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Hanako Aiya

Había pasado una semana después de todo el acontecimiento con Katsuki Bakugo, y ahora me encontraba en la sala, sentada en el mueble junto a Axel y con Shoto intentando convencerme de que hablara con Katsuki.

Según él lo ha estado notando un poco diferente en la agencia y cuando van a patrullar. Pero, ¿que tengo que ver yo aquí? Supongo que nada, pero a la vez todo.

— Aiya, ¿lo vas a hacer? — preguntó el bicolor por milésima vez, a lo que negué rotundamente.

— No Shoto, no lo haré, no quiero embarrarla más — contesté, mientras no despegaba mi vista del televisor.

Shoto suspiró y empezó a caminar a la cocina:

— ¿Pasó algo más entre ustedes? — comentó dubitativo — Solo lo pregunto, porque... Me parece extraño que Bakugo esté así — finalizó.

Y la suposición era cierta, porque lo que pasó no se lo conté a Shoto con detalles, y no lo iba a hacer. No ahorita. Ya que sentía que si se lo decía, todo se iba a joder en ese mismo instante.

Sentía culpabilidad, ya que él no merecía que le mintiera, después de todo yo era una maldita egoísta.

— Aiya — murmuró Axel, mientras posicionó su cabeza en mi brazo —. Tengo mucho sueño — añadió con un pequeño bostezo.

Miré al peli azul y lo cargué cariñosamente para así llevarlo a la habitación y dejarlo en la cama.

— ¿Me vas a leer un cuento? — interrogó emocionado mientras se acomodaba entre sus sábanas.

— Claro que sí — sonreí mientras buscaba en el librero algún cuento y tomé el más cercano — ¿Que te parece Pinocho?

— ¡Okeeey! Pero sólo por esta vez — dijo, a lo que me senté a su lado.

— ¿No te gusta Pinocho? — pregunté a lo que él negó con su cabeza.

— Me da miedo porque lo encierran en una jaula... O algo así — terminó por decir — Pero quiero que lo leas.

— Bueno, bueno, ¿quién te entiende? — reí a lo que él se acurrucó a mi lado.

A minutos de haber terminado de leer el cuento, traté de levantarme con cuidado para no despertar a Axel. Guardé el cuento y me acerqué nuevamente a él para depositar un besito en su frente. Salí de la habitación no antes de apagar las luces y dejar su lámpara encendida.

Caminé hacia la habitación de Shoto que estaba a unos escasos metros de la habitación del pequeño y entré, encontrándome así con un bicolor recostado en la cama, con su laptop en el regazo mientras hacía no sé qué cosa.

Agarré una pijama cualquiera del armario y me dirigí al baño para ducharme y salir casi media hora después, solo porque aún no me acostumbro a configurar esa ducha toda extraña pero increíble. Terminé por acostarme en la cama mientras Shoto aún seguía con su laptop.

— ¿Qué haces? — terminé por cortar el silencio que se estaba tornando incómodo para mí.

— Algunas cosas que me pidieron en la agencia — respondió.

Me limité a no decir nada y tomé el teléfono — ya qué no tenía sueño — y abrí el Candy Crush para distraerme un poco.

Pero me tocó un nivel difícil y la única salvación de que me sacará de ese nivel, estaba ocupado haciendo un trabajo.

Opté por la opción más fácil: Lo miré con cara de perrito regañado.

— ¡Shotoooo! — el mencionado me miró — ¿Me puedes pasar este nivel de Candy Crush? Por favor, por favor, por favor.

Al final siempre serás tú || Shoto Todoroki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora