Until the spring day

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Zurich es realmente frío, es lo primero que piensa al salir del calor de la pequeña área de descanso, donde ha logrado dormir por casi tres horas, aunque ha tardado al menos media hora en volverse a ver impecable, luego de que la hinchazón de su rostro se ha reducido de manera visible. Su reloj marca las cuatro de la tarde en punto, aunque no debe preocuparse, pues siempre lo lleva adelantado por diez minutos para mantener su hábito de puntualidad.

Su vestimenta es un poco más gruesa al estar en Europa en pleno invierno. Incluso con los guantes, el grueso abrigo sobre sus capas de ropa y el sistema de calefacción del aeropuerto, sigue percibiendo la baja temperatura y soltando escalofríos al ver las paredes de cristal empañadas, ¿o es que están completamente blancas? No puede distinguirlo. Realmente no parece una buena señal, pero tiene trabajo que hacer, así que camina más rápido por los pasillos, los cuales lucen inusualmente desolados.

Suelta un suspiro al acercarse a la zona de espera para el personal. Poco a poco logra escuchar con más claridad la conversación de las que serían sus compañeras en el próximo vuelo. Apenas ha logrado comprender lo último, pero es suficiente para saber que no son buenas noticias.

—¿Nieve? —pregunta, deteniendo su valija a su lado. Las chicas tienen cara de estar congestionadas, mientras su otro compañero sacude su cabeza con decepción.

—A montones. Es una jodida tormenta —habla una de sus compañeras, Cindy, recuerda gracias a sus labios coloreados de un rojo intenso—. Estaba tan lista para visitar el bello Singapur.

—Didy, ¿tomarías navidad libre? —pregunta Michelle, con quien ha tomado varios vuelos en las últimas semanas. Cindy asiente con un puchero en sus labios. Piensa que la chica es realmente tierna; sus mejillas regordetas están rosadas por el frío, recordándole a una de esas muñecas de porcelana.

—Tenía una reservación lista. Sería un hermoso día de spa y luego vería los fuegos artificiales la madrugada de navidad con champán y algún platillo picante.

—Es una pena —habla por primera vez su compañero a quien ha evitado a propósito, recostándose sobre una de las columnas de concreto—. Al menos aún tienes año nuevo.

—Jodido año nuevo.

—¿Qué hay de ti, Seokjin?, ¿ibas a tomar uno de estos días?

Su mirada cae en su compañero, quien parece haber hecho la pregunta con genuina curiosidad. Seokjin le sonríe, pensando en lo ingenuo que es este chico, ¿Jackson?, sí. No olvidará su nombre. El chico no se había callado en todo el vuelo desde Japón. Seokjin no suele ser irritado con facilidad, pero este chico había comenzado a coquetear de un momento a otro y las alarmas de su cabeza se habían activado de inmediato.

No tenía ánimos de enredarse con alguien cerca de una fecha tan sagrada. El nacimiento del Mesías, joder... su madre seguramente está en la iglesia en ese momento, o tal vez roncando. No tiene mente para hacer la cuenta del cambio de horario. Navidad no es una linda fecha para follar, al menos no para él. Tal vez para los romanos hace siglos, pero él tenía un poco más de respeto por la religión de su madre... y la de Michelle, quien a veces celebra Jánuca por su cuenta con velas falsas, que son lo más seguro dentro de un avión.

—No lo creo —responde con una sonrisa apretada—. Reamente no soy un fanático de estas fechas, y, ¿qué mejor que pasar las fiestas bebiendo vino de cartón?

Las chicas ríen y Jackson parece estar más interesado que todos, desde luego. Seokjin le devuelve la sonrisa por un momento antes de desviar su mirada a la pantalla cerca de ellos. Los vuelos aparecen marcados como es regular, pero seguro el aviso no tarda en venir.

Estimados pasajeros...

No tiene idea de por qué no les han comunicado con anticipación sobre una posible tormenta de nieve. Usualmente se toman las precauciones necesarias y los vuelos se reducen a la mitad para evitar las grandes aglomeraciones de pasajeros desesperados por llegar con sus familias. Pero nada de esto está planeado, así que simplemente tienen que apegarse al protocolo y esperar a que las calles sean despejadas para poder quedarse en el hotel que la aerolínea les ofrecerá. No puede quejarse, pues los inconvenientes no suelen afectar su depósito cada quincena.

Until the spring dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora