Caída libre

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Senkuu sintió el aire dejar sus pulmones cuando Kohaku lo abrazó.

Había estado dos semanas atrapada dentro de esa cárcel de piedra por haber luchado por él y solo ahí tuvo la oportunidad de liberarla. Sus ropas estaban ya destrozadas y se veía bastante ridícula, pero aun así corrió a abrazarlo, sabiendo que la probabilidad de que Senkuu la dejase hacerlo era una en un billón por ciento.

Sin embargo: allí estaba. Pegada a él, con aroma a tierra y voz temblorosa. Y Senkuu estaba confundido porque realmente eso estaba sucediendo. Realmente había dejado que Kohaku traspasase su metro cuadrado personal sin miedo a ser estrujado hasta la muerte.

Aunque realmente no lo estrujó, y Senkuu exhaló hasta marearse sin razón alguna.

No era como los abrazos que le daba su padre, ni como los de Taiju. La mano pequeña pero callosa de Kohaku se había colocado en su nuca y parecía atraerlo hasta el fondo. Desde allí, la leona lo guiaba a olerla, a ver sus vellos erguirse, y sentir su corazón palpitar.

Desde allí, le estaba dando el poder a Senkuu de colocarle una mano en la cintura y abrazarla de vuelta.

Solo si él quería.

Senkuu se preguntó si quería hacerlo; realmente se lo preguntó a sí mismo. Frente a todos sus amigos.

—¡¿Por qué Senkuu recibe un abrazo y yo no?! —la odiosa voz de Ginro exclamó, y la rubia se separó inmediatamente del peliverde.

En ese momento, el científico realmente gruñó a la idea de que Kohaku abrazase a otra como lo hizo con él.



Esa noche, Senkuu soñó con Kohaku.

Era un sueño bastante corriente, donde ambos caminaban por el bosque que rodeaba la aldea Ishigami. Ella cargaba un montón de minerales, y él una cantidad suficiente de herramientas de minería.

"Nos fue bastante bien." comentaba ella, con una amplia sonrisa.

"Sí, creo que tenemos suficiente." Senkuu aseguró en su sueño.

De un momento a otro, Kohaku estaba en el suelo y de su rodilla salía sangre, como si se hubiese caído sobre una roca filosa. Entonces Senkuu se arrodillaba junto a ella y examinaba su rodilla. Por alguna razón, sabía que, si tocaba la herida, esta desaparecería.

"¡Me salvaste, Senkuu! ¡Tú siempre me salvas!"

El científico no se sentía extrañado por la elección de palabras en el sueño.

"Es por eso por lo que estoy realmente... realmente enamorada de ti."

Entonces el Senkuu del sueño se colocaba encima de ella, ponía sus manos a cada lado de su cabeza y miraba a la etérea leona, que de pronto estaba en ese ridículo vestido desgarrado.

Pero cuando iba a hacer algo —¿Qué iba a hacer? —, el mundo comenzaba a mecerse, haciendo que todo sonara mientras una tormenta se avecinaba. Kohaku estaba hecha piedra y él...

Él no había podido salvarla.

Un fuerte ruido hueco despertó a Senkuu de su sueño. Le costó acostumbrar su mirada a los alrededores hasta que identificó el valde de agua vacío yendo de un lado de su pequeño cuarto hacia el otro.

"¡Buenas noches tripulación! Les habla su capitán Nanami Ryusui. Les comunico que tenemos un poco de movimiento en nuestra flota que no es mayor problema para su hábil capitán, por lo que pueden permanecer en sus habitaciones si desean." El altavoz sonó como una radio vieja con los parlantes reventados.

Caída libre (Senku x Kohaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora