Presa[+18]

VI

16/febrero/1968
Melanie

-¡¿Por qué lo hiciste?! -exigió saber mi padre.

-¡Yo no lo maté! -grité.

-Ella... ella lo mató -articuló mi madre, con las manos temblando mientras miraba el cadáver de mi hermano en su cuna.

-¡Lo mataste! -reprochó nuevamente mi padre.

-¡Yo no lo maté! -repetí.

Mi madre comenzó a llorar nuevamente, en la habitación lo único que se escuchaban eran las respiraciones de mi padre y el llanto de mi madre.

-Yo no lo maté -me murmuré a mí misma-, yo no lo maté, yo no lo maté, ¡yo no lo maté!

-¡Lo mataste! -gritó mi madre-. Fuiste tú, tú lo mataste.

Negué una y otra vez con la cabeza.

Intentaba convencerme a mí misma de que yo no había asesinado a mi hermano.

Pero todos sabíamos que era mentira, que había entrado a mitad de la noche al cuarto de mis padres, había agarrado una almohada y con ella había asfixiado a mi hermano pequeño.

Mi padre salió corriendo de la habitación a la planta baja.

-¡Yo no quería! -grité.

Yo no quería, no había sido yo, habían sido mis impulsos, mis impulsos de salvarme.

Sabía que él llegaría aquí en cualquier momento, y si no hacía lo que él quería, iba a matarme, pero él ya me había matado el día anterior, pero no había sangre, no había un cadáver, así que nadie lo notó.

Saqué el cuchillo detrás de mí, caminé con cautela hasta mi madre, ella estaba demaciado ocupada llorando por mi hermano para siquiera notar mi acercamiento. El sonido de los pasos de mi padre subiendo las escaleras llegó hasta mis oídos, no lo pensé dos veces y clavé el cuchillo en la espalda de mi madre, pero mi fuerza no fue suficiente, saqué el cuchillo y volví a penetrar su espalda con él, ella de inmediato de dio media vuelta, intentado agarrar mi mano.

En menos de un segundo mi padre ya estaba en la habitación, a penas volteamos a verlo, él cayó de inmediato al piso, dejando ver a Damién con una sonrisa de lado y un cuchillo lleno de sangre en su mano.

-Te dije que nos divertiríamos -murmuró Damién.