Unica parte

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Yacía estático, su cabello rubio desordenado por el viento; con el corazón moviéndose por inercia propia, o eso era lo que sentía, sus pasos fantasmas avanzaban como si no tuvieran una brújula, solo empujado por la nada; su mirada era ida, sus ojos azules ya no tenían ese brillo, tanto que parecían grises, tanto que si los mirabas fijamente podrías ver el vacío infinito, ella le diría que no lo reconoce y que su partida no debería de afectarle tanto pues ella se fue feliz, pero, para él una parte de su corazón se fue al verla en esa maldita caja de madera.

No, ella no lo reconocería, no reconocería a aquel saco de huesos y carne que finge estar vivo, que finge ver la vista de aquellos automóviles pasando a velocidad pero que en el fondo desea ser parte de ese paisaje al pintar la autopista de su sangre.

Desea lanzarse, desea que su dolor acabe para siempre, desea no existir...

Sus recuerdos le chocan como en viento en su cara, sus recuerdos de felicidad junto a ella, sus idioteces y sonrisas, ahora le duele a lo que otros llaman corazón.

Suspira cerrando sus ojos, se apoya en la baranda que impide que salte de una vez sintiéndola fría y desgastada, una lágrima sale de el sin ningún permiso.

Ahora está sentado en aquella barra de metal, aun recordando, aun llorando, aún con impotencia de no poder hacerla feliz...

Decide tirarse ...

(...)

Era un día bonito para Julián, la ciudad estaba nublada pero aun así era bellísima, estaba feliz, los pedidos de la florería de su madre se había triplicado por el día de San Valentín, ahora el se encontraba llevando un pedido de hermosas hortensias para su madre, a ella le encantaban y a él igual pues tenían un color azul muy bonito, además de que tenían 2 significados, tanto buenos como malos.

Iba en su bici, iba tarde para el almuerzo y tenía que apurarse, pedaleo rápido aunque casi se cae, tenía pensado ir por un camino más seguro que el puente de la ciudad pero era lo que quedaba más cerca, tenía miedo a las alturas pero más miedo le tenía a su madre enojada, así que bajo del asiento para sentirse más seguro, miraba abajo un poco asustado, levantando la mirada al escuchar gritos y susurros de personas a su al rededor, miró a donde estaba el tumulto, sobresaltándose al ver a un chico sentado en la baranda, parecía triste, parecía que iba a saltar...

Se sintió molesto por la gente que no hacía nada para que este chico bajara, solo le dejaban morir, así como así...

Vio como este soltaba una mano, no le importo correr y dejar su bicicleta con las hortensias tiradas y esparcidas por el camino, todo paso en cámara lenta, y no sabe cómo lo logró pero ahí estaba aferrado a la espalda del chico y con gran esfuerzo lo bajo de ahí, estaban en el suelo, aquel extraño tenía los ojos cerrados y respiraba entrecortado.

--No debiste detenerme -- su voz era profunda, pero estaba desgastada, como si tuviera un nudo en la garganta.

-- No iba a dejar que te lanzaras así por así, no podre saber tus problemas, pero sé que la vida puede ser bella...-- sí, estaba por llorar, no entendía nada del suicidio, pero llegar al punto de desear y acabar con su vida era triste.

Aquel extraño se levantó con esfuerzo dejando a Julián aún tirado, yéndose a pasos lentos, la gente lo miraba mal, como si fuera la peor escoria por el hecho de no querer seguir en la carrera de la vida, pero el castaño le miraba con pena todos al menos tuvimos momentos malos.

Mantenía su mirada en el rubio cuando de pronto se desmayó y callo abruptamente en el suelo, entonces Julián corrió, no sabía quién era este extraño pero le ayudaría, aun así reciba menos sueldo y un golpe de su madre por llegar tarde.

Luz en la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora