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--A qué debemos él honor?.-- le pregunto a Adán apartando de golpe mis dedos del vidrio y enderezando mi postura, lo cual es patético, ya que nadie me puede ver tras los vidrios polarizados.

--Acaso no escuchó el anuncio que dió su padre en el almuerzo? Ah! Cierto, estaba muy ocupada jugando a esconderse mientras yo la busco.-- dijo él, con una nota de sarcasmo en su voz.

Me limito cruzar los brazos y mirar por la ventana.

Esto no quedará así.

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--Cariño! Al fin llegas de tú paseo!--dice Cecilia con una sonrisa fingida.

¿Paseo? ¿Sin regaños? ¿que le pasa?

Iba a decir alguna tontería sobre si se levantó con él pie derecho para variar, hasta que veo a mí padre hablando con alguien, por el momento sólo una sombra por el rabillo del ojo.

-Así es, ya era hora.-- doy una sonrisa pequeña mientras tomo él jugo de naranja que ofrece galilea y me dirijo a mi habitación para ponerme algo más elegante.

Quién sea que sea, ha de ser importante.

¿de donde vendrá?¿Acaso vivirá cerca?

Por el color miel que acompaña su piel tersa, adivinaría que es de china.

Aunque, no se que tan lejos esté de donde me encuentro.

Esto sonara raro, pero no sé donde vivo.

Sé que son los continentes, los países, culturas y todo eso, pero mi padre se ha empeñado en que sólo sepa lo indispensable.

Y sí aún creen que no es tan extremo, déjenme decirles que ni siquiera practicamos una religión; sólo para no tener una pista de donde nos encontramos.

Se hablar 23 idiomas; de la A a la Z.

Así nos los aprendimos, los nombramos por una letra. Galicia dice que tienen nombres y comúnmente se parecen al nombre del país de procedencia.

Sumida en mis pensamientos, caigo en cuenta que me he golpeado con algo duro mientras entiendo vagamente que mi jugo ha salido disparado hacia lo que sea que bloquea mi vista.

"maldita sea" murmura mi mente al ver que mi jugo cayó en un elegante traje de seda y cuentas que lucen incómodas echas de marfil, Usado por un joven con porte potente que me observa con intensidad que no sabré decir sí es de ira contenida ó una carcajada apunto de estallar.

por mi bien espero sea la segunda opción.

Me quedo parada como una roca; muda, quieta, sin ayudar ni quitarse del camino, estorbo nada más.

Mi mente al fín reacciona al escuchar la taza de porcelana romperse en mil pedazos y estiro la mano hacia el costoso chaleco rojo escarlata del cual sobresale una mancha gigante que apostaría que tiene olor a jugo de naranja, recién echo.

Paso las puntas de mis dedos lentamente por la seda roja y

saco de mi bolso un pañuelo con la mano derecha, mientras la otra no deja su abdomen.

Apenas acerqué él pañuelo a la mancha cuando llega Galilea a ocuparse de ella.

-Yo me encargo de ella, pequeña.

Me limito a asentir y me retiro casi corriendo a mi habitación.

Llegando a la escalera en forma de caracol, me siento en el segundo escalón.

Lo he arruinado todo. Sí papá lo quería aquí era por algo, tal vez muy, muy importante.

Me levanto y subo la escalera toqueteando el granito mientras decido limpiar una lágrima que salió sin permiso. Arreglaré  todo éste embrollo.

Cuando llego, veo a mis hermanas reunidas con pomposos vestidos.

En cuanto cierro la puerta todas se arremolinan a mi alrededor mientras dicen cosas sin ningún orden:

--¿Es cierto que ha llegado?

--¿Porque lo viste primero?

-- ¡Maldita!

--Yo la sostengo y tú la golpeas.

--¡Vale!

--¿Puedo unirme?

--¿Crees que le guste mi vestido?

-- Nah, te hace ver gorda...

--Callen todas!.-- Estallo interrumpiendo todas las conversaciones acaloradas.--No se de que hablan! sólo recuerdo haber tirado jugo en él costoso chaleco de un consentido que está abajo del cual no sé ni su nombre.

Todas ahogan un grito al mismo tiempo, algunas exageran aleteando sus manos en busca de aire, otras fingen arcadas, y Cecilia, que se retiró antes del suceso del jugo, me exaspera con una actuación de quererse desmayar.

Gabriela, que es la única casi normal, se acerca a mí y dice:

--Maxwell, Duque de afuera, rico por nacimiento que quiere algo de nuestro padre, algo que no consigue en otra parte.

--Que es lo que quiere?.--pregunto mientras hago una lista mental de lo que puede querer de mi padre.

Mi corazón se paró mientras ella decía con una suavidad exasperante cada palabra, como sí disfrutara mi intensa agonía.

--A una de nosotras.

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⏰ Última actualización: Jun 13, 2015 ⏰

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