CAPITULO #1

1 0 0
                                    

Había una vez un bebé que acababa de nacer en el pequeño pueblo de Santa Ana. Sus padres habían estado discutiendo durante meses sobre qué nombre ponerle al niño, pero nunca se pusieron de acuerdo. La madre quería llamarlo "Juan", mientras que el padre insistía en llamarlo "Pablo". Así que, para evitar más peleas, decidieron lanzar una moneda al aire. El resultado fue "Daniel".

Al principio, los padres estaban contentos con la elección de su nombre, pero pronto comenzaron a arrepentirse. El padre trabajaba en una empresa de contabilidad y se sentía muy aburrido en su trabajo. Siempre había soñado con ser un aventurero y viajar por el mundo. Por eso, cuando le pusieron a su hijo el nombre de Daniel, pensó que algún día él mismo podría tener la misma suerte que el personaje bíblico.

La madre, por su parte, era una mujer muy religiosa y había puesto el nombre de su hijo por el profeta bíblico. Pero a medida que su hijo crecía, empezó a darse cuenta de que no tenía nada que ver con el personaje bíblico. Era un niño travieso, desordenado y bastante alocado.

Con el tiempo, Daniel se dio cuenta de que su nombre era un poco peculiar, pero no le molestaba. En realidad, lo encontraba divertido y a menudo bromeaba con sus amigos diciendo que tenía un nombre bíblico porque sus padres pensaron que él era un santo.

Un día, mientras estaba en la escuela, Daniel conoció a un nuevo compañero de clase llamado Jesús. Inmediatamente, se hizo amigo de él y le contó la historia detrás de su nombre. Jesús encontró la historia muy graciosa y decidió que él también tenía que tener una historia detrás de su nombre. Así que comenzó a decir que había sido llamado así porque su madre era fanática de la telenovela "María la del Barrio".

Con el tiempo, Daniel y Jesús se convirtieron en los mejores amigos y siempre se reían de sus historias detrás de sus nombres. Incluso crearon un juego donde se inventaban historias locas detrás de los nombres de sus amigos y compañeros de clase.

Con el tiempo, Daniel se dio cuenta de que su nombre no era tan raro después de todo. En realidad, todos tenían historias detrás de sus nombres, y esa era parte de lo que hacía que cada uno de ellos fuera especial. Así que decidió abrazar su nombre y disfrutar de la diversión que su peculiar historia le proporcionaba. Y así es como Daniel se convirtió en un héroe a su manera, gracias a una simple moneda al aire que decidió su nombre.

El destino me llamo Daniel: una historia de cachondeo y sorpresasWhere stories live. Discover now