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"Despierto en la madrugada, hace demasiado calor y me muero de sed.

Bajo las escaleras y esta todo oscuro. Cuando llegó a la sala escucho como si alguien estuviera llorando.

-¿Papá?.-logro distinguir su silueta por la escasa luz de luna que se cuela por una ventana.

Cuando camino hacia él para ver porque llora, se escucha un sonido desgarrador que me aturde y por puro instinto me volteó, cuando me doy media vuelta para ver a papá de nuevo, él esta tirado en el suelo."

Es verano y yo voy en un apestoso autobús camino hacia New Jersey, gracias mamá por esto. En vez de el anuncio que dice "Bienvenidos a New Jersey" debería decir "Bienvenidos al infierno".

No quiero ser un adulto y ser un amargado como mamá, o terminar como papá. Lo único bueno de adulto es el sexo pero conseguir eso tampoco es fácil.

El océano es lindo. Podría morir ahí. Sí, eso estaría bien. Bajar de éste autobús, correr hacía el muelle y saltar.

Así el matrimonio número nueve de mamá podrá ser solucionado si yo ya no estoy.

Tal vez el abuelo podrá terminar su bote si yo ya no estoy.

Y la abuela podría seguir haciendo sus manualidades con conchas de mar.

Sólo debo morir y les haría la vida más fácil.

A la única persona a la cual le preocuparía si yo sigo vivo ó no es a mi papá. Pero él ya no está aquí así que ya no importa de todos modos.

Hay un hombre gordo y sudoroso a mi lado que no me deja pensar claramente en mis formas de suicidarme.

Del periódico que tiene en sus manos, corto una esquina y la pego en su lengua. Es asqueroso.

Después de apuntar en el diario que siempre llevo conmigo la nueva forma de suicidarme y unas cuantas cosas más por hacer antes de morir, el hombre gordo se ahoga con el pedazo de papel.

Hago hasta lo imposible para no reírme. Cuando ha parado de toser volteó con él.

-Los autobuses apestan, ¿no?.-le digo tratando de no reír. Él sólo asiente y en ese momento llegamos al infierno.

Todas las personas se levantan de sus asientos desesperados como si tuvieran algo bueno que ver en esta ciudad.

Espero a que todos bajen y cuando el autobús finalmente esta vacío, me pongo de pie y bajó.

El sol arde contra mi cara y mi piel.

-Hola cariño! ¿Cómo estás?.-mi abuelo me pregunta y mi abuela sólo me sonríe.

Bienvenido verano. Bienvenido al infierno.

Camino a la casa de los abuelos veo el pueblo en el que estoy. Todo es viejo y se ve tan aburrido.

-Estamos tan felices que estés aquí Harry.

-Si... Lástima que yo no pensaba pasar mi verano aquí.

-Pero debes de estar feliz que tienes un respiro de la escuela

-Lo estuviera... Si me interesará la escuela

-Tu madre nos dijo que obtuviste cuadro de honor por tu desempeño. Eso es bueno para cuando vayas a la universidad.

-No iré a la universidad porque me suicidare al cumplir los 18. No queda mucho tiempo después de la graduación.

-Se supone que las bromas deben de dar risa Harry.-dice la abuela claramente molesta

-Pero esto no es una broma. Es más, tengo una lista de algunos métodos para mi suicidio. Primero esta la auto mutilación. En segunda opción, caída de una gran altura. Ó una electrocución, aún que oí que tu corazón se cocina y vomitas tus glándulas derretidas.

-Detente ya Harry! Sólo.... Detente.

-También tengo una lista de cosas por hacer antes de morir: comer un insecto, ¿me imaginan comiéndome un insecto? Cómo sea, aprender a pintar y tal vez hacerme un tatuaje. Realmente mi plan es muy bueno pero primero tengo que encontrar un suicidio digno.

El resto del camino es en silencio total. Y el resto del pueblo sigue siendo aburrido.

Cuando llegamos a la casa y bajo del auto, la molesta señora Wocheski, la vecina de mis abuelos, sale de su casa.

-Pero mira a quien tenemos aquí. Harry, no haz cambiado

-Veo que usted tampoco.-digo acerdándome a sus escaleras.-sigue siendo la misma vieja entrometida.-digo en un susurro sabiendo que no podrá escucharme ya que siempre esta batallando con su aparato auditivo.

-¿Qué dijiste niño?

-Que es maravilloso verla. Por cierto, supo del meteorito que cayó aquí en New Jersey hace un mes.-voy bajando la voz hasta que se convierte en un susurro.-aterrizó sobre una chica.-la veo batallando y subiendo el volumen al máximo.- y explotó!.-gritó y ella emite un chillido porque le afectó mi grito. Trato de no reír y ella se mete refunfuñando a su casa. Doy media vuelta y me voy hacía la casa de mis abuelos.

Para cualquier lado que volteó, esta decorado con conchas de mar. Relojes, porta retratos, cortinas.

-Dejé tu maleta en la habitación de arriba.- dice mi abuelo que va pasando.

Subo las escaleras y llegó a la misma habitación que usaba cuando era niño y venía de vacaciones.

Buscó un lugar para guardar mis diarios. Debajo de la cama. Clásico pero efectivo.

Cuando estoy a punto de ponerme de pie, escucho a un gato... Panelli.

-Aún sigues en este basurero.-le digo al gato, como si fuera a contestarme.- mientras te alimenten, funciona para ti. Al cabo tú no vives tantos años.

Me quedó unos minutos acariciandolo.

Escucho voces y descubro que en una esquina hay un ducto de ventilación que da a la cocina

-¿Crees que diga la verdad? Sobre el suicidio.-oigo que el abuelo le pregunta a mi abuela.

-No. Sólo lo esta haciendo para presionarnos. Me recuerda tanto a Anne cuando tenían la misma edad.

-Yo no soy como mi madre!.-gritó enojado. ¿Cómo diablos me pueden comprar con ella?

Diez minutos después. Me llaman para merendar y bajo un poco más tranquilo. Estamos los tres, sentados alrededor de la mesa. Y esto de aparentar que nos agradamos ya me cansó.

-Abuelo, ¿me das 20 dólares?

-Harry, de eso quería hablar contigo. Estarás con nosotros todo el verano y nosotros tenemos reglas. Anne te tuvo que hablar sobre algunas reglas

-Si lo hizo. Estoy seguro que no le puse atención

-Bien, no importa. Escuchame con atención por favor. Si quieres dinero para gastar, tendrás que trabajar. Tienes que llegar antes de las 10. Y no puedes ir hacía los límites de la ciudad ó ir al Alberti park y mucho menos juntarte con las personas de ahí.

-No sé que fue lo que hablaste con Anne. Pero yo hago lo que quiera, cuando quiera y donde quiera y regreso a la hora que se me de la gana. Y si no te gusta, hablalo con Anne que ella fue la que me mandó a este lugar. Mejor, no nos interpongamos en el camino del otro y el verano terminará cuando menos lo esperemos.

Suicide at 18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora