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Jimin había odiado a Kim egolatra Taehyung desde que tiene memoria, es decir, desde que iban en secundaria.

¿Había una razón válida para odiarlo? Demasiadas.

Empezando por el ego tan grande que tenía el pelinegro, una actitud arrogante, una reputación de rompe corazones, más sarcasmo que corazón y uno que otro problema con las adicciones, necesitaba un psicólogo.

Lamentable para el, Taehyung era todo en su vida.

Compañero de cuarto, de equipo, de clase, de fútbol, de fotografía, de vida. Taehyung no era su amigo, pero era mejor amigo del novio de su mejor amigo, entonces de alguna forma tenía que soportarlo todos los días.

Se había acostumbrado a tolerar al estúpido de Kim todos los días, con sus borracheras con llegada a las 3 de la mañana, con su música a todo volumen mientras hace tarea, su manía de dejar un desastre en la cocina cuando hace un postre o las noches en que lleva a sus conquistas para regalarle a Jimin un espectáculo pornografico toda la noche.

Pero jamás pensó que Kim Taehyung le traería un problema más.

Comenzó una madrugada de octubre, en su cumpleaños 20 para ser específicos. Estaba lo suficientemente ebrio para atreverse a bailar con todo el mundo, la música retumbaba por toda su casa y las luces neones a penas lo tocaban, moviéndose al ritmo de la música.

Al ritmo de Jimin.

Jimin lo vio en una esquina, fumándo lo que parecía ser marihuana y con una expresión de pocos amigos, estaba molesto.

Park había convivido tanto con el que podía reconocer sus emociones, ese ceño fruncido y los labios formando una falsa sonrisa solo significaban que estaba harto.

A jimin le importaba poco.

Pero entonces esa imagen se colo en su mirada, haciéndolo temblar de pies a cabeza sin poder apartar la vista.

Taehyung seguía sentado, con una mano sosteniendo su cigarro y la otra acariciando los botones de su camisa blanca. Jimin paso saliva cuando su mirada fue hacia las piernas de Taehyung, abiertas y marcadas en ese ceñido pantalón negro, que mostraba un gran bulto resaltando.

Cuando Park sintió que estaba mirando de más solo continuó bebiendo, mientras esperaba que nadie notará sus mejillas rojas, el bochorno en su cuerpo o la erección que trataba de ocultar apretando las piernas.

"La pesadilla" como se convenció de nombrarla, inició a las cuatro y treinta de la mañana.

Ya no había ruido, ni luces, ni alcohol y mucho menos personas. Solo estaba el, acostado sobre su cama mientras todo daba vuelta a su alrededor, la brisa entraba por la ventana de su habitación y no hacía más que ponerlo más activo.

Sus labios estaban tan secos, que Jimin no podía dejar de lamerlos una y otra vez, sus manos tocaban sobre la casi escasa ropa que le quedaba puesta.

La primera imagen que tuvo en su mente fue la mirada de Taehyung, profunda y caliente como el infierno. Sus manos fueron inconscientemente hacia sus pezones sobre la ropa, acariciando.

El primer gemido resonó en la habitación.

Sus piernas se apretaron cuando a su mente llegó el recuerdo de las manos de grandes del pelinegro, tuvo una visión sobre aquellas manos en su cuello y gimió aún más.

Cuando llegó hacía las fuertes piernas del pelinegro y ese bulto que lo hacía querer ponerse de rodillas, su mano estaba debajo de sus pantalones y bóxers. Los gemidos hacían eco por toda la habitación, Jimin mordía sus labios tratando de contener el nombre de Taehyung dentro de si y no gritarlo, rogando por el.

starboy ⋆ vmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora