Se incorporó inmediatamente encontrándose con un bonito chico castaño de ojos azules y sonrisa de comercial, esa sonrisa hacía que se le salieran pequeñas arruguitas a los costados de los ojos, cosa que a Harry le pareció muy adorable.

El muchacho dejó de tocar y dijo:

"Tu bici está rota."

Harry no respondió. Seguía un poco aturdido por el golpe.

"¿Te encuentras bien?" insistió.

El ojiverde asintió.

"Sí, gracias por dejar que me acostara aquí." murmuró un tanto avergonzado.

"No te preocupes. ¿Seguro que no quieres que llame al médico o a tu madre?" preguntó una vez más, preocupado.

Negó. "En serio, estoy bien. No es necesario."

El joven asintió, brindándole otra sonrisa.

"Vaya...si que es una persona feliz." pensó Harry.

"Soy Louis." dijo, para luego bajar la guitarra que tenía en sus brazos encima del escritorio de su habitación. "Siento haberte molestado, pero la estúpida de mi hermana está viendo la tele así que no me ha quedado más remedio que ensayar en mi cuarto."

Harry asintió, restándole importancia. "No te preocupes, oh, y me llamó Harry."

"Así que...tu también vas al Instituto Millara, ¿verdad?" preguntó Louis.

Oranges. | l.s one shoot |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora