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Vivir es un festival de experiencias, dulces y amargas, divertidas y frustrantes, algunas grandiosas y otras no tanto. Creo que vivir por si mismo es la experiencia más extraña por la que los humanos pasamos. Y no hay forma de evitarlo, ya sea que vivamos una larga vida o ya sea que tengamos una estancia corta en este mundo. Al final todas esas experiencias conforman una sola. Así es vivir.

Sin embargo, no es una experiencia que experimentamos solos. Nuestras vidas resuenan constantemente con las de otros, es un hecho inherente de este viaje. Podemos afirmar estar solos, pero realmente nunca lo estamos, es una de las cosas que la vida no nos deja elegir.

Paso mucho tiempo pensando, me preocupo por como debo vivir esta experiencia, y poco a poco voy poniendo piedras sobre mi espalda. Mis piernas tiemblan y amenazan con doblarse ante el peso que cargo. Quiero gritar, llorar y finalmente desplomarme. Quiero liberarme. Quiero dejarlo todo y no se por donde empezar.

Paseo solo, rodando sobre el asfalto del camino junto al rio rodeado de arboles, viendo las hojas caer mientras el viento acaricia mis mejillas a medida que me impulso sobre un par de ruedas. Aíslo mi mente con la música que me gusta a todo volumen, respiro hondo y siento que al menos durante este momento lo he soltado todo. Pero la sensación es efímera, se cuela entre mis dedos una vez que me veo obligado a detenerme. El sudor resbala por mi frente y el ruido en mi cabeza comienza a hacerse presente mientras regreso a casa, y aunque el viaje es corto mi mente se encarga de volverlo eterno. Hay tantas cosas que quiero dejar. Supongo que tendré que comenzar a aligerar la carga de a poco, hasta sentirme ligero. Entonces seré libre, y podré irme tranquilo, ya sea que decida darle fin a esta extraña experiencia o decida que aún quiero seguir. 

Siempre he tenido certeza de algo, no quiero una larga vida. No es que odie el hecho de seguir respirando cada mañana al despertar, es solo que nunca he sentido que eso sea para mi, realmente no necesito tanto.

Nuevamente me hundo en la música, buscando desconectarme del mundo, huyendo al mundo que solo existe en mi mente. Se volvió un habito frecuente y no recuerdo desde cuando. Las notas de una melodía melancólica envuelven mis oídos y apacigua mi ansiedad mientras espero. Tal vez debería escuchar algo más feliz, pero las canciones que hablan de esas emociones tristes y pesadas que no logro expresar me ayudan a sobrellevar mis propias emociones descarriadas. 

Se que la espera terminó cuando veo una silueta de baja estatura acercándose hacia a mi. Sonrío antes de que llegue a mi y detengo la música. Me quito los auriculares y comienzo a enredar el cable entre mis dedos antes de guardarlos en mi mochila. Y de pronto la música fue remplazada por la ruidosa orquesta de autobuses y coches pasando por doquier.

-¿Café?

-Café- respondí.

Y por inercia acoplamos nuestro caminar, avanzando entre el océano de desconocidos al mismo café de siempre.

-Dios mío, deberás que esta ciudad es pequeña. ¿Quién crees que se subió al mismo autobús?

-¿El freaky?, ¿El que tiene complejo de poeta?, ¿El "es mi ex pero ahora somos amigos"?... - y así seguí un listado de pretendientes cuestionables esperando dar con el susodicho.

-Dios guarde- contestó entre risas -El tipo este que va a la tienda y solo compra una cosa que no necesita para hacer conversación.

-Ah ya, el "hace mucho calor ¿verdad?"- resoplé mientras me burlaba de aquel pobre hombre. -No se de donde te sale tanto tipo curioso. Digo, no es como que vivamos en una ciudad donde el clima frio es de 28 grados- comenté sarcástico mientras mis ojos rodaban sobre sus cuencas - Baboso.

-Pues es el mas decente déjame te digo.

-Peor aún- me burlé.

Seguimos el tema mientras llegábamos al café esperando que hubiera una mesa libre a esta hora de la tarde. Éramos nosotros contra la horda de trabajadores explotados que salen a comer o terminan su jornada en la hora de mayor calor.

Afortunadamente había una mesa para dos. Dejamos nuestras mochilas sobre las sillas y ordenamos lo de siempre, dos frapuccinos, uno con extra de café para mi. Nos sentamos y  seguimos hablando del tipo del autobús y como no hacía mas que mirar nervioso a Annie desde otro asiento. Luego de eso seguimos con nuestra actividad favorita al salir, tratar de adivinar los gustos de las personas que pasaban por ahí basados en su estilo; algo prejuicioso tal vez, pero igualmente divertido, sobre todo cuando aciertas, lo cual normalmente hacemos para después soltar risas y miradas cómplices mientras que sostenemos conversaciones absurdas y difíciles de seguir que solo nosotros logramos entender de alguna manera.

Conocí a Annie en el bachillerato cuando me transferí de escuela. Al principio no hablábamos mucho pero éramos parte del mismo grupo, nos volvimos más unidos al siguiente semestre, y casi sin darnos cuenta teníamos una de las mejores amistades que puedes desear.

Habíamos terminado nuestras bebidas hace un rato, pero nos quedamos conversando más tiempo en el café. El plan como siempre era simple, nos vemos en el área comercial, vamos al café, platicamos un rato y después vemos que surge antes de tener que regresar a nuestras casas. Realmente no necesitábamos más para pasar un buen rato, todo parece algo trivial si lo piensas, pero cuando te entiendes bien con alguien no hay necesidad de hacer un plan elaborado.

Entramos a nuestra tienda de ropa favorita, solo con la intención de ver, lo cual siempre termina en alguna compra. Yo terminé comprando un jogger negro y ella una blusa básica de color azul. Cuando salimos con nuestras compras no planeadas el sol comenzó a meterse, entonces cada quien volvió por donde vino.

Nuevamente la música se volvió mi compañía, reposé la cabeza contra la ventanilla del autobús y sin prestar atención al camino dejé que la melodía me envuelva, deseando que las notas me lleven lejos para poder desaparecer tranquilamente.

Las luces estaban apagadas cuando crucé el portal de la casa. Saqué las llaves escondidas en su sitio y al entrar solo me encontré con platos sucios. Todos habían cenado ya. Me preparé una taza de café, me encerré en mi habitación para ver un capitulo de The Office antes de recostarme sobre mi cama, mirando el techo esperando que mis ojos se cierren y el sueño se apodere de mi cuerpo. Sin embargo eso tomó un par de horas. Horas en las que solo sentí el vacío y toda la mierda en mi interior al mismo tiempo. Es gracioso, el sentirse vacío y lleno de mierda al mismo tiempo. 

Di vueltas en mi cama hasta que finalmente pude caer dormido, deseando dejar esa sensación atrás, sabiendo que el sentimiento seguirá ahí por la mañana.

Quiero dejar todo atrás. Pero mientras tanto, quiero dejar de sentir el vacío.

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⏰ Última actualización: Jan 09, 2024 ⏰

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